Celtiberia Soriana

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Nos dicen que Soria es un paraíso natural y uno de los lugares imprescindibles del norte de España. Hay mucho de verdad, pero muchas de sus bondades están todavía por reconocer. El grueso del turismo aún no identifica Soria como lo que es, un espectacular paraje donde confluyen la naturaleza, la gastronomía, el ocio y la cultura de una manera sin igual.

La historia es el complemento perfecto a La Sierra de Urbión y su laguna, el río Lobos y a pueblos como Calatañazor o Burgo de Osma… La lista es inacabable y crece todavía más cuando tratamos de sumergirnos en la Celtiberia Soriana, un tesoro para los fanáticos del turismo arqueológico y cultural.

Esa riqueza nos lleva a escenarios mágicos. La huella de esta civilización, así como la romana, se deja sentir y notar en la provincia, con las cordilleras Central e Ibérica delimitando una zona ocupada por ríos como el Duero, el Ebro y el Tajo y, sobre todo, una cultura de vital importancia en el desarrollo posterior de la península ibérica a todos los niveles: cultural, tecnológico, social y política.

Soria tiene la particularidad de ser la única provincia que queda incluida completamente en la citada Celtiberia, una civilización de castros, aldeas, molinos, necrópolis y otros asentamientos de creciente tamaño y naturaleza que perduraron hasta la conquista romana y que “civilizaron” de manera independiente el paisaje de lo que ahora es nuestro país. No hay que ser un experto para disfrutar de estos escenarios.

Asentamientos como Numancia, Termes y Uxama compartieron una cultura de vasijas y utillaje de distinta naturaleza. Armamento y toda clase de utensilios de agricultura y ganadería, nos hablan de una sociedad que ponía en valor la habilidad artesanal y tecnológica celtíbera: desde el hierro al bronce, a la piedra y la madera, nada se escapó a esta civilización de mercaderes y ganaderos que se desenvolvieron de manera brillante.

Para entender este apartado de nuestra historia una visita a Numancia es casi una obligación. La ciudad de Numancia es el perfecto ejemplo de ello. Una ciudad empedrada y amurallada con torreones y compuesta de casas de piedra con, a su vez, corrales rectangulares anexos para desarrollar sus actividades principalmente vinculadas a la ganadería.

Los ciudadanos de Numancia representan el ejemplo perfecto de resistencia contra el empuje sin igual del Imperio Romano hasta su rendición en el 133 a.C, tras varios meses de hambre y aislamiento por parte de las tropas de Escipión Emiliano. Un escenario épico.

Tiermes, o la antigua Termes, es otro bastión celtíbero a 1.200 metros de altitud y gran apoyo de Numancia en los periodos más difíciles del asedio, se ubica entre el valle del Duero y el del Tajo. El formidable yacimiento de esta localización nos da muchos datos y pistas de cómo se vivió y lo que pudo suceder.

Lo característico del yacimiento es que su arquitectura está tallada en la roca, no erigida sobre ella, como en la ciudad de Petra. Hogar del pueblo celtíbero de los arévacos, su origen viene del Neolítico, y en posteriores etapas visigodas, musulmanas y cristianas siguió gozando de importancia. Realmente es un trozo muy importante de la historia de España.

Lo mismo vale para la ciudad arévaca de Uxama, que pasó a manos romanas en el 99 a.C., que posteriormente fue destruida y reconstruida y que podemos considerar ubicada en lo que ahora serían los alrededores de Burgo de Osma.

Su yacimiento es otra joya del turismo arqueológico soriano. Destaca su gran castillo cerca del río Ucero, un entorno excelente para desplegar una amplia red de comunicaciones visible en los restos de sus numerosas calzadas. El yacimiento, además de una formidable necrópolis, nos muestra una desarrollada industria de cerámica con grandes vasos decorados con motivos geométricos y también figurativos.

El resultado combinado de estos y otros asentamientos sorianos es un mapa cultural interesante de desentrañar y todavía desconocido para muchos. Las ciudades y castros celtíberos que plantaron cara al Imperio Romano son todos ellos lugares imprescindibles para completar una visión histórica de la Península Ibérica que va más allá de tópicos y lugares comunes del turismo patrio.

También ofrece la oportunidad de disfrutar de un entorno rural excepcional a un tiro de piedra -nunca mejor dicho- de multitud de poblaciones que ofrecen todo tipo de bondades gastronómicas y de ocio al visitante. Los molinos de trigo para elaborar cerveza, así como la recolección de frutos secos y cereales eran la forma de vida celtíbera, que no obstante recorrían la vera de los ríos para comerciar entre asentamientos.

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