PUEBLOS JEEP, hay pueblos que invitan a la aventura
Hay nombres que invitan a la aventura… Es esa sensación de saber que puede meterte por cualquier camino, pasar un riachuelo y llegar hasta ese hito que nos espera al otro lado del pueblo. Ese es el territorio Jeep, una marca que evoluciona con los años y se adapta a las necesidades de cada momento.
Por eso, hay un territorio Jeep donde nos ponemos llenos de barro, comer a la sombra de un emparrado y ver como la vida sigue a pesar del frio o el calor. Nuestros pueblos son un ejemplo de esos escenarios que siempre nos animan a abrir camino.
1.- MEDINA DEL CAMPO. Valladolid.
Medina del Campo, en Valladolid, es una de las citas obligadas en toda gira por Castilla y León. Esta paradigmática localidad atravesada por el río Zapardiel ha sido testigo y escenario de multitud de rifirrafes históricos. Ese legado árabe y cristiano – aquí Fernando VI convocó por primera vez las Cortes – se manifiesta en su condición de Conjunto Histórico Artístico y en las bondades que ofrecen al visitante el castillo de La Mota o el Convento de Santa Clara.
Dos construcciones solemnes que, sin embargo, no son en absoluto lo único que tiene que ofrecer Medina del Campo. Alrededor de su Plaza Mayor – imprescindible pasear por ella y sus alrededores – existen multitud de ofertas gastronómicas para degustar los famosos asados de la localidad, encabezados como no podía ser de otro modo por el lechazo. Si a esto unimos el mercado de Fin de semana o la visita a alguna de las bodegas cercanas, tenemos la opción perfecta.
2.- CASTELL DE FERRO. Granada
Castell de Ferro es una de las joyas de Granada. Todo el repertorio de una localidad rural preparada para acoger visitantes y ofrecerles la historia de esta tierra, muy cerca de Almuñécar y Salobreña. No faltan, por tanto, las playas, como la de Castell de Ferro y la del Sotillo. Imprescindible visitar su castillo árabe, que vigila el entorno a cien metros de altura asegurándose por tanto la defensa de la costa, así como una gira por sus torres vigía, como la de Castell de Ferro y Gualchos. Si queremos disfrutar de actividades al aire libre o de la naturaleza, la sierra de Lijar está a un tiro de piedra, con lo que se queda una oferta turística granadina de lo más variada.
3.- VILLACASTIN. Segovia.
Villacastín (Segovia) es todo un festín rural castellanoleonés. A un tiro de piedra de la propia Segovia y de Madrid, es ideal por tanto para pasar un fin de semana apartado del mundanal ruido disfrutando de la montaña y la gastronomía. Aquí es fácil comer bien y de manera económica: la caza y las carnes a la brasa y, por supuesto, el cochinillo llenan el estómago e invitan a la desconexión.
A eso o a disfrutar de joyas góticas como la iglesia de San Sebastián y su anexo monumento a La Cigüeña, pasear por su casco histórico y la plaza mayor así como pasar frente a sus casas señoriales, encabezadas – entre otras – por la del Conde de Albarreal. Muchas ermitas y plazas, además de una fábrica de piedra destinada a tratar granito gris y que sostiene parte de la economía del lugar.
4.- LANJARON. Granada.
Lanjarón (Granada) es una puerta de acceso perfecta para la Alpujarra granadina. Estamos ante toda una ciudad balneario de aguas medicinales situado nada menos que a los pies de Sierra Nevada, conocida además por su famosa agua embotellada y el cuidadísimo Museo de la Miel.
Obligado pasear por el pintoresco barrio del Hondillo o escoger alguna de las rutas que organizan la visita: la del agua, que sigue las 23 fuentes repartidas por el pueblo, la de las Hornacinas, para encontrar las decenas de receptáculos de vírgenes y santos, la de las ermitas o la de los cañones. Durante el camino nos empaparemos, nunca mejor dicho, de sus casas de cal blanca y reviradas pero muy cuidadas callecitas, además de sus abundantes miradores a la Sierra y el bosque.
5.- PIEDRAHITA. Ávila.
Piedrahita (Ávila) es otra villa declarada Conjunto Histórico-Artístico habitada a lo largo de su historia por romanos, visigodos y, por supuesto, cristianos. De su Plaza Mayor irradian una serie de construcciones civiles y religiosas de gran nivel, desde el Palacio de los Duques de Alba con su Torre del Reloj, hasta la iglesia de Santa Maria la Mayor.
No podemos olvidar el Convento de Santo Domingo, datado del siglo XIV, ni tampoco sentarnos a disfrutar de la buena mesa con alguno de los platos castellanos, ya sea judías, caza o un buen postre dulce, que cualquier restaurante del lugar nos ofrecerá con gusto. Aquí son expertos reposteros y no podemos marcharnos sin probar sus mantecados o la leche frita, entre otras maravillas.
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