Andalucia con un trabuco
Andalucía ha sido la región que más nombres ha aportado a la historia romántica de los bandoleros. Temidos “héroes locales” que recorrían los campos andaluces en busca de una historia que protagonizar, en las coplas y en los recuerdos de una comarca. Canciones populares que cantan desde hace siglos las glorias de estos bandidos, los cuales eran cantaores de flamenco, conquistadores de mujeres o toreros pero su «mitología privada» dice que robaban al rico para dárselo al pobre. Todos tenían en común que la mala suerte o las circunstancias les habían empujado a ese camino, por campiñas y serranías, cuevas y pueblos, ventas y plazas de toros de las tierras andaluzas.
Sevilla es parada inexcusable antes de ponernos en marcha. Aquí puede hacer un buen acopio de fuerzas con una ronda de tapeo en sus conocidas tabernas, o visitar, para ir ambientándose, algunas de las plazas donde ajusticiaban a los bandoleros.
Pero el viaje comienza justo en el centro geográfico del bandolerismo, los pueblos de las campiñas de la provincia. Estepa es un buen inicio. Es lo que podríamos considerar “tierra natal” de muchos bandoleros de todos los tiempos, desde el romano Corracotta, hasta el Pernales, El Vivillo y Juan Caballero, el más famoso y celebrado por las coplas, el cual cuenta la historia, fue amnistiado y pasó sus últimos días como respetable caballero de esta localidad.
Muchas son las cosas que se conservan de la época de los bandoleros, la torrecita de la calle Armargura, donde vivió un hombre que hizo fortuna guardando los bandoleros, cuevas a las afueras del pueblo donde se refugiaban los perseguidos, y un tesoro, la casa de Juan Caballero, tal y como lo marca las iniciales de su puerta.
El recuerdo vivo de estos ilustres personajes, se mantiene en el camarín de la Virgen de los Remedios, en la Iglesia del Dulce Nombre. La llamada Virgen de los Bandoleros, lleva aún joyas muy valiosas, donadas por sus devotos bandidos, como acción de gracias o de perdón. Un encantador pueblo “blanco”, de gran riqueza monumental (el Convento de Santa Clara, la Torre de la Victoria, o la Iglesia Santa Mª de la Asunción, son ejemplos a visitar) además le ofrece la posibilidad de llevarse los mejores polvorones y mantecados que haya probado nunca. Hablando de probar, no se olvide de saborear el famoso “salmorejo” y el cocido casero, delicia de todo “bandolero” que se precie.
Otra buena parada puede ser Osuna, de donde era Diego Corrientes, el bandolero que nunca mató y que murió traicionado por uno de los suyos a los 25 años. Allí, en la tierra de este noble bandido, encontramos unos muy bien conservados monumentos: la Colegiata del siglo XVI con los sepulcros de los Duques de Osuna, la antigua Universidad, el Teatro, los conventos de la Encarnación y de la Concepción, y la torre cartaginesa. Para reponer fuerzas en esta empinada urbe romana, nada mejor que como adentrarse en algunos de sus bares y degustar alguna tapa regada con algún vino de la comarca.
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