Cuando se recorre el Río Nalón desde su nacimiento en los Picos de Europa, las
emociones se entrelazan. Primero las montañas, luego el valle, más tarde las aldeas
y entre vegas y prados, el río va tomando su personalidad. A medida que se acerca
al Cantábrico, las aguas se vuelven más tranquilas y los relatos de marineros más
intensos. Por suerte, algunos lugares como el Gran Hotel Brillante integra todo ese
ambiente con la nueva forma de entender el turismo en la zona. Calidad y estilo, para
dar forma a tradiciones de siempre que necesitan un nuevo lenguaje.

Por eso, sorprende la llegada al Hotel Gran Brillante. Su discreta arquitectura exterior
es una sorpresa que anima a volver una y otra vez. Estamos en uno de los lugares más
desconocidos de Asturias, pero a la vez con mayor encanto: San Esteban de Pravia, una
localidad a orillas del citado Río Nalón. Su recuperación de la mano del empresario
Fernando Artide tiene mucho de reto personal.

Aquí, el pasado tiene sus tributos. Se convirtió en uno de los primeros hoteles
boutique del Principado de Asturias, que a lo largo de su historia ha acogido a
numerosos personajes ilustres, como el escritor nicaragüense Rubén Darío, quien se
alojó en él en 1905, cuando el edificio aún era una pensión. Hoy en día, se trata de un
hotel totalmente rehabilitado y reformado, pero que conserva fielmente la esencia de
esa mítica pensión ‘Brillante’.

La decoración está protagonizada por tonos cálidos: tierra, anaranjados, verdosos y
azules, que evocan las tonalidades del mar Cantábrico. Ese ejercicio de interiorismo
ofrece un resultado maravilloso. El uso de materiales naturales caracteriza tanto el
mobiliario como los suelos, escalones y barandilla hechos de maderas nobles. El
trabajo de Rocío Díez tiene la personalidad de alguien que da valor a su trabajo.

El hotel ofrece 14 habitaciones exteriores que cuentan con detalles únicos y especiales
como los muebles hechos a medida, los cabeceros de las camas, las sábanas de 400
hilos egipcios de Carmen Borja o las molduras de los techos que recrean las que había
originalmente. Además, en la última planta del edificio se ubican las 8 residencias privadas, que ofrecen exclusividad, confort y tranquilidad para parejas, así como familias con niños o grupos.

Tanto en las habitaciones como en las residencias privadas, los cuartos de baño están
decorados con mármoles cálidos de Almería, Alicante y Portugal, y auténtica grifería
portuguesa y muebles hechos a medida, para respetar los espacios de las distintas
dependencias.

Además, en la planta baja se encuentra el maravilloso comedor. Presidido por una
impresionante barra de bar de mármol negro de estilo ‘art decó’; y unas columnas de
hierro fundido originales que han querido mantener tras la reforma. Su cocinero te
prepara un maravilloso bacalao o unas alcachofas en el momento desde su cocina
abierta al público y el personal de recepción, a pesar de su juventud, son los mejores
guías para descubrir los secretos y los recursos de la zona.

La carta del local permite disfrutar de toda la gastronomía regional y local, como
conservas de la zona, quesos o vinos nacionales, con especial protagonismo al
Champagne Laurent Perrier, del cual son embajadores. Pocos locales vamos a
encontrar en con la variedad de vinos y espumosos como este delicioso local.

Por supuesto que el hotel es una excelente base de operaciones para conocer la zona.
Este maravilloso edificio se encuentra rodeado por un enclave de ensueño, en el que
poder disfrutar de actividades en la naturaleza. En San Esteban de Pravia podrás
realizar senderismo, surf, SUP (Stand up paddle), SUP Yoga, cycling routes, rutas a
caballo y excursiones en barco. Además, Muros de Nalón es inicio y fin de las etapas 20
y 21 del Camino de Santiago por la Costa, también conocido como Camino del Norte.

¡Marca el lugar en tu “wish list” más personal!