ESCOBAS, BRUJAS Y UNA BUENA RUTA
Seguro que cuando piensas en viajar, lo primero que te viene a la cabeza seguro que no tiene nada que ver con brujas. Sin embargo, ¿qué pensarías si te dijéramos que un viaje ideal es esta ruta que te presentamos que está muy relacionada con brujas? Aunque puede que a algunos estos personajes ancianos y con dientes no muy perfectos no les caigan bien, lo cierto es que esta recorrido que te contamos es una auténtica maravilla.
1. Tredós, Lleida
Las montañas siempre han tenido un atractivo especial para quienes disfrutan de las leyendas. Según la mitología, este paisaje fue creado por Hércules como un lugar de descanso para su amada Pyrene, quien murió allí a manos de Gerión, un monstruo con tres cuerpos y tres cabezas. Pyrene fue enterrada entre el valle de Benasque y el Val d’Aran, y las piedras usadas en su tumba se transformaron en las montañas que conocemos hoy. Pero Pyrene no es la única figura misteriosa que ha habitado los Pirineos. En el Val d’Aran, en el pequeño pueblo de Tredós, también viven las brujas. A través del Camin dera Bruisha (el Camino de la Bruja) se pueden encontrar huellas de su presencia.
El Camino de la Bruja de Tredós es una ruta muy popular para hacer con niños, ya que es fácil y circular, de menos de dos kilómetros. Se puede disfrutar en familia mientras se camina por el bosque, sin dificultad alguna. El recorrido comienza en el mismo pueblo, donde podemos dejar el coche. A lo largo del camino, junto al río Garona, hay señales de madera que nos indican la dirección. Durante el paseo, pasaremos por la Puerta de las Brujas y nos adentraremos en su mundo, con casas y árboles que parecen tener vida (algunos tienen caras talladas en sus troncos).
Al finalizar el camino, podemos dar un paseo por Tredós, un pintoresco pueblo con arquitectura de montaña, casas de piedra y tejados de pizarra. Su historia se remonta a la Edad Media, y su iglesia más antigua, la de Mare de Déu de Cap d’Aran de Tredós, data del siglo XII. El pueblo está ubicado a más de 1.300 metros de altitud, cerca de otros pueblos como Bagergue y Salardú. Además, está cerca del Parque Nacional de Aigüestortes i Estanys de Sant Maurici, lo que lo convierte en un excelente punto de partida para hacer senderismo, como la famosa y exigente ruta de los siete lagos de Colomers.
2. Soportújar, Granada
Incluso la famosa bruja Baba Yaga, de la mitología eslava, ha encontrado su hogar en este pequeño pueblo blanco de la Alpujarra granadina. En una plaza del pueblo se puede ver su casita de madera, con grandes patas de gallina, junto a una fuente misteriosa de la que solo se puede beber si se resuelve un acertijo.
El primer personaje que encontramos es la cabeza de Baba Yaga, esculpida por Ángel Vera. Su rostro es temible, con ojos brillantes, una nariz afilada y una expresión malhumorada. Ella da la bienvenida a los visitantes del pueblo. Según la leyenda local, la bruja favorita de Baba Yaga son los niños pequeños, y el guía bromea diciendo que les gusta merendar a los menores de nueve años, lo que hace saltar un sobresalto entre los niños.
Además, en el pueblo está el Centro de Interpretación de la Brujería, un lugar interesante para que los más pequeños aprendan sobre pócimas, hechizos y aquelarres. También se dedican a temas como los «hombres del saco» y las pinturas negras de Francisco Goya. Los visitantes pueden incluso probarse algunas de las máscaras aterradoras que se exhiben allí, y conseguir un mapa del pueblo con los lugares más emblemáticos.
3. Llanes, Asturias
Este pueblo marinero también tiene su historia de personajes inquietantes, como la famosa bruja Ana María García la Llobera, nacida en Posada de Llanes en 1623. Ana María fue la séptima hija de una familia de siete hermanas, y si hubiera sido varón, habría tenido el destino de convertirse en lobisome (hombre lobo). Tras una niñez difícil, a los 20 años se convirtió en aprendiz de Catalina González, una bruja de la zona. Catalina le enseñó a curar y a controlar a los lobos, lo que hizo que Ana María se ganara una gran fama en toda Asturias. Conocida como «La Lobera«, ayudaba a los vaqueiros de los Picos de Europa.
Sin embargo, el amor la llevó a Toledo, donde fue acusada de brujería por la Inquisición. Aunque no fue condenada a la hoguera, regresó a Asturias y se alejó de la persecución. Hoy en día, la figura de la Lobera se honra en el Aquelarre de Celorio, donde se celebra una fiesta en su memoria. En la aldea de Barros, en Llanes, también se organiza una Fiesta de las Brujas, que rinde homenaje a estas mujeres misteriosas y poderosas con música y fuego.
4. Zugarramurdi, Navarra
La historia de la brujería más conocida en España ocurrió en Zugarramurdi, un pueblo en el Pirineo navarro. A principios del siglo XVII, la Inquisición desató una caza de brujas en esta región, condenando a doce mujeres a morir en la hoguera por supuestas prácticas satánicas. Esta es una de las páginas más oscuras de la historia de la Inquisición en España.
Hoy en día, Zugarramurdi es conocido como el pueblo de las brujas, y muchos turistas visitan el prado donde se decía que las hechiceras celebraban sus aquelarres, bailando hasta el amanecer. También se puede visitar la Cueva de las Brujas, situada a las afueras del pueblo, un lugar lleno de misterio. En el centro del pueblo, el Museo de las Brujas muestra los instrumentos de tortura utilizados por la Inquisición para obtener confesiones, dejando una sensación inquietante sobre el pasado oscuro del lugar.
5. Cernégula, Burgos
Cernégula es un pequeño pueblo de Castilla también conocido por sus brujas. Se dice que durante siglos, las brujas se reunían en la laguna del pueblo para llevar a cabo aquelarres y compartir recetas mágicas. Llegaban montadas en escobas, provenientes de Cantabria y Navarra, para escapar de la persecución de la Inquisición. Según las leyendas, incluso el propio Satanás presidía estos rituales.
Hoy en día, muchas casas del pueblo aún tienen veletas con la figura de una bruja montada en su escoba, como un recordatorio de este pasado misterioso. La laguna, que se alimenta de aguas pluviales y del deshielo, es uno de los principales atractivos del pueblo. En invierno, se congela y permite patinar sobre el hielo, mientras que en verano, aunque su nivel de agua baja, nunca se seca. Junto a ella, también se encuentran otras lagunas, como la Pila Vieja y la Venta Parra, que completan el paisaje de este curioso lugar.
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