VERANOS DE CEREAL Y VIÑEDO EN CÓDIGO DS
La reapertura de la bodega del Matarromera, es un buen ejemplo de como entender el enoturismo a las orillas del Duero. Esencia Matarromera se ha hecho esperar, pero ha merecido la pena. Tres años de obras mientras que la cosecha seguía su ritmo. Así es la vida del agricultor… Cuidamos de la tradición con la última tecnología. Algo parecido a lo que sucede en el mundo del automóvil…
Por eso el DS 7 Opera es el coche perfecto para recorrer esto escenarios. El confort de siempre con la última tecnología en seguridad y sostenibilidad. Lo híbrido está de moda y su conducción es una delicada mezcla de eficacía y potencia. Algo parecido sucede con la bodega Esencia Matarromera. La última tecnología en el mundo del vino para un producto donde el cliente busca la esencia del grupo.
Nuestro DS anima a disfrutar de los kilómetros. El río invita a contar historias de castillos, de princesas de mazmorras y duendes… Sólo hay que pararse en algunas de las fortalezas que se mantienen altivas, mejor o peor conservadas, como el castillo de Peñafiel, en la cima de la Peña Fiel, un cerro que vigila la vega del Duratón como un enorme buque de tonos claros. Se alza sobre la muy noble villa de Peñafiel, que fue señorío del famoso Infante Don Juan Manuel.
Tras visitar el buque-insignia de la villa, bajo a las calles soportaladas y jalonadas por las viviendas castellanas típicas. La Plaza del Coso es el centro de la villa y todavía se celebran aquí, como en la Edad Media, novilladas y celebraciones religiosas. El pueblo no sólo es famoso por su castillo, sino porque se disputa la primacía del buen asado con otras villas como Sepúlveda o Arévalo.
Si buscamos lugares más secretos, solo tenemos que llegarnos hasta Curiel de Duero, lugar famoso por su Castillo, pero también por una de las bodegas emergentes más valoradas en la zona: Bodegas comenge. Algunos de sus vinos son un referente en el Mercado centro europeo. Por algo sera…
El camino entre Peñafiel y Valladolid tiene en nuestros días hitos de interés no estrictamente artísticos. Son las bodegas en las que se cría el valioso Ribera de Duero. A lo largo del camino se ensartan algunas de las mejores bodegas que se pueden visitar, como la de Vega Sicilia, en Valbuena de Duero, la bodega de tinto Pesquera de Alejandro Fernández, en Pesquera de Duero.
Es este tramo del Duero un interesante paisaje en el que conviven los castillos medievales, los monasterios y las bodegas en las que se crían algunos de los mejores
vinos del mundo. Los monasterios se remontan a aquellos tiempos de la Reconquista, allá por el siglo XI, cuando la línea fronteriza se fijó en el Tajo. Fue entonces cuando surgieron los monasterios junto al Duero y con ellos llegaron los vinos hasta estas colinas: las cepas de los monjes de Cluny, que en un principio lo cultivaban para consume propio y después se extendieron buscando los terrenos más favorables.
Así se llega al monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena de Duero, luego a Quintanilla de Onésimo y a su monasterio cisterciense de Santa María de la Armedilla, del siglo XIII. Poco más adelante espera otro monasterio, el de Retuerta. El recorrido es casi lo de menos. Un camino de emociones nos lleva a Cuellar o a Iscar. La historia necesita momentos para recordar el valor de las piedras.
Y por supuesto, siempre pensamos en hacer una visita a Valladolid, aunque haya que adentrarse unos kilómetros hacia el valle del Pisuerga, otro de los afluentes más ilustres del Duero. La ciudad ha cambiado para mejor pero siguen siendo las citas imprescindibles la Plaza Mayor, la Universidad, el Museo de Escultura y el Oriental, la Casa de Cervantes, la de Zorrilla, el renacentista Colegio de Santa Cruz y su Catedral.
En Valladolid capital finaliza esta ruta del vino que sigue el curso del río amparándose bajo el arbolado de ribera que va acompañando a la carretera y que ponen la nota de color en un paisaje horizontal. A ambos lados van quedando las cepas que darán origen al afamado vino de Ribera de Duero.
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