Hoteles que emocionan
Si decidimos ahora nuestro próximo destino, la vida puede ser más fácil. Un hotel nos puede servir de inspiración. Una isla, una ciudad o un hacienda… El destino es casi tan importante como nuestra aptitud… Estos te van a sorprender.
Hotel Brick
Art Deco con Estilo DF
En Mexico DF se sabe vivir, y eso se nota. Pocos saben que Kerouac o Burroughs fueron residentes del Barrio Roma, que es ahora uno de las zonas de moda. Vamos… que es la zona donde tomar una copa cuando el tráfico permite moverse con rapidez por esta ciudad maravillosa. Ese estilo parisino que tanto gustaba a Porfirio Díaz dejó grandes joyas arquitectónicas y alguna que otra plaza ajardinada, como la de Río de Janeiro, con su gran escultura del David.
El lugar perfecto para alojarnos y disfrutar de la ciudad es el Hotel Brick, un acierto pleno. Un lugar a la altura del espíritu aristocrático de principios del siglo XX que rezuma todo el barrio. El aire vintage de los bulevares y de los palacetes de estilo art noveau rodeados de jardines de mayor o menor tamaño, invitan a quedarse por unos días y vivir desde dentro ese extraño viaje a la Belle Époque con acento mariachi. Aunque dicen que la casa fue hogar de los amores prohibidos de algún militar y durante años funcionó como un taller de cerrajería.
Sólo hay diecisiete habitaciones para hipsters de todo el mundo que se aventuren por el distrito federal y lo puedan pagar. La amplísima y lujosa Suite La Romita, se asoma a la calle Tabasco la W.Orrin, la más encantadora, con una agradable terraza para desayunar o ver atardeceres sobre la calle Orizaba y la R. Bell, que mira al jardín y a la piscina, merecen la lista de espera, aunque las cuatro suites dúplex, o como dicen por estas tierras, penthouse loft, no tienen nada que desmerecer respecto a las demás. Las habitaciones superiores son las más luminosas…
Hotel Furillen
La austeridad de la belleza industrial
Parece difícil imaginar que dormir en medio de una cementera abandonada puede estar de moda. Es posible, y lo han conseguido Johan y Anna-Karin Hellstöm en su original Fabriken Furillen, un curioso hotel instalado en una cantera abandonada en un apartado rincón de Suecia. El hotel es puro diseño pero los restos de la vieja cantera que dejó de explotarse en los años 70, permanecen como testigo, feo y mudo, de la era industrial.
No es un hotel para todos los públicos y hay quien no encontrará atractiva la idea de instalarse unos días en este fantasmagórico monumento de la era industrial solitario, extraño y adornado tan sólo por una extrema sencillez. Se equivocarían: los que van se enganchan. La luz de Gotland, al sureste de la Suecia Continental, es tan especial que por aquí pasan todos los fotógrafos suecos y muchos otros de todo el mundo. Playas irrepetibles, inmensos campos de flores y la soledad son lujos muy valiosos de los que se puede disfrutar en este remoto rincón nórdico.
Tras los amplios ventanales que consiguen invadir de luz y paisaje habitaciones y zonas comunes, domina la sencillez, con algunos austeros adornos, siempre dentro de la estética escandinava, con líneas limpias y detalles cálidos entre los que dominan las velas y las flores, un buen fuego en la chimenea, el pan recién horneado en los desayunos y comidas, y unos edredones fantásticos… ambiente sueco cien por cien.
No hay instalaciones superfluas en el Furillen, ni son necesarias. Tampoco se ofrecen servicios que no se necesitan. Trato exquisito y amable y una gran relación entre el cliente y el hotel, los hacen innecesarios. Franceses, italianos y suecos llenan las habitaciones de este rincón que entusiasma a amantes de la naturaleza y los sencillos detalles de la vida: luz, paisaje, conversación….
Una de los mejores ejemplos de hacienda del eje cafetero, un auténtico hotel que invita al descanso y contacto con la naturaleza, la cultura cafetera y un sitio estratégico para visitar cada uno de los atractivos del Eje Cafetero.
Su estructura es la de la típica hacienda, con su balconada corrida a la que se asoman todas las habitaciones y su fachada pintada de alegres colores. Está situada frente al promontorio de Peñas Blancas, que los conquistadores llamaban el ojo de Santa Bibiana.
Ofrece 24 habitaciones confortables y muy agradables, además de piscina, zona de jacuzzi, sauna y baño turco y espacios para reuniones. Por supuesto, incluye propuestas de senderismo y de recorrido por los cultivos de café y plátanos acompañados por expertos.
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