BELLE ILE: EL NOMBRE ES EL ADECUADO

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Esta claro que es una isla. Y queda de manifiesto que es un lugar bello. Si buscamos un lugar bonito en la costa atlántica de Francia debemos parar en la Belle-île. Básicamente, es una pequeña isla llena de encantos, que fue una obsesión para Monet, quien pintó hasta 39 veces su paisaje. Precisamente su paisaje, con acantilados tallados por el viento, estupendas playas y un interior donde reinan los tópicos de la campiña francesa, vale por sí solo el viaje.

Los franceses saben que una de las joyas ocultas de esta región es la Belle-île, situada en el golfo de Morbiha, que cautiva a todos aquellos que la visitan con su belleza natural y su encanto único. Ubicada a solo unos kilómetros de la costa de la ciudad de Vannes, la Belle-île. es un destino popular tanto para los lugareños como para los turistas que buscan escapar del bullicio de la ciudad y sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza.

Con una superficie de aproximadamente 15 km², la isla cuenta con una variedad de paisajes, desde playas de arena blanca hasta acantilados escarpados y bosques frondosos.

El ferry que nos permite desembarcar en el puerto de Le Palais, la capital de la isla, encontraréis la fortaleza que Luis XIV mandó rediseñar. Pero quizá la localidad con más encanto no solo de esta pequeña isla del tamaño de Formentera sino de todo el oeste de Francia sea Sauzon, un pequeño pueblo marinero donde sus habitantes dicen que la vida es más feliz que en ninguna otra parte del país.

Uno de los aspectos más destacados de la Belle-île es su impresionante costa, que ofrece kilómetros de playas de arena suave y aguas cristalinas. Un recorrido en bicicleta nos permitirá llegar a lugares maravillosos. Las playas más populares de la isla incluyen la playa de Donnant, conocida por sus impresionantes acantilados y aguas turquesas, y la playa de Kervilahouen, ideal para practicar deportes acuáticos como el surf y el windsurf. En verano, los visitantes pueden ser excesivos, pero eso no reprime el placer de poder disfrutar de pintorescos paseos por la costa, descubriendo calas escondidas y paisajes espectaculares.

Además de sus playas, la Belle-île también ofrece una gran cantidad de actividades al aire libre para los amantes de la naturaleza. Los visitantes pueden explorar los senderos que serpentean a través de los bosques de la isla, pasear en bicicleta por sus pintorescas carreteras o disfrutar de un picnic en uno de sus muchos parques y jardines.

La naturaleza se ha sabido aliar con la historia. Para aquellos interesados en la historia y la cultura, la Belle-île cuenta con una serie de atracciones que vale la pena visitar. El Fuerte Sarah Bernhardt, construido en el siglo XVII para proteger la isla de los invasores, es un impresionante ejemplo de arquitectura militar y ofrece unas vistas panorámicas de la isla y el golfo de Morbihan. El Museo de la Belle Isle, ubicado en un antiguo convento, cuenta la historia de la isla a través de exposiciones interactivas y artefactos históricos.

Además de sus bellezas naturales y su rica historia, la Belle-île también es conocida por su deliciosa gastronomía, que se basa en productos locales frescos y de alta calidad. Los visitantes pueden disfrutar de platos tradicionales bretones como la Galette, una especie de crepe salada rellena de ingredientes como queso, jamón y champiñones, o el marisco fresco capturado a diario en las aguas que rodean la isla.

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