Davos
Hay nombres que invitan a visitarlos. Davos es una de esos. La ciudad más alta de los Alpes y de Europa, está a sólo dos horas del aeropuerto de Zúrich y sus accesos son tan estupendos como todo lo que lleva la garantía suiza. Su prestigio como destino de invierno tanto de esquiadores expertos como de la jet set enganchada a la nieve se ha mantenido durante décadas.
En los años 50 era fácil cruzarse con mitos del cine como Paul Newman, Gregory Peck, Yul Brynner, Lauren Bacall, Gene Kelly o Greta Garbo. Hoy en día, las pistas de esquí de Davos -Klosters reciben a personajes de la alta nobleza europea y demás celebrities que intentan pasar inadvertidos. Mientras la ciudad se erige, desde 1991, como sede de la asamblea anual del Foro Económico Mundial, a la que acuden los principales líderes empresariales y políticos internacionales, periodistas e intelectuales de todo el mundo para debatir sobre salud, economía y medioambiente. Estar allí es casi una necesidad…
Por encima de los sublimes debates a Davos se va a disfrutar. ¿Qué hacer en Davos?
Ante todo, esquiar. Davos Klosters es el nombre que recibe la zona de esquí, una de las más grandes y altas de Europa, con una cota máxima de 2844 metros… Casi 300 kms de pistas esquiables son ya un reclamo para una visita en cualquier estilo. En Jacob Horn se encuentra la zona especializada en snowboard y freestyle, el Jatz Park, con rampas perfectas para realizar 18 tipos de saltos y acrobacias sobre una tabla.
Aquí se puede ser el primero en la pista porque ese es el sueño de cualquier loco por el esquí. Eso sí, requiere tomárselo en serio y levantarse pronto para no perder el turno. Se trata de dejar tu huella en la pista antes de que abran oficialmente, de ver salir el sol en los Alpes, de escuchar como pocos el silencio del entorno antes de que abran los remontes. Desde las 7:30 de la mañana y durante dos horas, las pistas de Parsenn son sólo para los espabilados que se apunten el día anterior antes de las cinco de la tarde.
Los más adictos a la nieve pueden dormir en una aldea-igloo, porque lo más exclusivo es habitual en Davos, y alojarse en un iglú es ya del todo excepcional. Esta particular villa se encuentra perfectamente integrada con la zona de Parsenn, también conocida como la cuna del esquí alpino, con fans de la nieve desde 1895. El hotel tiene capacidad para 46 personas en cinco tipos de iglús y cuenta con una zona común en una cabaña finlandesa cuyo espacio se distribuye alrededor de una gran chimenea. Bañarse en el jacuzzi, dormir en los fantásticos sacos de dormir especiales y utilizar las pistas antes de que los remontes se llenen de gente no tiene precio.
Los más tranquilos, siempre pueden dar un paseo en coche de caballos entre la nieve. Romántico o familiar, recorrer los caminos nevados de los alpes suizos es sin duda un plan encantador. Todos los jueves, desde diciembre hasta abril, se organizan salidas de tarde noche en coche tirado de caballos desde Klosters Platz.hasta el restaurante Alp Garfium, en plena montaña, donde reciben a los viajeros con una deliciosa fondue de auténtico queso suizo.
Para cerrar el día siempre nos queda la opción de un spa de alta montaña. La imagen de bañistas en agua humeante rodeados de nieve no se encuentra sólo en Islandia. La piscina climatizada del spa Eau La Lá, situada en el jardín del edificio, a 1560 metros sobre el nivel del mar y con vistas sobre los Alpes es una experiencia que hay que vivir. El establecimiento ofrece un circuito de hidroterapia al aire libre e indoor durante toda el año. Un oasis para relajar los músculos después de una jornada en las pistas. Desde 25€.
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