BOSQUES PARA UN VW T-CROSS

Categories: Motor, Viajes1571 words8,3 min read

Suben las temperaturas. Es primavera. La temporada del año ideal para acercarnos con nuestros hijos a la naturaleza y a los bosques, que siguen siendo una de las grandes referencias de ocio. Te damos 7 ideas para escaparte en familia a bosques encantados llenos de tranquilidad para los mayores y de aventura y descubrimiento para los pequeños.

Caminos, sendas o cañadas son lugares de referencia para un vehículo polivalente y moderno, que nos permite llegar a lugares inesperados. Un fin de semana con un T-Cross de Volkswagen es una forma de acércanos a la naturaleza de otro modo… Sin limitaciones, sin problemas. La evolución natural del ocio. Su diseño ligero nos permite tener acceso a numerosos lugares. Además de su potente aspecto SUV,  destaca su interior, que ha experimentado un salto cualitativo,  con una pantalla en el cuadro de instrumentos de ocho pulgadas.

Por otra parte, los asientos delanteros elevados proporcionan una buena visibilidad panorámica. Además, también demuestra adaptarse rápido a los cambios con su concepto de interior flexible: la banqueta trasera móvil y abatible proporciona más espacio de almacenamiento o seating comfort si es necesario. Cuando salimos al bosque siempre podemos volver con piezas inesperadas. Por eso, el respaldo del asiento del acompañante puede abatirse completamente de forma opcional, lo que ofrece aún más espacio para el equipaje, práctico si se quieren transportar objetos voluminosos de hasta 2,4 m de longitud. El concepto de espacio se completa con compartimentos portaobjetos y bolsillos, portavasos y un soporte par smartphone en la consola central.

La iluminación es muy importante para este tipo de acciones. Si bien Dynamic Light Assist ayuda a iluminar de manera predictiva las carreteras sinuosas y garantiza que el tráfico que viene en sentido contrario no se deslumbre incluso cuando las luces de carretera están activas, los segmentos LED individuales del sistema de luces de alta tecnología garantizan una mejor distribución de la luz mediante la activación y desactivación específicas según el situación de conducción. Esto no solo aumenta su seguridad, sino también la de otros usuarios de la carretera.

1. Bosque de Saja. Cantabria.

El Río Saja (Cantabria) forma a su paso el hermoso valle con su mismo nombre y alimenta las arboledas que forman el Parque Natural de Saja – Besaya. En medio de robledales, hayedos y abedules se abren claros que invitan al descanso y a la observación del paisaje. Los pocos habitantes de la zona se agrupan en pequeñas aldeas que todavía viven de cara al bosque. Pueden llegar a verse lobos, jabalíes, corzos y liebres, además la vegetación también permite que tejones, urogallos, garduños y toda clase de pájaros habiten este apacible paraje. Los niños disfrutarán buscando entre las ramas de los árboles al Pito Negro, en rey del bosque, tan grande como una paloma, negro muy oscuro y con un mechón rojo intenso que le alegra la cabeza y que lo hace inconfundible entre los demás pájaros.

Cuatro kilómetros antes de Bárcena Mayor encontrarás la aldea de Correpoco, y allí Casa Lucas donde se preparan las genuinas Picayas Chamarugas, unos pasteles de hojaldre inventados por ellos que tienen forma de picaya (bastón) y son chamarugas (como se les conoce a los de la región).

2. Dehesas Salmantinas. Salamanca

Las dehesas tienen un encanto especial para quien va en busca de bosques. Al contrario que el paisaje asturiano o navarro, verde y frondoso, la dehesa se abre y llama desde lejos a los paseantes a tumbarse apaciblemente a la sombra de las encinas. En estos bosques de árboles con espacios propios y prados interminables en ligeras ondulaciones, el más común de los habitantes es el toro de lidia, que embellece el paisaje con su silueta rotunda.

Pueden realizarse diversos recorridos en bicicleta o a pie por los diferentes caminos y carreteras que unen los pueblos de la zona. Es imprescindible la visita a la pastelería de Gregorio Etreros (Dámaso de Ledesma, 6. Ciudad Rodrigo) para regalar a los niños duquesitas, almendrados, repelados y muchos dulces caseros después de una jornada de paseos al aire libre.

3. Palmeral de Elche. Alicante

Elche es una ciudad bosque o una ciudad oasis, según como se mire, ya que la gran cantidad de palmeras que alberga la han convertido en el mayor bosque de este tipo de Europa. En plena ciudad pueden encontrarse varios huertos convertidos en parques que hacen de las palmeras los protagonistas de los paseos. En El Huerto del Cura se encuentra la Palmera Imperial (dedicada a la emperatriz Isabel de Austria), que tiene una curiosa forma de candelabro que fascinará a los niños, al igual que el Huerto del Chocolatero y el del gato, que harán volar su imaginación hasta países lejanos. Un recorrido por la ciudad le permitirá conocer la tradición zapatera y de otros artículos de piel de gran calidad que aquí se producen.

Un pequeño homenaje para los golosos es la gran variedad de postres y aperitivos elaborados con dátiles, un gusto para no perderse.

4. Irati. Navarra

En Navarra comienza el hayedo más grande y hermoso de Europa occidental que se pierde entre las montañas para llegar a Francia. El otoño es Irati. Es el bosque en el sentido puro de la palabra: una arboleda nacida de sí misma, con una capa mullida de hojas sobre la que se hace aun más agradable pasear. Vale la pena observar la variedad de colores de los árboles en otoño, buscar los pequeños abetos que forman islas verdes en medio de tanto colorido y pasear entre el bosque más puro y de fácil acceso de la península. En Ochagavía puede visitarse el centro de interpretación de la naturaleza para maravillarse aun más con el entorno. Los demás pueblos del valle se distinguen por su tranquilidad durante todo el año, la riqueza arquitectónica de sus casas e iglesias y la excelente comida que sirven, ideal para recuperar las fuerzas después de una larga caminata entre árboles.

5.- Los bosques de Villacastín. Segovia.

Perfecto para recorrer en bicicleta. Todo un recorrido para realizar por escenarios del propio pueblo y recorriendo algunos de los mejores parajes. Después de atravesar algunos tramos la Fresneda, se podrá recorrer algunos de los caminos de las Cárcavas o del Viejo camino de San García, pasando por las ruinas de la Ermita de San Andrés o por las encinas del Segoviano.

Es un recorrido que apuesta por la técnica más que por la velocidad, con terrenos y desniveles muy diferentes. La organización es una de las grandes apuestas de la organización atravesando todas las carreteras por pasos a distinto nivel para mayor seguridad de los participantes y usando los viejos caminos de herradura.

6. Pinsapar de Grazalema. Cádiz.

Es curioso encontrar en Cádiz un bosque de abetos al más puro estilo escandinavo. Esto se debe a que Grazalema es la zona más húmeda de toda la península, ya que su situación geográfica es perfecta para atrapar todos los frentes atlánticos que se deshacen en lluvia a lo largo de todo el año. Debido a estas condiciones el paisaje de Grazalema se convierte en el pinar situado más al sur de toda Europa, un Parque Natural rodeado además de inmensos desfiladeros calizos que embellecen aún más el paisaje con cuevas, y paredes escarpadas.

Al pinsapo, este peculiar abeto, le crecen las ramas casi desde su parte más cercana al suelo, hasta quedar en forma de un altísimo triángulo perfecto. Cerca de la sierra de Grazalema se encuentra Ubrique, famosa por su artesanía en piel, y Grazalema, la bella ciudad que da nombre a la sierra, además de estar declarada como monumento histórico artístico, es también conocida por las historias de contrabandistas y bandoleros que se establecieron allí.

Para visitar la zona es imprescindible solicitar un permiso ya que está restringido el acceso a al zona. Con la ayuda de un guía se pueden escoger cinco itinerarios para conocer algunos de los rincones más interesantes de la zona.

7. Pinares de Vinuesa. Soria.

Saliendo de Vinuesa, una población encantadora donde dar paseos agradables entre casas de piedra restauradas, comienza una carretera estrecha y rodeada de pinares que han ocupado el lugar de los robles y hayas que fueron destruidos por los pastores para convertir en pastizales para las ovejas, que conduce a la impresionante Laguna Negra. Estos pinos forman ahora el bosque más productivo de España y son la base de la economía de la zona.

Conforme se va ascendiendo, comienzan a aparecer los hayedos que en otoño tiñen de colores las orillas de la Laguna Negra, que por el contrario de su nombre, posee unas aguas cristalinas que en otoño reflejan los pinos, las hayas y las peñas que la rodean y convierten el entorno en una imagen digna del más hermoso y difícil de los puzzles.

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