Kitzbuhel y Kirchberg
Hay nombres tan míticos que se convierten en obligados. Esquiar en el Tirol austriaco, en plenos Alpes, es uno de esos placeres que todos los deportistas que aman la nieve saben apreciar y disfrutar en su medida. Es una de esas experiencias que no se olvida nunca, por el glamour, el ambiente y el recuerdo de unos días inolvidables alrededor de la nieve, pero ante todo porque se siente el deporte. Así es el esquí en esta zona de Austria.
Los 179 kms. que unen los apellidos de Kitzbühel y Kirchberg convierten esta zona de los Alpes en un santuario para los que amamos la nieve. La estación de Kitzbühel, Kitz para los “intimos”, es una de las estaciones más selectas de Europa.
Si hay algo que destacar de ella es la calidad de su nieve y el clima tan benigno del que disfruta, ya que sus laderas están orientadas hacia el este y tiene bastantes días soleados. Ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial, Kitzbühel está considerado como uno de los centros deportivos de invierno más importante de los Alpes, que, además, ha lanzado a multitud de campeones mundiales, como Toni Sailer.
Esta estación tiene una serie de pistas que son famosas entre los esquiadores de todo el mundo. Es un lujo deslizarnos por la famosa pista de Streif, en la hondonada de Ehrenbachgraben, que pone a prueba nuestra técnica entre bañeras y palas heladas. Hay que ser muy valiente para lanzarnos por aquí… Aunque, también hay zonas más sencillas como la pista Raintal, en el área de Horn, y los descensos desde Jochberg a Wirtsalm, que pareces un yoyó sobre los esquís. De todas formas, nada hay comparable al descenso olímpico de la pista Streif, que es todo un reto, sobre todo cuando muchas de sus palas están heladas… y si no fuera por las vallas muchas acabarían cayendo al vacío.
La pared casi vertical del Mausefalle preside el entorno y es un recordatorio para los más valientes de que el precipicio está al otro lado. De todas formas, si queremos tener unas impresionantes vistas de los alrededores, lo que hay que hacer es llegar hasta Zweitausender, a 2.004 metros de altitud, desde donde vemos todos los Alpes austriacos. Montaña en estado puro…
Las cumbres nevadas de los Alpes se levantan con majestuosidad. El Hahnenkamm lo preside todo, quedando a ambos lados las vecinas estaciones de Kirchberg y Aurach. Otro sector, el de la montaña Pass Thurn, está unido por remontes que van y vienen con Jochberg. Son las maravillosas cumbres de estos montes míticos que pueblan el corazón de Europa y que rodean al alma-mater de la región, el curativo lago Schwarzsee.
Aquellos a los que les gustan las emociones fuertes, deben saber que cuando el tiempo lo permite se pueden intentar algunas de las palas vírgenes que flanquean la pista Streif. Además, las pistas de Kitzbuheler Horn y las que parten de los telesillas Kasereck y Zweitausender disponen desde hace años de sistemas electrónicos que miden la velocidad del esquiador.
Pero no todo es esquí en esta estación. Quienes buscan algo diferente pueden medir su habilidad en el Curling Rink Lebenberg, en la misma estación de Kitzbühel, donde se practica la nueva y divertida modalidad olímpica de curling, que consiste en acercar un peso a una marca limpiando el hielo por el que éste se desliza.
Otra cosa positiva de la estación es que el ‘skipass’ se puede compartir con las estaciones de Kirchberg, Jochberg y Pab Thurn. Y es que aquí todo está lo suficientemente cerca para que no parezca que está lejos. En pleno corazón de los Alpes, el paisaje parece salido de una postal y, la verdad, aquí no está de más derrochar carretes para presumir de fotos a la vuelta.
Kirchberg presumen de ser un lugar “fácil”, tiene fama de juvenil y sencilla… Todavía se hacen bromas sobre los relojes… “Aquí la gente lleva relojes Swatch, y dejan el Rolex en casa…” Y, además, suele haber bastantes personajes públicos, entre los que destacan algunos viejos deportistas clásicos alemanes, como el ‘kaiser’ Frank Beckenbauer, el futbolista Lothar Mathaus y el tenista Boris Becker. Niki Lauda no falta ningún invierno y su amigo Berni Ecclestone suele ser su invitado. Los famosos no se equivocan, y es que pasar unos días esquiando aquí puede salir bastante más económico que en otras estaciones vecinas, con la ventaja de que las laderas y la nieve son las mismas.
Kirchberg, además, cuenta con numerosas actividades opcionales. Así, se puede elegir entre pasar un rato y dejar algún dinerillo en el Casino, jugar al tenis, nadar en las piscinas cubiertas que hay en la estación o seguir los senderos que hay marcados para recorrer con raquetas. Todo ello sin olvidar que también se imparten cursos de snowboard y esquí.
El pueblo, además, cuando cae la noche queda iluminado por las luces que salen de las ventanas de los hoteles y los bares, cuyo encanto romántico se percibe en el interior, donde crepita el fuego de las chimeneas de los salones. En Rosengarten no faltan las caras conocidas. Las creaciones de Simon Taxacher son un referente de la cocina austriaca contemporánea. Su spa es un referente en la zona. Los que buscan una cocina más popular no fallan en su visita al Kupferstub´n, donde presumen de ser un lugar informal.
No falta tampoco el ambiente nocturno en Kitz para todos los públicos, aunque comienza algo más tarde que en otras estaciones alpinas. En la estación de Kirchberg, por el contrario y aunque es más pequeña que la de Kitzbühel, hay mucha más marcha. Y para los presupuestos más acaudalados está el centro termal de ‘Aquarena’, un spa de lujo al que acuden gentes de toda Europa para ponerse a punto física y mentalmente. El entorno no puede ser mejor, en pleno contacto con la nieve, y las técnicas que se utilizan son de primer orden. Además, programan también excursiones en tren a Innsbruck y Salzburgo, para conocer un poco más el patrimonio histórico de las ciudades más importantes de los alrededores.
EL ORIGEN DE UN MITO
Kitzbühel es uno de los centros deportivos de invierno más importantes de los Alpes desde antes de la Segunda Guerra Mundial. La estación debe su progreso al lago Schwarzsee, cuyo alto contenido en lodo de propiedades curativas comenzó a atraer visitantes ya a finales del siglo XIX. Alrededor de estas circunstancias nació el centro termal ‘Aquarena’.
Gracias a personas como Franz Reisch, introductor del esquí en Kitz, y al coronel George Bilgeri, creador de las unidades de esquí del Ejército de Austria, el deporte blanco comenzó a convertirse en una actividad de masas en los Alpes. En 1931 se celebró la primera carrera del Hahnenkamm, uno de los descensos alpinos más trepidantes, peligrosos y envidiados del mundo.
El teleférico del mismo nombre fue, además, el primero que se levantó en los Alpes austriacos. Corría el año 1934 y la estación de Kitzbühel ya empezaba a ser famosa. Tanto que, desde entonces, la estación ha lanzado a multitud de campeones mundiales de esquí, como Toni Sailer, Molterer, Pravda, Leitner y Karl Koller.
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