ALDÁN: AQUÍ ME QUEDO CUANDO EMPIEZA EL VERANO

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En Galicia la realidad es un trampantojo. Si uno espera encontrarse un pueblo en Aldán, se llevará un chasco. No hay pueblo por ninguna parte, o al menos no hay un pueblo, sino seis. Y es que Aldán es en realidad una parroquia formada por seis aldeas unidas, y sobre todo es una de las famosas rías bajas. La de Aldán es la más pequeña y también la más desconocida de las rías de Pontevedra, casi oculta entre los cabos de Home y de Udra. Para llegar nos guiamos por esa península de Morrazo que la ampara, un lugar en el que todo gira en torno a lo marinero, al cultivo del mejillón en atea y a la pesca. 

Aldán es uno de esos secretos bien escondidos, en una zona muy bien conservada donde se suceden aldeas deliciosas, puertos y playas como la de Menduiña. Buscamos Aldán en el mapa y allí está, junto a las otras más famosas, las que estudiábamos en el colegio (Vigo, Pontevedra. Arosa y Muros) que dejan olvidada esta pequeña ría que para algunos no llega a esa categoría y se queda en ensenada. 

Sea ría o ensenada, Aldán es como un compendio en miniatura del micromundo de la costa gallega y pasearnos por estos parajes da idea de cómo debieron de ser en otros tiempos las aldeas, las playas y los puertos antes del boom inmobiliario y de la industria que cambiaron para siempre el aspecto de estas rías.  Aldán, como pueblo está justo al fondo de la ría que le presta el nombre, pero en realidad es una parroquia formada por seis aldeas unidas y sin límites muy precisos: San Cibrán, A Espiñeira, Herbello, O Piñeiro, Mandón y Menduiña. Nos relaja contemplar ese ambiente de redes de pesca, bateas de mejillones, con la imagen festiva de los jóvenes practican piragüismo y los niños que usan el muelle para montar en bicicleta. 

Los orígenes de Aldán, como casi todo en estas tierras gallegas, son muy remotos. Se han encontrado por aquí vestigios de la Edad de Piedra como petroglifos, tan abundantes en Galicia y algunos castros. Por aquí estuvieron también los romanos y los suevos y más recientemente los catalanes (siglos XVIII y XIX) que se acercaron por estos lares para crear las primeras fábricas de salazones, ahora convertidas en modernas fábricas de conservas.

Pregunto qué es lo que se puede ver en estas aldeas de Aldán, y me mandan de inmediato al Pazo de Vistalegre, antigua propiedad de los condes de Aldao que dominaron estas tierras desde la Edad Media, unos Jardines Históricos con magníficos ejemplares de árboles centenarios, un acueducto elevado y un puente medieval sobre el río Orxas. En conjunto, Aldán me parece un lugar encantador, pequeño, recoleto, tan protegido por el Cabo Udra por un lado y Punta Couso por el otro… Se suceden las playas y y las calas como las de Pipín y Castiñeiras, pequeñas y solitarias, algunas con aguas añiles como la de Sartaxéns; otras tranquilas y rodeadas de bosques como Francón; algunas acogedora e íntima como la de Areacova. Unas de arena fina y otras, más pedregosas; unas largas y otras cortas, pero todas con la calma que da la ría y la vista en el horizonte de la otra orilla. Aquí, el fondo del mar es un tesoro para los buceadores: centollos, congrios, rodaballos, algas, esponjas, anémonas  y un largo etc. de animales y plantas marinas.

Paseamos por las diferentes aldeas, difíciles de diferenciar unas de otras. En San Cibrán nos encontramos con la iglesia parroquial, reluciente y centro de la ría. Para ver un buen barroco gallego nos acercamos a Coiro a siete kilómetros, con una iglesia que culmina con una torre bulbosa que piedra tallada con espero. A Espiñeira, con su puerto, es la más grande y aquí se puede encontrar apetitosos cocederos del marisco recién cogido; O Piñeiro, la más céntrica; la pequeña Herbello situada en pleno valle, vecina de Gandón  que le supera en número de habitantes; y Menduiña, aldea marinera y referente turístico por su magnífica playa donde según Cunqueiro “en su fuente bebe, nocturna, la nutria”. Meduiña es tal vez la aldea más llamativa, con su flamante playa de bandera azul: es la playa a la que venía Álvaro Cunqueiro a beber todas las noches. Cerca hay calas recogidas como Areacova o Lagoelas o algunas más salvajes como la playa de Areabrava. Sus dunas la protegen del mar y aseguran los sembrados y huertos.

Paramos también un rato en el pequeño pueblo de Hío, con una iglesia románica, la de San Andrés, que es famosa por tener en su atrio uno de los mejores cruceiros gallegos, que se despliega en forma de catecismo al aire libre de aire medieval. En la casa rectoral, justo enfrente, hay un bonito patio, con un reloj de sol, lavadero y agua de caños corriendo por canalillos labrados en el suelo de losas. Pero no todo está tan domesticado: no hay más que acercarse al cabo Udra, y pasear hasta su agreste faro entre pinares. Más allá de Hío, en la punta Couso y el cabo Home, nos asomamos al mar abierto batiendo con toda su fuerza la silueta de las Cíes. 

La pedanía de Aldán es recomendable en cualquier época del año por su patrimonio histórico y natural. Pero sobre todo para acercarse el último fin de semana de julio, cuando se celebran las fiestas del Carmen, patrona del mar, cuando tiene lugar la procesión de las barcas que acompañan a la patrona. Ambiente marinero y rural para disfrutar de esos pequeños placeres que ya es difícil encontrar.

FICHA PRACTICA

CÓMO LLEGAR

Desde Pontevedra, por la N-558 que al llegar a Marín continua por la C-550 que bordea la ría de Pontevedra; por esta carretera comarcal se llega a San Pedro, de donde sale una pequeña carretera local directa a Aldán.

DÓNDE DORMIR

A Casa de Aldán (986 32 87 32). José Graña, 20. Lugar de A Espiñeira. San Cibrán de Aldán. Hostelería ubicada en una antigua fábrica de salazón. 

Casa do Ouro (986 32 84 51; www.casadoouro.com.galice.net). Herbello

DÓNDE COMER

Marisquería O Con de Aldán (986 32 92 29). José Graña, 14 (muelle de Aldán). En una casa de pescadores en pleno muelle de Aldán. Vivero propio de marisco y terraza al pie del agua.

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