Dos Medinas, un río y excusas perfectas para irnos un fin de semana

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Tierra de cereales, vino, caballeros y buen vivir. Valladolid es una provincia que hay que descubrir con calma, sin prisas, esquivando las numerosas autovías y buscando esas rutas de carreteras estrechas en las que no sabes a dónde vas a parar, para así encontrarte con pueblos olvidados cuyo encanto dejan huella. Una curiosidad de Valladolid es que es la provincia española con mayor número de castillos por kilómetro cuadrado. Unas fortalezas que salpican los horizontes de la meseta demostrando su poder y dominio.

Recorrer estas tierras con el nuevo Opel Grandland puede ser una gran experiencia de conducción. La actualización que ha acometido Opel con su SUV de referencia, ha integrado nuevos elementos mecánicos y de diseño, ofreciendo un producto muy interesante.

Estéticamente es un coche muy bonito, tanto en el color como en la línea aerodinámica. Tanto en sus frontales como las laterales tiene un cierto aire deportivo. En la trasera la novedad es el logotipo y la denominación cromada en negro al igual que en la delantera. Las molduras laterales y los paragolpes son del color de la carrocería, mientras que los protectores pintados de color acero.

La novedad más importante en su interior es el tablero, con una instrumentación totalmente digital. Desde la pantalla más minimalista hasta la más completa, que incluye el máximo de detalles. Si a esto unimos un consumo muy razonable y la posibilidad de disfrutar de la conducción en toda clase de caminos la opción es perfecta.

Los pueblos vallisoletanos son el destino perfecto para una escapada porque nunca dejan de sorprender. La villa de origen prerromano situada en la vieja carretera N VI, Medina del Campo, presume de tener, el Castillo de la Mota. Lugar donde originalmente se encontraba el centro de la villa. Esta fortaleza tuvo el privilegio de ser la más querida por los Reyes Católicos, que la frecuentaron y dotaron de modernos sistemas de defensa finalizando su obra en 1483.

Además de cumplir su función defensiva por encontrarse en un lugar militarmente estratégico, acogió en sus salas funciones de archivo y de cárcel, por la que pasaron ilustres prisioneros como César Borgia, quien consigue escapar y salir del pueblo fingiendo ser un mercader de grano. Estamos en un pueblo referente histórico en algo no tan lejano en el tiempo como son los muebles, por algo es conocido como la Ciudad del Mueble, lo que atrae turistas y curiosos. No solo iba a ser protagonista el castillo.

A unos 26km y pasando por Rueda, se llega a esa localidad escrita en los libros de historia hasta la saciedad por ser el lugar donde los representantes de los Reyes Católicos y Juan II de Portugal se repartieron las zonas de navegación y conquista tras el descubrimiento del Nuevo Mundo en 1494. En Tordesillas se respira historia. Tiene un puente del siglo XV que cruza el Duero y que al otro lado se encontraban las murallas que rodeaban la villa, pero ahora solo queda un recuerdo de ellas en la Torre de Sila. Con varias ermitas, iglesias y hospitales, su Plaza Mayor es el eje principal de las actividades. Su estilo corresponde a una típica plaza castellana que recuerda a la estructura de los campo militares romanos, con dos vías que la atraviesan perpendicularmente y que desembocan en las puertas de la villa.

Otro sitio para detenernos es Mota del Marqués. Un municipio con apenas 330 habitantes que ha pasado por varios nombres hasta en el siglo XVIII recibir el actual por pasar a formar parte de la villa de su primer marqués, Don Rodrigo de Ulloa. El apelativo de ‘mota’ se debe al pequeño montículo que hay junto al pueblo en el que se encuentra su castillo, o lo que queda de él, su Torre del Homenaje. Si te encuentras en un día con el cielo despejado, la Sierra de Gredos te agradará las vistas.

Del río Bajoz pasamos al Sequillo donde se encuentra Medina de Rioseco. Un lugar de parada obligada porque a finales de la baja Edad Media este municipio fue una de las grandes ciudades de la Corona de Castilla y León. Nada más y nada menos que el principal asentamiento de los Almirantes de Castilla.

Una leyenda recorre sus calles, la del cocodrilo. Si se visita la iglesia de Santa María de Mediavilla, su entrada sorprende a la par que despierta la curiosidad al ver el pellejo de un caimán. Cuentan las malas lenguas que cuando se estaba construyendo la iglesia, los obreros volvían al día siguiente y se encontraban con todo destruido. Resulta que el culpable era un cocodrilo que atemorizaba a todos los vecinos. Como nadie se atrevía a enfrentarse al animal, propusieron a un preso tal reto a cambio de su libertad.

Él ingeniosamente se disfrazó con espejos con los que consiguió que el animal quedase paralizado para poder atacarlo. Que esta historia no quite protagonismo tampoco ni a la iglesia de Santiago ni a la capilla de los Benavente. Una visita obligada en esta localidad declarada Conjunto Histórico Artístico y referente en Semana Santa.

Bajando en nuestro recorrido por la VA-515 paramos en Torrelobatón, situada dentro de la comarca de los Montes Torozos. Nuestro Grandland parece alegrarse al ver la muralla. El viaje va de murallas y castillos porque este pueblo contaba con una muralla exterior de la que ya solo quedan algunos lienzos, y su castillo se considera uno de los mejor conservados de toda Castilla y León. Planta cuadrada, cubos en tres esquinas, patio central y una elegante Torre del Homenaje. Fue edificada por Alfonso Enríquez, futuro Almirante de Castilla, que en 1392 compra Torrelobatón. A diferencia de otros castillos, este sí participó en una batalla ya que en 1521 fue tomada por los comuneros liderados por Juan de Padilla.

Volver hacia Valladolid o hacia Tordesillas son opciones igual de interesantes para pensar en una nueva ruta.

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