SIENTE EL CARIBE CON APROACHE

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SIENTE EL CARIBE CON APROACHE


Cuando el invierno se hace sentir en el hemisferio norte, el Caribe se convierte en una invitación luminosa. Entre las aguas más cálidas del planeta, esta región ofrece una de las experiencias de navegación más completas y seductoras. Desde los paisajes verdes, selváticos y volcánicos de Santa Lucía, San Vicente y Martinica hasta los tonos turquesa de los Tobago Cays, el viajero descubre un mosaico de islas donde la naturaleza y el mar se entrelazan con una belleza difícil de olvidar.

Navegar en invierno por el Caribe, desde Martinica hacia las Granadinas y los Tobago Cays, supone adentrarse en un territorio que combina aventura, armonía y autenticidad. En las travesías organizadas por AproacheYachting, los catamaranes surcan mares templados impulsados por los vientos alisios, entre playas vírgenes, fondeaderos escondidos y una cultura isleña que conserva su esencia.

El itinerario habitual de ocho días parte de Le Marin, al sur de Martinica, un puerto bien equipado y punto de partida idóneo para explorar las islas del sur. Tras los trámites de aduana en la Capitanía del puerto y el abastecimiento necesario, comienza la ruta hacia Santa Lucía, donde el primer alto suele hacerse en Rodney Bay. Las aguas tranquilas y transparentes de esta bahía invitan a sumergirse en su vida marina, antes de continuar hacia Soufrière, en la zona sur, dominada por los majestuosos Pitons, declarados Patrimonio de la Humanidad.

En esta parte de la isla, la naturaleza se muestra exuberante: cascadas, senderos tropicales y playas donde la selva llega hasta el mar. Antiguos refugios de piratas como Marigot Bay recuerdan la historia marinera de la región, entre cocoteros, arena blanca y el aroma constante del trópico.

El viaje prosigue hacia el sur, cruzando el canal que separa Santa Lucía de San Vicente. El paisaje cambia: la isla se presenta verde, montañosa y de apariencia casi misteriosa. En sus bahías —Wallilabou, Cumberland— aún se respira el aire pausado de los pueblos pesqueros. Más adelante espera Bequia, una de las joyas de las Granadinas.

Bequia conserva la atmósfera de un Caribe auténtico, con casas de colores vivos, playas como Princess Margaret Beach y un ambiente sereno alejado de los grandes circuitos turísticos. En su capital, Port Elizabeth, el visitante encuentra una mezcla perfecta entre tradición, ritmo local y hospitalidad. Es, además, un lugar cómodo para realizar los trámites de entrada o salida del país antes de seguir hacia el sur.

Desde allí, la navegación continúa hacia Mayreau y los Tobago Cays, un conjunto de islotes deshabitados protegidos como parque marino. Este enclave ofrece uno de los espectáculos naturales más impresionantes del Caribe: arrecifes coralinos, aguas transparentes y encuentros frecuentes con tortugas marinas. En PetiteTabac, pequeña isla cercana, la imaginación se mezcla con la leyenda, pues aquí se rodaron escenas de Piratas del Caribe, otorgándole un aire de aventura cinematográfica.

El clima acompaña siempre. Durante la estación seca, que coincide con el invierno europeo, las temperaturas del aire y del agua rondan los 27 °C, y los vientos alisios constantes aseguran travesías suaves y agradables. La vida a bordo se alterna entre el placer de la navegación, el descanso y las inmersiones en un entorno marino de pureza excepcional.

El recorrido hacia el sur incluye paradas memorables: Petit St. Vincent, con su arrecife y su bar frente al mar; la diminuta Mopion, una lengua de arena blanca coronada por una solitaria sombrilla de paja, perfecta para un baño o una fotografía digna de postal; o la animada Union Island, donde el ambiente del Anchorage Yacht Club y las calles de Clifton Bay revelan el carácter más genuino del Caribe.

En el extremo norte de Union, Chatman Bay ofrece uno de los fondeaderos más apacibles. Al amanecer, el espectáculo de pelícanos y peces saltando entre las aguas recuerda la vitalidad del ecosistema. Desde la cercana Sunset Cove, la caída del sol tiñe el horizonte de tonos naranjas y violetas imposibles de reproducir.

El regreso hacia Martinica cierra la travesía con nuevas paradas y madrugadas al amanecer. La sensación general es la de haber vivido un viaje donde el tiempo se diluye, donde el mar, el viento y la luz crean una experiencia que permanece más allá del recuerdo.

Navegar por las Granadinas con Aproache Yachting es descubrir un Caribe que aún conserva su esencia: islas hospitalarias, naturaleza intacta y una autenticidad que se percibe en cada puerto y cada sonrisa. Un destino para quienes buscan la belleza sin artificios, la calma del mar y la emoción de sentirse parte de un paisaje hecho de agua, selva y horizonte.

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