LAS VACAS FELICES DEL PIRINEO DE LLEIDA

Categories: Gastronomía1026 words5,5 min read

A menudo los moteros que recorren la N-260 por la vertiente sur de los Pirineos se paran para ver la silueta de la montañas y como prados y bosques crean un paisaje idílico. El verdadero protagonista de este escenario es el ganado vacuno que pasta con cierta desidia y mira pasar a los transeúntes con cierta dejadez. Sus “cencerros” y campanillas marcan su jerarquía  y crean un hilo musical que agrada a todo mundo… Es el mundo rural idílico de la ganadería en extensivo.

¿El resultado? Pues ese chuletón tan deseado en nuestro restaurante favorito o ese paquete de carne  que tenemos en casa para cenar tranquilamente en familia. El nuevo ganadero apuesta por la calidad y su vacas son el reflejo de esa tendencia de la calidad. Explotaciones pequeñas, gestionadas con  la propiedad e integradas en el comercio local que en muchos ocasiones son las que venden el producto.    

Un buen ejemplo lo encontramos en el Vall de Boí dominan bien la carne de vaca del Pirineo. No en vano es uno de los mayores patrimonios de este municipio de ocho pequeñas poblaciones enclavadas en los más bonitos paisajes pirenaicos. No sólo se vive del esquí, el senderismo y sus  iglesias románicas, aunque sean patrimonio de la humanidad. Tradición, oficio y naturaleza se dan cita en un destino turístico que, sencillamente, tiene de todo. 

Ramón y su familia se sienten muy orgullosos de sus orígenes.  En la zona todo el mundo conocer el Hotel Farre D´Avall, que Pili dirige con maestría. En su restaurante y en el supermercado de Barruera, se puede encontrar deliciosas piezas de carne de las vacas que comen y comen los pastos de montañas. 

También, en la zona se puede optar por El restaurante El Ventador, también Barruera, (Passeig Sant Feliu 49) donde ponen en valor este producto. Este es otro negocio perfectamente consciente del lugar que ocupa en esta cadena alimenticia que conecta la naturaleza con el tejido humano y económico de Lérida. La cocina de Elisabet Farrero, artesanal y de proximidad, utiliza productos frescos y de primera calidad procedentes del Pirineo, con las carnes de la ganadería de su padre como  referentes desde el día de su apertura. 

En esta ruta gastronómica por el Pirineo leridano es imprescindible elevar las bondades de la ternera autóctona. Una carne de altísima calidad criada en zonas de montaña con los mejores pastos y en plena naturaleza, lo que da lugar a un producto saludable, tierno y de incalculable sabor que, además, ha sostenido de manera indiscutible la industria del lugar.

Esto lo saben bien en Alàs, entre el río Segre y la sierra del Cadí en la parte occidental del Valle, donde nos encontramos con Ca L’Andreu.  Un lugar maravilloso, donde Urgell Isús y Andreu Ramos han transformado  su explotación ganadera. Aquí la vida rural es la protagonista, con muchas masías tradicionales que nos proporcionan esa imagen típica de ideal del entorno y la vida de pueblo que ningún turista puede rechazar. Dos suites donde de la casa principal enseñan mucho de como se puede vivir en la montaña. 

Una explotación ganadera que nunca ha olvidado su carácter familiar y que por eso mismo trata de hacer las cosas mejor que los demás. Dedicados en cuerpo y alma a producir carne ecológica de la mejor calidad, en Ca L’Andreu se cuida el bienestar de unos animales que viven en un entorno natural tranquilo y libre. No en vano está considerada una de las mejores ganaderías del país en la venta de productos online.  

El pequeño pueblo de Alàs nos recompensa por su parte con todo lo que esperamos de un pequeño núcleo poblacional pirenaico: paisajes, silencio, tranquilidad y una enorme red de senderos que comunican Alàs con el resto de pueblitos de alrededor. 

En Martinet encontramos otra empresa, Embutidos Turet, que trata de tú a tú no solo a clientes, sino también a su materia prima. Francesc Turet, artesano charcutero y poseedor de la iniciativa, es todo un artista de productos de  su zona.  Sus embutidos y su quesos son el mejor escaparate  para los productores de la zona. Todo aquí está elaborado artesanalmente, con unos deliciosos salchichones y sí, la inigualable ternera ecológica del Valle. Los quesos, por cierto, tampoco se quedan atrás, con todo el sabor del Pirineo y la Baja Cerdeña. Se hace imprescindible visitar su tienda en la calle Segre 54 de la localidad, quizá de camino a un buen paseo por el río Segre (parte vital de su identidad) o el Parque Natural del Cadí, un entorno extraordinario para caminar y perdernos en la naturaleza. 

Y unos kilómetros hacia el este este, en Prullans, en la comarca de la Cerdanya de Lleida, encontramos fincas como La Bastida, consagrada a la cría de ternera Bruna del Pirineo. Creada en 1989 por un campesino y un carnicero que vende el producto en Bellver de Cerdanya, En conjunto, Prullans es un ejemplo paradigmático de todo lo que puede ofrecernos la industria del lugar, siendo por otro lado un ideal destino montañés para conocer la comarca. 

Prullans es también un paraíso para amantes de la espeleología, con una cueva como la del Serrat d’Anes, poblada en la Edad de Bronce y protagonista de una de las más bonitas y potenciales excursiones que podemos hacer por los alrededores. El valle, en todo caso, nos recompensará con preciosas vistas. 

Hacia el este por la N-260, desde La Seu, siempre podemos parar en Pujalt, cerca de Sort para conocer las vacas de Albert de Moner, que sube y baja de la montaña con asombrosa facilidad, sin mirar  su  edad. Casa Beta fue pionera  en la venta directa al consumidor y sus clientes se lo reconocen. El oficio y el talento trae su recompensa, en el campo y en la ciudad.

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