Castillos, palacios y una buena tarde junto al río

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Imaginarse la península ibérica hace unos cuantos siglos es un ejercicio mucho menos costoso de lo que cabría pensar a primera vista dependiendo de en qué ciudad o pueblo nos encontremos. De hecho, en algunas localidades, como Almazán, esa tarea no requiere el más mínimo esfuerzo porque el tiempo las ha tratado tan bien que parece haberse detenido en cierto modo en muchas de sus calles. Su concurso de Tapas y Pichos medievales es tan importante como el de Torreznos. Entre vino y cerveza, tapa y pincho el otoño se diluye con tranquilidad. El nuevo Citroën C4X es un coche perfecto para disfrutar del viaje hasta la localidad y acercarnos a los numerosos lugares cercanos. El río Duero nos marca la ruta de este a oeste y la viaja carretera que une Medinaceli y Soria nos va a demostrar que la naturaleza sabe mucho de belleza.

Por suerte, en la península tenemos una larga lista de pueblos que apuestan por unir la Historia y la Gastronomía. Algunos se integran en la Red de Ciudades y Villas Medievales, diez localidades -ocho españolas y dos portuguesas- donde los amantes de la cultura medieval se sentirán en su particular paraíso.

En Almazán, en la última edición del pasado fin de semana, la vencedora ha sido una tapa llamada “Capas Medievales” del Hotel Antonio. Con una creación de Cristina Mateo y el establecimiento ya ganó el pasado año. En el concurso participaron 16 tapas, y se mantienen en la carta en los próximos días.

Quienes pasaron por la villa soriana los pasados fines de semana ya pudieron probar una buena muestra de su gastronomía en el XV Concurso de Tapas y Pinchos Medievales, el escenario perfecto para elegir al cocinero que les representará en el encuentro nacional. Por eso las barras estaban, y estarán, repletas de original gastronomía medieval minimalista. El requisito, que los ingredientes ya estuvieran en Almazán en torno al año 1450, lo que da propuestas tan originales como el sushi de manitas de cerdo o un rollito de pollo con dátiles entre un largo listado de opciones.

Con el estómago lleno de la fusión de recuerdos y novedades gastronómicas siempre es buen momento para descubrir los encantos de estas ciudades que parecen suspendidas en el tiempo. Como frontera entre el mundo árabe y el cristiano hace siglos, y después fuente de disputa entre los reinos de Aragón y Castilla, Almazán conserva en sus calles un aire de gran villa que vivió su máximo esplendor en la época de los Reyes Católicos, cuya corte se instaló allí en varias ocasiones.

Aún mantiene tres puertas monumentales de su recinto amurallado medieval, y es que su antigua muralla es una de las protagonistas de esta localidad soriana. De hecho, de su traducción al romance resulta ‘El Fortificado’.

Además, cuenta con un tesoro del románico, la iglesia de San Miguel, ubicada en una Plaza Mayor repleta de sorpresas como el palacio gótico-renacentista de los Hurtado de Mendoza. Las pastelerías de la zona y algunos de los productos locales que podemos encontrar en los supermercados de la localidad nos van a dar muchas ideas y sorpresas. Paciencias, mantecados y unos deliciosos turrones hacen las delicias de cualquier goloso. Prohibido volver sin una lata de mantequilla de Soria. Un delicado manjar que sabe igual que hace décadas.

Nuestro Citroën C4X nos permite disfrutar de la carretera con tranquilidad. Su motor diésel optimiza cada kilómetro y nos permite viajar con amplitud porque tanto los asientos delanteros como los traseros son muy amplios. Si a esto unimos un gran maletero y un bajo consumo los amantes a los viajes sin estrecheces van a ser felices.

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