CL 610, LA HISTORIA SE VA DE VINOS

El turismo enológico es mucho más que una moda. Viñedos y bodegas son complemento de villas y castillos. Nuestra geografía y nuestra red de caminos nos pueden poner en un entramado perfecto para entender el mundo de la viticultura de un modo atractivo, divertido y didáctico.

Una ciudad como Valladolid, busca salidas de ocio después de una jornada por esas calles de aire capitalino. Esa mezcla de cultura, naturaleza, gastronomía y ocio por doquier lo convierten en un destino muy interesante. El denominado Campo Grande es un paseo natural en plena ciudad donde se alternan patos y cisnes con homenajes a grandes autores como José Zorrilla. Un ejemplo de la peculiar combinación de elementos que Valladolid guarda con pasmosa facilidad.

La carretera CL-610 es una línea gris donde el viñedo y la historia se ponen al servicio de los que quieren disfrutar de un fin de semana de ocio. Esta carretera que une Valladolid y Peñaranda del Bracamonte puede ser el escenario de múltiples aventuras. El nuevo VW Polo es un vehículo perfecto para movernos por estas carreteras. Es una forma perfecta para demostrar que lo pequeño nos permite hacer cosas grandes. Es un utilitario que nos permite cambiar de escenario con facilidad y con sentido común. Cualquier lugar nos va a recibir con cariño cuando nos vea llegar.

Puente Duero tiene un cierto aire fronterizo. Por supuesto que hay un puente y cuando se atraviesa, se nota que nuestro objetivo está adelante. Llegar a Villanueva siempre es agradable. Su iglesia también es un referente de los caminos. La senda que sale hacia Tordesillas deja claro que el camino de Duero nos lleva hacia el oeste.

Nuestra carretera nos lleva hacia la Serrada, pueblo que ha hecho del arte una excusa para cubrir los desastres arquitectónicos. Arte y creatividad frente a un mal gusto que se niega a desaparecer. Por suerte la quesería Campoveja de Jesús y el Bar El Arroyo, que está protegido por el monumento al Descanso y el monumento al Botijo. Toda una declaración de intenciones. La Bodega de Alberto es un buen centro para una parada.

Un ambiente muy distinto se respira en La Seca. Un gran grafitty justifica que estamos en la cuna del Verdejo, y por tanto consagrada a la elaboración de buen vino, no lo iguala nadie. Su patrimonio medieval y gótico esta a la altura de las circunstancias, con un ayuntamiento obra del mismísimo Ventura Rodríguez y un retablo, sito en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de los mismísimos Churriguera y Manuel Ordóñez.

Podemos rebajar la solemnidad con la visita a algunas bodegas o acometer la ruta al completo. No solo nos imbuiremos de la cultura y la atmósfera delegar, sino que respiraremos aire fresco y disfrutaremos de obras maestras de bodegas como Protos, Naia o Campo Eliseos son buenas referencias.

Podríamos considerar Medina del Campo como una parada intermedia en nuestra ruta por la 610. Aparcar el VW Polo en este municipio no debería ser problema pese a la vida económica y cultural que desprende. Fuerte legado árabe y cristiano para una villa cuya historia resulta trascendental para el devenir de toda España.

Hay que parar en La Mejillonera, para disfrutar de su tacos de panceta, su pulpo o sus croquetas, demostrando que la creatividad es uno de los pilares del negocio. Su carta de vinos es un referente. Claro que no podemos perdernos el Castillo de la Mota, asociado con los Reyes Católicos, y también el monasterio de Santa Clara, que representan el poder y la autoridad en la máxima expresión. Si queremos algo más moderno siempre podemos hacer una visita a Emina o una almazara de Aceite de Oliva, que demuestra lo rica que es esta tierra cuando hay creatividad.

Hay otras edificaciones que delatan la potencia económica que llegó a adquirir Medina del Campo, como su Plaza de la Hispanidad y las Reales Carnicerías, dos lugares de interés que contribuyen a aportar ese aire de gran peso medieval que caracteriza esta villa monumental caracterizado también por, a nivel industrial, ser un gran punto industrial del mueble.

Madrigal de las Altas Torres está a apenas 20 minutos de Medina del Campo y es el paso previo al desenlace de esta interesante ruta castellanoleonesa. A estas alturas ya hemos comprobado el buen funcionamiento en carretera abierta del VW Polo. Este bonito pueblo amurallado es famoso por su vino con Denominación de origen de Rueda y su arquitectura barroca y mudéjar, fruto del legado de dos civilizaciones que se sucedieron en la historia y se las arreglaron para dejar su marca en todos los estratos de la vida cotidiana del municipio.

Pero lo que da la fama a Madrigal es el honor de ser el lugar de nacimiento de la reina Isabel la Católica, lo que automáticamente impregna de importancia cultural e histórica a la localidad. Dentro de las murallas, el Palacio de Juan II del siglo XV y el Hospital de la Purísima Concepción crean la imagen solemne que una localidad de relevancia histórica necesita. Otras construcciones como la iglesia de Santa Maria del Castillo y la necesaria e imprescindible visita a alguna de sus bodegas completan una ruta sin parangón en los alrededores.

Llegamos a nuestro destino final, Peñaranda de Bracamonte. A poco más de 100 kilómetros de distancia y menos de hora y media de Valladolid encontramos esta villa que, a su vez, solo está a 40 kilómetros de Salamanca. Su origen medieval y amplio legado musulmán se manifiesta en cada esquina.

La repoblación cambió la idiosincrasia del pueblo, pero ambas culturas se respiran a la vez en Peñaranda, localidad ligada a los condes de Bracamonte – responsables de su crecimiento tras la etapa musulmana – y que tuvo que ser ampliamente reconstruida tras la Guerra Civil. Eran otros tiempos.

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