Las juderías más bonitas de España
En la historia de España hay una huella imborrable de la convivencia de judíos, mudéjares y cristianos. Nuestro país cuenta con un legado sefardí del que hoy podemos disfrutar y admirar en la arquitectura y la gastronomía en diferentes ciudades del país.
En las juderías se vivía el día a día. Se trabajaba y se desarrollaban las actividades comerciales. En un paseo por ellas, es posible imaginar cómo era el estilo de vida, cómo vivían y en qué trabajaban. Sería muy largo describir el gran legado sefardí con el que hoy contamos. Pero es apasionante admirar las juderías bien conservadas que tenemos en España.
Las estrechas calles de estos barrios judíos nos hacen viajar a la época medieval de manera casi mágica e inmediata. Es una manera de vivir la historia. En España tenemos la suerte de tener unas cuantas. Nuevos descubrimientos y la revalorización del algunos núcleos urbanos ponen en valor nuevos aspectos de la cultura de nuestras ciudades. Destacan las juderías en ciudades como las de Barcelona, Ávila, Cáceres, Calahorra, Córdoba, Hervás, Jaén, León, Lucena, Oviedo, Segovia, Toledo, etcétera.
Uno de los barrios judíos descubiertos recientemente de unos 4 860 metros cuadrados ha permitido poner al descubierto los vestigios que se han encontrado en la parte de la trama medieval de la ciudad.
Es posible contemplar, entre otras, la casa de una familia judía adinerada –la Casa del Pogrom–, incendiada por los cristianos en 1391, donde se ha encontrado la única crátera andalusí de España, un picaporte con tres estrellas de David, cerámicas de mesa, restos de ropa doblada, vajilla, una espada, piezas de barro, un caldero de cobre, entre otros objetos típicos de la época, que ya han sido tratados convenientemente por la Universidad de Lleida.
Lérida luce un poco más bonita con los Jardines de la Cuirassa, una nueva zona verde de 6.000 m2 en medio de un espacio histórico que la Generalitat de Cataluña ha recuperado para potenciar su atractivo patrimonial y turístico.
Si está sólo de paso por esta zona, puede pasar la noche en El Parador de Lleida en la calle Cavallers, 15. Ubicado en el antiguo Convento del Roser. Pura majestuosidad reconvertida en un hotel de 53 habitaciones y un magnífico restaurante que no le dejará indiferente.
Cuenta la leyenda que un judío prometió a Dios convertirse al cristianismo si sobrevivía a la mordedura de una serpiente venenosa. Tras haberse salvado, él mismo construyó la iglesia de San Vicent.
También podemos ver las huellas judías en Ávila si recorremos la calle de los Reyes Católicos, donde se ubicaba la sinagoga de Belforad y numerosos comercios judíos. Sus calles no mienten. En menos de un minuto se sentirá parte del medievo, como por arte de magia.
La mejor manera de descubrir los restos de las juderías es caminando y observando en cada rincón señales del pasado sefardí. Es lo que se hace cuando se visita Toledo, ya que no hay un límite definido de la zona judía, sino una preciosa mezcla de culturas que hace aún más hermosa esta ciudad medieval.
Los rasgos sefardís se encuentran diseminados por toda la ciudad. Uno de los símbolos, de obligada visita, es la sinagoga del Siglo XIV… ¡Pura historia! Conozca el legado judío de Toledo mientras disfruta de un mazapán, otra de las herencias gastronómicas que nos dejó esta mezcla de culturas de la época.
Hervas y el valle de Ambroz. Cáceres
Si no se conoce hay que visitarlo. Hervas es un pueblo maravilloso, que ofrece su barrio judío como un secreto arquitectónico. Cuestas, callejones, pasadizos y decenas de casas de adobe y madera lo convierten en un lugar mágico. Muy bien conservadas y convertidas en el mejor reclamo turístico de la población.