N- 110 : EL OTOÑO GOURMET

Es fin de semana. Éxodo desde Madrid. Son muchos los que en busca de aire puro, naturaleza, arte y, por qué no, el placer de comer en un ambiente diferente. Opciones hay muchas, pero Segovia es sin lugar a dudas la provincia de referencia.

Especialmente, la N-110 es la carretera que ha hecho de los fogones y la chimeneas un tipo de turismo perfecto para la escapada sin calendario.

Opciones hay muchas. Uno de los pueblos en los que merece la pena parar Collado Hermoso. El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama parece quiere tomar las calles de Collado Hermoso. Después de un buen paseo por la senda de los Molinos, siempre se valora mejor los platos de La Matita. Su cordero es un referente y sus jornadas Gastronómica de Caza, pueden presumir de estar en su 30 edición.

Un paso hasta La Salceda, por la Cañada Real, nos va a ayudar a disfrutar de la digestión. Tenemos por delante tres kilómetros de paseo cómodo y agradable, recuperando la senda de los rebaños trashumantes y los paseo a caballos de alguna que otra celebrity que tiene sus refugios por la zona.

No muy lejos caemos en las calles de Sotosalbos, donde vale la pena detenerse a ver de cerca la iglesia románica que es una de esas que siempre salen en los libros de arte como claro ejemplo del arte románico. En este pueblo todo parece pensado para agradar. Desde los simples maceteros de la calle hasta las paredes de piedra seca que servían para delimitar las lindes de las fincas. Lo bello no molesta a nadie.

Siguiendo por la N-110 se pasa por pueblos como Prádena o La Mata, en los que siempre es interesante parar para conocer un poco mejor la Segovia rural. Son pueblos pequeños, cada uno con su encanto y su historia, que merecen una pequeña visita, además en Prádena hay que dejar el coche si lo que se quiere es hacer una excursión por las laderas de Somosierra, o por los vecinos bosques de enebros y por el acebal más meridional de España.

El acebo hoy es una especie protegida cuya madera fue en otro tiempo muy preciada; de hecho de este bosque salió la madera que se utilizó para hacer las ventanas del Palacio Real de Madrid. En la misma entrada de Prádena hay un camino que conduce a la Cueva de los Enebralejos, uno de esos lugares donde dejarse sorprender por los caprichos del agua sobre las rocas. Está abierto todos los días menos los lunes.

La N-110 es nuestro camino. A la altura de Arcones se toma el desvío hacia Pedraza, siguiente destino en la ruta del cordero. Pedraza es uno de esos lugares que ha sabido sacarle partido a su condición de villa medieval. Enclavada en lo alto de una colina y parcialmente amurallada, está dibujada por una sucesión de callejuelas que llevan a la plaza mayor con su iglesia, su ayuntamiento y su botica. Para entrar a la Villa hay que pasar por lo que en el medievo fuera la cárcel, cuyas puertas muestran un interior de lo más interesante. Frías mazmorras, graffiti de los presos y algún que otro instrumento de persuasión.

Aunque cueste, es necesario dejar Pedraza y sus barrancos y reemprender el camino ya que aún queda mucho por descubrir.

Y si queremos atravesar la N-I, siempre podemos llegar hasta Riaza, que ha hecho del invierno y la nieve un reclamo más. Riaza está a 1.200 metros de altitud, por lo que en invierno es imprescindible ir bien abrigado y, si es verano, qué mejor sitio para huir del calor. Su Plaza Mayor porticada es buen ejemplo de lo que la sierra segoviana ofrece arquitectónicamente. Además, cada mes de septiembre se transforma en una auténtica plaza de toros durante las fiestas patronales.

Pero se pueden contar algunas curiosidades más sobre esta plaza. Como que en los techos de los soportales, justo encima de la puerta principal, hay un ventanuco que hacía las veces de mirilla, no se sabe si para evitar visitas inesperadas. Hasta comienzos del siglo XIX en el centro de la plaza se encontraba la picota donde encadenaban a los reos. Entre otras barbaridades, se les untaba de miel, para que fuese un buen reclamo para las moscas…

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