LAS MARAVILLAS DE LA RUTA C-462

Una carretera con diferentes estilos de conducción en la que los kilómetros se harán cortos.
Cualquier aficionado a conducir disfrutará los miradores, paisajes y pueblos de la ruta C-462. Buen asfalto, poco tráfico, un entorno inmejorable y una combinación de curvas abiertas, cerradas y rectas que nos llevan desde La Seu d´Urgell hasta Solsona pasando por Segre y el Pirineo catalán. Más de 50 kilómetros pero menos de 100 en los que historia y naturaleza demuestran, como habitualmente, su poder.
Calentar el motor es muy fácil durante el principio del recorrido, aunque debamos estar siempre atentos al santuario ciclista que esta ruta parece ser. La belleza es para todos. Siguiendo el pelotón de cascos y pedales, la capital de la comarca del Alt d´Urgell se descubre. La Seu de Urgell es un municipio pequeño, pero lo suficientemente grande para ofrecer todo lo que se espera de un pueblo de montaña catalán. El punto perfecto para comenzar una ruta por el alto valle en el que un Parque Olímpico anticipa la bondad natural del entorno. Aquí sorprende la existencia de cargadores para los vehículos enchufables. Pero antes, su bonita catedral románica de Santa María y el Parque Natural Alt Pirineu merecen ser disfrutados.
Un tramo más adelante, uno de los enclaves favoritos de los moteros, el mirador de La Trava, aguarda. Observar desde aquí con atención es un deber placentero. De un solo vistazo intuimos lo que nos espera en el Parque Natural de Cadí-Moixeró: flora, fauna y muchas rutas de BTT y senderismo para los aventureros.
Siguiendo el trazado de la revirada carretera de montaña, esta nos lleva hasta La Vansa i Fórnols, también en Lérida. En este punto del mapa, menos de doscientos habitantes se ocupan de su día a día. Con tan poco bullicio humano, la tranquilidad y el sosiego están asegurados en este ambiente rural tan auténtico. Y como casi siempre, los edificios religiosos merecen la pena del visitante. La iglesia románica de San Clemente de Fornols y la de San Martín de la Vansa son el inicio de varios pueblos consagrados a la artesanía, el queso y las mermeladas.
En el ecuador de nuestra irregular ruta por la C-462 aparece Tuixent, otra prueba del carisma de sus pueblos y el entorno. Una aldea diminuta en la que tienen cabida una iglesia medieval, la de Sant Esteve, y un museo, el de Trementinaires, cuyo espacio está consagrado a la realidad de un oficio reservado a las mujeres que se dedicaban a recolectar trementina para elaborar remedios médicos con destino a toda Cataluña. En invierno, la nieve y el esquí son la fuerza que complementan a la industria y el turismo local. Y después, la Coma, capital del municipio de La Coma i La Pedra, donde la montaña y sus posibilidades siguen siendo los protagonistas: snow, senderismo, paseos a caballo y en bicicleta.
Para llegar al siguiente destino debemos avanzar entre bosques y curvas pronunciadas. Alcanzar Sant Llorenç de Morunys, aún en Lérida, es hacerlo en un paraje que nos muestra la belleza de un municipio medieval. Este lugar con paisajes de escarpadas siluetas es un paraíso. En verano para sus veteranos veraneantes. En otoño para los buscadores de setas. En invierno para los esquiadores. De los cinco portales de acceso de su recinto amurallado, cuatro siguen en pie. Una vez dentro veremos la iglesia neoclásica del Santuario de la Virgen de Lord, destruida por el paso de la guerra carlista y reconstruida tiempo después. Un lugar de culto donde pinturas pertenecientes al manierismo nos esperan.
Retomando la carretera destino el pueblo de Solsona, la estación final de nuestra ruta, bordeamos el Embalse de la Llosa del Cavall o de la Losa del Caballo. Cada curva nos aleja un poco del bosque para acercarnos a las zonas de cereal y girasol. Este es un lugar alejado del mundanal ruido, y los enamorados del ocio acuático lo saben. Los kayaks y sus tripulantes son parte de la estampa habitual. Aquí encontramos toda la cabecera del río Cardener, afluente del Llobregat. 122 metros de altura, 200 hm2 de superficie y un horizonte agreste esculpido a base del paso del tiempo y sus caprichos.
Y llegamos, a pocos kilómetros, a Solsona. Aquí la figura del Pregonero sigue viva y ejerciendo su labor. Precedido por el toque de trompeta o de las campanas, escucharemos cómo comunica de viva voz las últimas nuevas de interés general para los solsonenses. Por esto, la catedral de Santa Maria, la Poza de Hielo o los restos de las primeras murallas que recorrían los alrededores este municipio catalán se quedará grabado en nuestra memoria.
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