ESE BOCADO MERECE UNA PARADA: dulces de pueblo

Categories: Gastronomía, Viajes1065 words5,7 min read

El goloso no conoce fronteras ni obstáculo. Sube, baja, se desvía y logra el objetivo. Un dulce, un horno y un descanso pueden ser la excusa perfecta para planificar esa escapada o esa ruta en familia inevitable. Llegar a una casa con unos dulces nos ayudará a ser bien recibidos… Aquí te damos una ideas no tan conocidas.

1.- MANTECADOS DE PORTILLO (VALLADOLID)

Uno de los dulces más tradicionales de Castilla y León son los mantecados de Portillo, originarios, como bien indica su nombre, de la localidad de Portillo, en la provincia de Valladolid. Este dulce tiene una larga historia que se remonta al siglo XV, lo que lo convierte en una de las recetas más antiguas de la región. La base de estos mantecados es sencilla, pero su sabor es inigualable. Este dulce se baña en una cobertura hecha a base de claras de huevo y azúcar y también se le puede añadir ralladura de limón o naranja, canela, anís o aguardiente (en su defecto, vino blanco). Su textura es suave, pero crujiente por fuera, lo que los convierte en un bocado perfecto para acompañar una copa de licor, especialmente durante las festividades navideñas.
A lo largo de los siglos, los mantecados de Portillo han permanecido casi inalterados, y su producción sigue siendo artesanal, lo que hace que su disponibilidad sea limitada, pero también que su sabor siga siendo auténtico y único. No es de extrañar que muchas personas viajen desde otras partes de España para conseguir estos dulces en su lugar de origen.

 

2.- SOBAOS PASIEGOS (CANTABRIA)

Nuestra ruta continúa en Cantabria. Allí, uno de los dulces más conocidos son los sobaos pasiegos, que provienen del Valle del Pas, una región de montañas y praderas. Los sobaos pasiegos son bizcochos esponjosos, elaborados con mantequilla, harina, azúcar, levadura y huevos, que se caracterizan por su textura densa y su sabor a mantequilla. Se consumen principalmente en el desayuno o la merienda, acompañados de un vaso de leche.
Lo más curioso de los sobaos es su envoltorio, que tiene forma de cuna, lo que le da un toque tradicional y distintivo. Además, el sobao pasiego cuenta con la Indicación Geográfica Protegida desde 2004, lo que asegura que solo los productos elaborados en el Valle del Pas puedan llevar este nombre y garantizar su autenticidad. En los Valles Pasiegos también se elaboran las quesadas pasiegas, otro dulce típico de la región que merece la pena probar.

 

3.- MAZAPÁN DE SOTO (LA RIOJA)

En el corazón de La Rioja, en el pequeño pueblo de Soto en Cameros, se elabora un mazapán único que ha sido parte de la tradición local durante más de un siglo. Este mazapán es una variante de los tradicionales mazapanes de origen árabe, pero con un toque especial que lo hace diferente. Está elaborado con almendra molida, azúcar, esencia de limón y una pizca de almendra amarga, lo que le da un sabor delicioso y delicado.
La receta del mazapán de Soto fue transmitida por Juan de Dios Redondo, quien comenzó a fabricarlo en 1870 siguiendo una receta monástica. En 1989, el mazapán de Soto obtuvo la denominación La Rioja Calidad, lo que garantiza su calidad y autenticidad.
Y si esto nos parece poco, seguro que podemos acercarnos hasta Alfaro, que también está en La Rioja. Entre verduras, frutas y embutidos, seguro que encontramos unos Rusos. Los pasteles rusos de Alfaro son una especialidad que se originó en 1883, cuando un confitero de la localidad decidió adaptar los famosos pasteles rusos que se servían en la corte de los zares rusos. Estos pasteles ligeros y delicados están hechos de azúcar, mantequilla y huevos, y se caracterizan por su esponjosidad. Su fama ha trascendido las fronteras de La Rioja, convirtiéndose en una tradición para quienes visitan la región.

 

4.- LOS FEOS DE VILLALPANDO (ZAMORA)

Quienes hayan viajado por carretera de Madrid a Asturias probablemente reconozcan esta parada, famosa por sus dulces. A pesar de que su nombre no invite a comerlos, merece realmente la pena probarlos. Los feos son unas deliciosas pastas de almendra, cuyo nombre proviene de un curioso
error cometido por su creador, Sinfoniano Burgos, en el siglo XIX. Al intentar hacer otro postre, Burgos terminó con una masa con un aspecto nada apetitoso. En lugar de desecharla, decidió darle forma de galleta, y el resultado fue un acierto. Los auténticos feos se elaboran en la pastelería La Concepción, regentada por los descendientes del inventor de este particular dulce.

 

5.- TORTAS DE ALCÁZAR DE SAN JUAN (CIUDAD REAL)

En este caso, el dulce más famoso de Alcázar de San Juan se trata de un bizcocho esponjoso, de forma redonda y plana, que, a pesar de su simplicidad, es muy apreciado. Es común que los habitantes de Alcázar lleven algunas de estas tortas cuando se marchan, como una especie de tradición. Su origen se remonta a 1594, cuando las monjas clarisas las preparaban en su convento. Una de las versiones más conocidas cuenta que una de estas monjas, al escapar del convento en busca de libertad, llevó consigo una receta escrita en un papel. Durante su huida, la monja cayó a un pozo y murió, pero al encontrarla, los habitantes del lugar se hicieron con la receta. No se sabe con certeza si esta historia es verdadera, pero lo que sí está claro es que la fábrica Las Canteras ha sido la encargada de su producción desde 1850.

 

6.- CARAJITOS DEL PROFESOR DE SALAS (ASTURIAS)

En 1918 comenzaron a comercializarse los carajitos en La Casa del Profesor, ubicada en la villa de Salas. Este local, conocido por ser un punto de encuentro y conversación, era dirigido por Falín, un hombre con una amplia trayectoria como funerario, corresponsal de prensa y profesor de música.
En su establecimiento se ofrecían unas galletas hechas con avellanas, que pronto tomaron el nombre de carajitos, debido a un indiano habitual del lugar. Este hombre, al pedirlas, solía exclamar: “¡Dame un carajo de esos!” y desde entonces se les puso ese nombre.

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