RÍO ALMANZORA: CALIDAD GOURMET SIN TONTERÍA
El mapa lo deja claro. A-334 desde Baza a Huércal Overa es la forma más rápida de llegar al mar con la tranquilidad que da una gran colección de productos. En el interior de Almería, entre huertas, almendros, jamones, montañas, llanuras y canteras, se encuentra una de esas rutas que resulta un auténtico placer descubrir sin prisa.
En el Valle del Almanzora los secretos ya no pueden esconder. El mármol es su seña de identidad y la carretera es un hilo de emociones que siempre está en proceso de mejora. La calidad de su gente ha creado una serie de productos que superan todas las expectativas.
Por eso, en la Venta El Sevillano, en Fines, se desayuna de verdad. Los parroquianos hacen frecuentemente la broma del alfabeto a los recién llegado.
“.- Almanzora es el Valle del Alfabeto”
“.- ¿Y eso?
“.- Pues Enmpeza con la A en Alcóntar, y acaba con la Z en Zurgena”
Y entre café, bocadillo de Jamón del Tío Emilio de Hijate, las Aceitunas de los Quiles de Albox y patatas de la Tijoleña, de Tíjola se espera que la primavera generosa. En el valle la creatividad se integra en un paisaje áspero, duro, pero extremadamente seductor. Algo tiene esta tierra que atrapa al que llega y lugar de residencia de muchos extranjeros que saben lo importante que es la luz.
El color blanco inunda las calles y fachadas de esta comarca, el mismo color que el de su famosísimo mármol, que ha dado a los pueblos del valle del Almanzora una personalidad y paisajes propios. Si a esto unimos que el genio de Antonio López deja “grandes dosis” de su arte en plena calle, pues entendemos la motivación para recorrer por primera vez la A-334 o volver a algunos de sus pueblos.
El lomo a la Tabla de una empresa familiar de Hijate es un producto único en el mundo. Tan sencillo como sabroso. Lomo de cerdo, plantas aromáticas y la paciencia de este clan que ha hecho del esfuerzo su tarjeta de visita.
Por su climatología, la parte más alta del Valle es un maravilloso secadero de embutidos. Además de los famosos jamones, los hermanos Salas, propietarios de Jamones del Tío Emilio pueden presumir de haber recuperado la famosa receta del Lomo a la Tabla. Una delicada mezcla de cinta de Lomo seca con tomillo, romero y pimienta que hace muy sofisticado la materia prima más sencilla.
Algo parecido sucede son Serón, seguramente una de las localidades más monumentales de esta ruta. Por eso se merece una visita tranquila con la que conocer a fondo los secretos de este pueblo fundado por nazaríes en el siglo XIII como fortaleza defensiva. Merece la pena pasear y poner a prueba nuestros gemelos en sus estrechas calles, que suben hasta el castillo nazarí, desde donde hay una espectacular panorámica con las casas encaladas de Serón colgando de la ladera.
Los quesos que se elaboran en una pequeña quesería local dicen mucho de la calidad humana de sus productores.
En todo el recorrido hay la sensación de lo inacabado. Siguiendo camino por la A-334 llegaremos enseguida a Tíjola, con su original plaza Mayor donde destaca un ayuntamiento sin complejos, con su poderosa de fachada amarilla. Sin embargo, todo el mundo conoce ese pueblo por su piscina natural, también conocida como Balsa de Cela, un pequeño paraíso, o no tan pequeño, de aguas termales que emergen de manera natural con un caudal constante de 42 litros por segundo y una temperatura
que se mantiene en las distintas épocas del año entre 22 y 24 grados centígrados.
Entre bosques y caminos de cabras también podemos adentrarnos en los pueblos de la Sierra de Filabres. Sufí, Laroya, Lúcar o Sierro son pueblos con alma que merecen ser disfrutados sin prisas. Purchena es un buen referente. En sus calles se deja ver el legado que los árabes dejaron al pie del pequeño cerro donde se ubica. Si hay tiempo os sorprenderá la Torre del Agua, la Alcazaba y el Museo Municipal de Arqueología Islámica, que son algunos de sus reclamos turísticos.
Todo lo contrario sucede en Olula del Río, uno de los lugares más conocidos de la comarca del mármol. De nuevo, el blanco reina en calles y fachadas recordando que la materia prima que da vida a la mayoría del valle es esencial en la vida de la comarca.
Además de una bonita panorámica de postal, Olula del Río, con su nuevos museos. Olula del Río posiblemente no es el pueblo más bonito de Almería, pero con el Museo Casa Ibáñez y el Centro de Fotografía Carlos Pérez Siquier, el arte aparece en cascada para sorpresa de muchos de los que viven allí.
Sin embargo, todo queda en un segundo lugar comparado con el extraordinario paisaje formado por esta roca. Nos encontramos en Macael y sus prestigiosas canteras. Hay que prepararse para entrar en un lugar como de otro mundo, al que los más deportistas pueden llegar a través del llamado sendero del mármol.
Además de las conocidas migas, las gachas o el ajo blanco que se consume con regularidad, en la comarca del Almanzora hay platos tan originales como los gurullos, un guiso de verduras que suele prepararse con conejo, aunque también puede llevar caracoles o incluso pescado, que tiene su originalidad en la pasta artesana de harina de trigo, agua y azafrán que es tan común en esta zona. O la olla de calabaza, que además de calabaza lleva garbanzos, judías verdes y patatas. Tiene otra versión en la que se cambia la calabaza por nabos, así que los poco amigos de la calabaza tienen una alternativa.
Pero las manos de muchos de los habitantes del valle no solo trabajan el mármol. La cerámica y la alfarería también llevan siglos siendo actividades de la zona muy reconocidas en el mercado. En Albox, los Puntas, son mucho más que alfareros. Su horno árabe, y su manera de manipular el barro los ha convertido en referentes del barro.
Pero la verdadera joya de Albox los dulces de Ángel, la pastelería de referencia para todo el pueblo. Sus turrones son elaborados todo el año y un extraño catálogo de dulces, pastas y pasteles salen desde su “horno” de deseos energéticos. Algo parecido sucede con algunos trabajos en esparto, especialmente en Serón, donde se creó una pequeña industria artesana debido a la gran demanda de sogas y cuerdas de
buques desde finales del XVIII. Esa tradición del trabajo bien hecho, transforma esta tierra cada día para disfrutar de sus productos.

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