EL PUEBLO QUE QUIERE DAR NOMBRE AL VALLE: Tabladillo es la escapada
El norte de Segovia parece explotar en primavera. Fuentidueña parece el inicio de todo. El camino que rodea la población marca el escenario. Es una fantástica villa fortificada, con restos del castillo y la muralla, además de un palacio, varias iglesias y casas asoportaladas que se descubren al pasear por sus calles.
La ruta sigue por el valle del Duratón hacia San Miguel de Bernuy. Este tramo es muy atractivo para hacerlo a pie, muchas veces al lado del río, contemplando el vuelo de los buitres leonados. Dejamos de lado parajes más conocidos para desviarnos hacia Valle de Tabladillo, un caserío casi escondido en un paraje de curiosas formaciones rocosas calizas por donde hay varias sendas que proporcionan excelentes caminatas. Su arquitectura tradicional es interesante, con casas de dos plantas en que la baja es de piedra y la alta, de madera y adobe.
Un lugar muy especial. Técnicamente, el pertenece al Ochavo de Las Pedrizas y Valdenavares, de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda y ubicado en la ladera de un profundo valle que excava el arroyo nacido en Castroserracín y que alimenta las aguas del Duratón.
Según documentos del siglo XIII, Valle de Tabladillo se creó con el nombre de Tabladiello por burgaleses del alfoz de Lara, junto a Asur Fernández, conde de Monzón.
El entorno es único. Muchos encuentran la calma en el despoblado de Pajares, donde se pueden observar parte de las ruinas de la que fue su iglesia, hoy convertida en ermita de San Juan. Otro lugar cargado de encanto lo encontramos a la salida del pueblo, hacia Carrascal del Río, se encuentra “San Juan”, una roca en la que crece un pequeño enebro. Más adelante vemos otros peñascos, altos monolitos casi cilíndricos de piedra caliza, que han sido moldeados durante siglos por la erosión, son El Pingocho, El Fraile o Las Monjas. También es interesante el barranco de “La Pecilga”, que se encuentra encima de “El Buquerón”, una alineación rocosa que forma un pequeño cañón. En las laderas, se pueden contemplar las minas de aljez, que en tiempos abastecían de yeso a la población.
En la parte más baja se alza la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, un edificio que fue construido reaprovechando algunos fragmentos de la cornisa románica de la ermita de San Juan, en el despoblado de Pajares.
Próximo al Valle de Tabladillo existen parajes con curiosas formaciones rocosas formadas por la erosión. En la ribera del Arroyo del Valle, existen caminos aptos para senderismo y ciclismo, que nos conducen a bellos paisajes y figuras. El Ayuntamiento ha elaborado diferentes rutas para acceder a estos puntos y disfrutar de su paisaje; Ruta de San Juan, Ruta de La Tejera, Senda del Fraile. Por suerte, en el pueblo se encontrará la información en paneles sobre las sendas.
La fotos a primera hora del día son espectaculares. El Pingocho de San Juan, con una altura de unos cuarenta metros, las tenadas al abrigo y un enebro en lo alto. El Buquerón, cortando y adornando con una verde hiedra que protege al manantial que alimenta la fuente Santa situada en una hondonada con el nombre de la Pecilga.
El Fraile, mide unos 15 metros de altura, durante muchos años albergaba una colmena con miel. En la ladera del lado contrario tres monjas dan la impresión que bajan por la pendiente ladera a rendirse con el confesor. La peña del Obispo, donde con un poco de imaginación se puede reconocer por la mitra y la panza.
En verano, entorno al 15 de agosto, tienen lugar las celebraciones en honor a Nuestra Señora de la Asunción, a las que se suman la semana cultural que organiza la asociación La Olma, en la primera semana del mes. Allí tienen lugar conferencias, campeonatos y actuaciones.
Se dice que las fiestas de Valle de Tabladillo se celebraban en invierno a diferencia de las localidades vecinas porque si las celebraban en verano les robaban la fruta, y es que siempre ha sido una fértil zona cuyo principal recurso ha sido la fruta.
El entorno siempre resulta cautivador. Las carreteras que atraviesan la Sierra de Pradales no tiene un límite claro, y el instinto siempre es un buen referente para buscar una nueva sorpresa. Es fácil llegar a Urueñas, el pueblo que mantiene más población de toda esta zona y concentra algunos servicios fundamentales. Se llega luego, por Navares de Enmedio, a Navares de las Cuevas, otro lugar lleno de sorpresas. Como el palacio de los Marqueses de Revilla, renacentista, y un poco apartada la prerrománica ermita de Nuestra Señora del Barrio.
En Aldeanueva de la Serrezuela se encuentran, como en otras poblaciones de esta zona, lagares y bodegas excavadas en la roca o aprovechando cuevas. También, dos curiosos museos, uno dedicado a Doña Juana la Loca y otro a la Editorial Hernando, que durante más de un siglo realizó una importantísima labor cultural en España y cuyo fundador era originario de Aldeanueva. La ruta continúa por lugares como Aldehorno y Valtiendas y parece que se ha completado el círculo para llegar hasta la cercana Sacramenia. Pero todavía queda una sorpresa más.

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