Toulouse
La ubicación es perfecta. A menos de dos horas del Atlántico, una del mediterráneo y tres ratos de España, Toulouse es una ciudad que siempre merece una escapada o quedarse a vivir. Pocas ciudades de Europa pueden presumir de rebosar tanta vitalidad. Las terrazas, los bares y las calles están día y noche, llenas de gente. Pero, al margen de toda esta festividad, Toulouse es algo más. Está clasificada por el gobierno francés como ciudad del Arte y la Historia. La llaman la ciudad rosa, una vista rápida de sus edificios deja impregnado un cierto aire rosáceo en la retina.
Por eso, llegar a Toulouse al atardecer es todo un espectáculo y merece la pena. Sus edificios de ladrillo visto de arcilla reflejan a esa hora los rayos del sol y cubren a la ciudad de color rosa.
La plaza del Capitolio es el centro neurálgico de la ciudad y el lugar típico donde se reúne la gente. La rodean estrechas callecitas que, casi siempre, conducen a rincones sorprendentes. La calle del Toro, quizá la más famosa de la ciudad, desemboca en la basílica de St. Sernin, el patrón de Toulouse.
St. Sernin fue el primer obispo católico de la ciudad y por ello fue martirizado y arrastrado por un toro. En su honor, le construyeron la basílica románica más grande de toda Europa.
Otro de los lugares emblemáticos y también reposo de otro santo, concretamente del alma de Santo Tomás de Aquino, es el convento de los jacobinos, una construcción gótica construida enteramente por ladrillos y que queda a medio camino entre la plaza del Capitol y el río Garona, que pasa por la ciudad de camino a Burdeos.
Simplemente, las orillas del Garona, su gran río, ya merece una visita. Ese lugar que se ha convertido en centro de ocio. Igual permite tomar el sol, que quedar con amigos en sus orillas.
Toulouse es una ciudad predominantemente joven, llena de universitarios que además ha sido un punto importantísimo para la colonia española por la inmigración. Eso explica que tanta gente hable español.
Pero si el día en Toulouse resulta bullicioso, la noche lo es aún más. Aquí sí que es palpable el carácter hispano, las calles se llenan de terrazas y locales donde la música en directo está a la orden del día.
Quizá es su mezcla cultural, o quizá el hecho de ser ciudad universitaria, incluso hay algunos que dicen que la culpa la tiene el viento austral, que sopla de vez en cuando alterando los espíritus. El hecho es que Toulouse sorprende, es culta y divertida, y está a tan solo un paso de la frontera.
Tan cerca, que merece la pena una escapada sólo para comer y disfrutar. Es imposible irse de de la ciudad sin probar el pato, el cassoulet, la salchicha de Tolulouse, el foie gras, los quesos…
Si queremos darnos un homenaje sólo tenemos que llegarnos hasta el El mercado Victor Hugo (25 Place Victor Hugo). Aquí lo mejor es ir a tomar un aperitivo a los puestos de embutidos, quesos y panes de la planta de abajo y a comer a los restaurantes del piso de arriba. Los cinco restaurantes del Mercado Victor Hugo utilizan productos frescos del día y comparten un mismo comedor central donde puedes tomar menús con las mejores recetas del terruño.
El cassoulet, un guiso de judías blancas con pato y salchicha de Toulouse del que se inspiró nuestra gloriosa fabada, es un imprescindible, aunque es mejor que lo evitéis para la cena… Los postres a base de queso, son nuestros favoritos. La zona del suroeste de Francia tiene un montón de clases de quesos y un plato a base de quesos de oveja cruda, Bleu des Causses y Rocamadour resulta un postre delicioso.
Y si queremos algo más sofisticado, pues siempre podemos llegarnos hasta el restaurante de Michel Sarran (21, boulevard Armand Duportal +33 (0)5 61 12 32 32)
Su chef, Michel Sarran, cuenta con dos estrellas Michelin, y si quieres probar el auténtico charme de la cocina francesa, éste es un buen lugar. A Michel le gusta jugar en su cocina con lo que su tierra ofrece, sus platos están llenos de lavanda, violetas, foie grass, quesos… Tiene menús confeccionados para el mediodía desde 50 euros con vinos y cafés incluidos. La decoración es moderna y acogedora, y para los días de sol tiene un jardín interior delicioso.
Y después de una buena comida siempre se necesita un buen descanso. El el Grand Hotel de l’Opera es un antiguo convento del siglo XVII situado en la plaza del Capitole. Tiene además un hammam y sauna en exclusiva para los clientes del hotel, después de un día de patear la ciudad, llegar al hotel y darse un masaje de piedras calientes o un lifting japonés es un verdadero placer, y si se hace en pareja más.
Y puesto a realizar una excursión por las cercanías, hay dos opciones obligadas. La Cité de l’Espace: Está a unos 5 kilómetros del centro, pero merece la pena visitarlo. Se puede andar por la luna, embarcarse en una estación MIR y explorar el espacio en una pantalla gigante de unos 6 pisos de altura. Se inauguró en 1997 y ya lo han visitado unos 6 millones de personas. Hay un autobús de línea que lo conecta con el centro todo el día.
La otra es un Crucero fluvial por el Garona y Canal du Midi: Todos los días el barco L’Occitania recorre Toulouse y el Canal du Midi a su llegada a la ciudad del Languedoc. El Canal du Midi une el río Garona con el mar Mediterráneo y es Patrimonio Mundial de la UNESCO. Las travesías nocturnas son espectaculares, la ciudad se ilumina, el Pont Neuf, otro de los símbolos de la ciudad, cambia de color cada pocos segundos y crea unos reflejos en el río impresionantes. Cada travesía dura unas tres horas, con cena y espectáculo incluido. Opciones para todos los gustos….