VINUESA: PRIMAVERA TARDÍA Y PERFECTA
Vinuesa, encajada entre pinares y leyendas, es la puerta de entrada a la Soria más verde y misteriosa. En sus calles empedradas y sus alrededores de ensueño, el viajero encuentra diez experiencias esenciales para ver, hacer, saborear y llevarse en el recuerdo. Aquí tienes tu decálogo literario para descubrir Vinuesa y su entorno. Es uno de esos lugares que parecen perfecto para sentir que la vida rural puede ser perfecta. Te damos ideas para no entender la vida de otra manera.
1. Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión: el espejo de los mitos
En lo alto de la sierra, la Laguna Negra reposa como un ojo oscuro, rodeado de paredes de granito y bosques de pino albar. Sus aguas, profundas y frías, han inspirado leyendas de abismos sin fondo y criaturas ancestrales.
La versión machadiana de uno de esos mitos describe un parricidio, el del patriarca Alvargonzález, por dos de sus hijos que quieren heredar pronto sus tierras, las cuales dejan de producir tras su asesinato. El tercero de los hijos vuelve como rico indiano y les compra parte de las tierras, las cuales vuelven a fructificar y provocar la ira y envidia de sus dos hermanos que, finalmente, lo matan también pero, llevados por el remordimiento, huyen del lugar y ascienden a la Laguna Negra a la que echaron antaño el cadáver del padre con una piedra atada a sus pies, y allí perecen: “Otro día, los hijos de Alvargonzález tomaron silenciosos el camino de la Laguna Negra.
Cuando caía la tarde, cruzaban por entre las hayas y los pinos. Dos lobos que se asomaron a verles, huyeron espantados. Al llegar a la laguna contemplaron un momento el agua tranquila. ¡Padre! gritaron, y cuando en los huecos de las rocas el eco repetía: ¡padre! ¡padre! ¡padre! ya se los había tragado el agua de la laguna sin fondo”.
Caminar hasta su orilla es adentrarse en un mundo donde el tiempo se detiene y el silencio se vuelve protagonista. Desde aquí, los más intrépidos pueden ascender hacia los Picos de Urbión, donde nace el Duero y el viento cuenta historias de nieve y pastores.
2. Embalse de la Cuerda del Pozo y Playa Pita: el mar soriano
Bajo las aguas del embalse duerme el antiguo pueblo de La Muedra. Hoy, la Cuerda del Pozo es un mar interior donde se reflejan los pinares y se escucha el rumor de las olas en Playa Pita. En verano, las familias se bañan, navegan en kayak y disfrutan de pícnics a la sombra. Cuando cae la tarde, la luz dorada convierte el paisaje en un cuadro impresionista, y el aire se llena de risas y promesas de aventuras. Si a esto unimos algún rebaño de ovejas que se recortan el pàsto de la pradera, la escena es perfecta.
3. Pueblos pinariegos: Molinos de Duero y Salduero, la esencia rural
A pocos kilómetros de Vinuesa, Molinos de Duero y Salduero conservan la arquitectura pinariega: casas de piedra, aleros generosos y escudos que narran la historia de los carreteros. Pasear por sus calles es viajar al pasado, entre fuentes de caño que vuelvan sus aguas en el río Duero y plazas donde el tiempo parece haberse detenido. Aquí, la hospitalidad es ley y el aroma a leña y pan recién hecho impregna el aire. Una maravilla.
4. Sierra de Cebollera: bosques, ciervos y setas
La Sierra de Cebollera es un tapiz de hayedos y pinares, refugio de ciervos y escenario de la berrea otoñal. En sus senderos, el caminante descubre lagunas glaciares y claros donde brotan setas en otoño, tesoros buscados por los amantes de la micología. Subir a sus cumbres es contemplar la inmensidad de Soria y sentir el pulso de la naturaleza más salvaje.
5. Castroviejo: las catedrales de piedra
En Duruelo de la Sierra, pero después de una kilómetros de ascensión por un tupido pinar, Castroviejo sorprende con sus formaciones rocosas, esculpidas por el viento y el agua en formas caprichosas. Torres, cuevas y pasadizos invitan a la imaginación y al juego. Desde el mirador, la vista se pierde en un mar de pinos y montañas, y al pie de las rocas, el silencio es absoluto, roto solo por el canto de los pájaros y el susurro del viento. El nacimiento del río Duero, tiene algo de reto, pero merece la pena.
6. Monumento Natural de la Fuentona: el manantial de los orígenes
La Fuentona es un manantial de aguas cristalinas que brotan desde las entrañas de la tierra, dando vida al río Abión. El entorno es un vergel de fresnos y sauces, donde el agua fluye entre cascadas y pozas. Aquí, la naturaleza se muestra en su estado más puro, y el visitante puede escuchar el latido de la tierra y el murmullo de los acuíferos subterráneos.
7. Casco histórico de Vinuesa: piedra, madera y memoria
El corazón de Vinuesa late en su Plaza Mayor, rodeada de casas blasonadas y soportales. La Iglesia de Nuestra Señora del Pino, con su imponente torre gótica, vigila el pueblo desde lo alto. Calles estrechas y empedradas invitan a perderse y descubrir rincones llenos de historia: el puente romano, la Casa de los Ramos, el Museo del Pinar. Cada piedra cuenta una historia de trashumancia, carreteros y vida serrana.
8. Sabores de la tierra: cordero, setas y dulces de Vinuesa
Sentarse a la mesa en Vinuesa es celebrar la generosidad de la tierra. El cordero asado, la caldereta de cordero y los embutidos artesanos son manjares imprescindibles. En otoño, las setas llenan los platos de aromas forestales. Para el postre, las yemas de Vinuesa y los sobadillos endulzan el paladar. Los restaurantes El Lago, La Casona y Taberna El Nogal son templos del buen comer. El hotel Reina de Tardajos de Rusticae o el Hostal Urbión, para bolsillos más humildes son buenas opciones.
9. Artesanía y recuerdos: madera, lana y miel
En las tiendas de Vinuesa y los pueblos cercanos, la artesanía es un reflejo de la vida rural: tallas de madera de pino, cestos de mimbre, mantas de lana y productos de la colmena. Llevarse a casa una pieza artesanal es conservar un fragmento de la sierra, un objeto hecho con manos sabias y tiempo pausado. La miel de brezo y los quesos locales son recuerdos que prolongan el viaje.
10. Actividades outdoor: aventura entre pinos y agua
Opciones para todos. Vinuesa es un paraíso para los amantes de la naturaleza activa. En el Punto de Nieve de Santa Inés, el invierno se vive esquiando, haciendo raquetas o trineos de perros. En verano, el embalse invita al piragüismo, la vela y el paddle surf. Los senderos atraviesan bosques y montañas, ideales para el trekking, la bicicleta o las rutas a caballo. Para los más atrevidos, la escalada y el parque de tirolinas VinuesAventura desafían los límites entre risas y adrenalina.
Vinuesa y su entorno son un mosaico de paisajes, sabores y tradiciones que hechizan al visitante. Aquí, cada experiencia es un poema escrito por la naturaleza y la memoria, una invitación a regresar siempre, aunque sea en sueños.