La costa de Lugo está de moda. Sin estaciones, sin prisas y con una calidad de vida que lo convierten en un destino top. Paisajes perfectos, monumentos que son un reclamo, gastronomía excelente en cualquier lugar y un mar que siempre nos cautiva.

Foz es un municipio de las Rías Altas de la mariña caracterizado por nada menos que 25 kilómetros de playa y una rica historia que lo convierten en la capital del turismo de la región. Esta localidad pesquera es ideal para deportes náuticos y de viento como el piragüismo o el windsurf, y su gastronomía basada en el pulpo a feira, en lenguado, las filloas o el queso está ahí incluso fuera de la época estival.

El Castro de Fazouro o la Iglesia de San Martiño son testimonios de la rica historia de ese asentamiento que se remonta a la época fenicia, jalonado por playas de enorme atractivo como la de Rapadoira o la de Llás, entre otras muchas menos populares y más agrestes como la de San Pedro de Cangas o la de Área Brava.

Viveiro es uno de los grandes enclaves turísticos de la Mariña y toda la costa norte gallega. Uno de esos enclaves donde conviven la buena gastronomía, lo populoso de una ciudad de un tamaño razonable y sí, la naturaleza. La ría y la propia y empinada ciudad impulsan a prolongar nuestra estancia más allá de lo planificado.

Bien es cierto que las pasarelas de O Funciño do Porco ayudan a ello, unas vistas alucinantes que se nos presentan tras cruzar una pasarela de madera entre acantilados frente al tempestuoso mar Cantábrico que se presenta entre las playas de Area Grande y Pereira. Su popularidad ha ido creciendo hasta convertirse en una de las principales citas de todo el turismo gallego. En el propio Viveiro, la Porta da Vila nos da acceso a un casco antiguo, pintoresco e interesante, con una iglesia, la de Santa María do Campo, declarada Conjunto Histórico Artístico.

Ribadeo es otra visita obligatoria de la costa gallega. Se trata de un empinado puerto de importancia trascendental de cara al comercio y ubicado la desembocadura del Eo. Ofrece imágenes de postal como las del faro de Illa Pancha y la Playa de las Catedrales, que merece apartado propio.

Empezando por la Plaza de España, de la que irradian numerosas calles y estrechas calles de gran encanto, encontramos casas indianas y de estilo medieval que nos impregnan de atmósfera marítima gallega. Los restos de la antigua muralla nos indican un pasado histórico y militar, como también el fuerte de San Damián, cerca de la ría.

En estas circunstancias la arquitectura religiosa también tiene su lugar representado en la capilla de la Santísima Trinidad del siglo XII. El parque etnográfico de O Cargadoiro ilustra el pasado industrial del pueblo y tiene excelentes vistas y, de paso, ofrece buenas vistas.

La Playa de las Catedrales es quizás una de las playas y visitas más populares de toda la Mariña lucense, pero sin duda es parada imprescindible ya que indiscutiblemente es una de las playas más bonitas del mundo. Basta con acercarse a la costa de Ribadeo y esperar a la marea baja y descalzarse para recorrer esta obra de arte a pie y dejarse invadir por el síndrome de Stendhal.

Los menos snobs reconocerán sus arcos de piedra y sus cuevas de fondo en una de las escenas más dramáticas de «El orfanato». Condición primordial para ir a verla es conocerlo los horarios de mareas, pero tanto en invierno como en verano merece la pena, bañarse es lo de menos. Se incluye además dentro de un tramo costero de 15 kilómetros con paseo exterior acondicionado que nos permite cómodamente avistarla junto a arenales o zonas tan bonitas como

Souto da Retorta, cerca de Viveiro en la ruta hacia Mondoñedo, es el equivalente de interior a la maravillosa playa enunciada. Declarado Monumento Natural, se trata de enorme bosque de eucaliptos y vegetación autóctona que, en muchos casos, superan los 50 metros de altura y más de siete y medio de lado. Es el caso de “El abuelo”, un veterano árbol nacido en torno a 1880 que roza los 62 metros que está considerado uno de los más grandes del país entero.

Disponemos de aproximadamente un kilómetro para realizar un apacible paseo en familia entre los árboles, observando cómo la luz se filtra a través de sus hojas mientras atravesamos varias vías históricas como la de la fábrica de la luz de Chavín.

Rinlo es uno de los pueblitos cercanos a Ribadeo. Esta parroquia sin embargo cuenta con encanto propio gracias a su origen medieval y pesquero y sus casas colgadas en acantilados. El paseo por su puerto es apto para el día como para la noche ya que su iluminación es encantadora. Si queremos terminar de llenarnos de amor por la zona, que mejor que hacerlo con un arroz caldoso con langosta, bogavante o centolla, de las que son criadores, ya que será uno de los mejores que podrás probar en tu vida.

En temporada alta es mejor reservar antes de ir. En julio y agosto es tiempo de saborear el percebe aprovechando la feria local y en cualquier momento podemos realizar alguna de las rutas senderistas que surgen en torno a la villa como la que hemos ya mencionado. te recomendamos que en este caso además de estar atento al tiempo de la marea lo estés a su intensidad ya que las olas en esta zona son de infarto y de gusto fotográfico.

Serra do Xistral, porque no todo iba a ser costa en este paseo por la Mariña lucense. Al norte de la provincia encontramos esta cadena montañosa de más bien poca altura pero que ofrece unas condiciones de vida tremendamente duras debido a la entrada de mucho viento y aún más nubes directamente desde el Cantábrico.

Es el escenario perfecto para un relato fantástico gótico: donde cualquier cosa puede suceder, apenas puntuadas por los grandes molinos de viento enclavados para aprovechar el abundante aire. Apenas un puñado de asentamientos humanos en las zonas de menor altitud adornan una zona que ni siquiera ha aceptado bien la plantación de pinos propia de áreas vecinas.

Mondoñedo, en el Camino del Norte, es uno de los municipios favoritos del turismo lucense debido a su equidistancia de muchos otros puntos de interés. El mismo Mondoñedo es cita obligada al disponer de una prestigiosa catedral y un interesante museo que le da al lugar un matiz cultural reforzado por ser la cuna de autores de prestigio como Álvaro Cunqueiro. En tiempos, el pueblo fue una de las más importantes ciudades gallegas, título que retiene a su manera, aunque haya cedido a la extensión de otras competidoras.

Además de un casco histórico salpicado de buenos restaurantes y tremendoencanto, en Mondoñedo hay muchas rutas naturales como la del Agua, Leiras Pulpeiro o la de la Fraga Vella, y otras urbanas como la de la Alameda dos Remedios, que culmina en su propia iglesia, o el empedrado barrio de Os Muiños.

Xove, entre Viveiro y Cervo, es un punto de nuestro camino por la mariña que nos lleva al pasado para devolvernos la paz perdida en la vida urbana. Ocho pueblos o parroquias lo conforman: Lago, Monte, Morás, Portocelo, A Rigueira, Sumoas, Xove y Xuances.

En esta zona encontramos numerosos restos de castros celtas y buenos ejemplos de la construcciones populares galegas como casas, hórreos, hornos, palomares… destacando la conservación del Hórreo da Barxa en Lago. Otras edificaciones que salpican de belleza Xove son las capelas de San Vicente, San Pedro de Fiz de Xuanceso de Das Dores o La antigua escola o las casas rectorales de San Bartolo, San Clemente de Morás o San Miguel da Regueira

No hay que perderse una ruta por su borde costero para saludar al Faro de Roncadoiro (Portocelo) y su espectacular atardecer, pero tampoco por el borde interior por donde seguir el descenso del río Xudreiro que en época de lluvia sortea parajes de eucaliptos formando pozas y pequeñas cascadas. Si viajas en familia la mejor opción para comer es el Cabaliño de mar que aun tranquilidad, precio y buenos desayunos y raciones, desde hamburguesas hasta marisco y rico pulpo. Este faro a 94 metros sobre el nivel del mar es un gran observatorio de aves y ofrece excelentes vistas de las islas Coelleira y los acantilados del Cabo Morás.