PUEBLOS MIRADORES EN LA SIERRA DE GREDOS

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Situado a escasos kilómetros de la provincia de Salamanca y en pleno valle del Corneja encontramos esta bonita localidad bañada por las aguas del río Tormes. Para un lado Plasencia, para otro Béjar, aquí en Barco de Ávila, el Tormes cambia de dirección formando un ángulo recto hacia el norte y adentrándose en los paisajes completamente diferentes de páramos salmantinos. Pocos lugares vamos encontrar para disfrutar de nuestra VW Transportes como esta zona, porque cada pueblo es una dosis de emoción.

Estos días de invierno la zona es un silencioso paraíso. Los pueblos parece dormidos. Las calles de Aliseda, La Lastra del Cano o Horcajo de la Ribera están a menudo vacías. Los gatos son silenciosos vigilantes de muchas ventanas y el humo de las chimeneas nos dice cuantos vecinos quedan en el pueblo.

En la mayoría de los casos, cada pueblo es un mirador. Un sitio perfecto para un paseo, una siesta o unas cervecitas con toda clase de tapas en el bar que suele ser el punto de encuentro en cada pueblo.

Aquí el tapeo se entiende en torno al cerdo, que es la base del torrezno, el morro, la oreja o la morcilla… Todo se aprovecha para poder acompañar las famosas “patatas machas”, que cualquier abuela prepara en su casa… Buena patata, cocida en puchero y con pimentón de la Vera, que está muy cerca.

Escondida en medio de la sierra, este es uno de esos pueblos en los que aún cuentan los coches que pasan en invierno y donde algunos han comenzado a rehabilitar las casas. Está situado a unos kilómetros de la carretera principal, la que conduce desde Navarredonda de Gredos a Barco de Avila. Su imagen es la que uno ha visto en las fotos de la España rural de los cincuenta, con mujeres vestidas de negro atentas ante la visita de cualquier extraño y con una arquitectura popular de piedra y barro.

Siguiendo por el Tormes, llegamos a Hoyos del Espino. A los escaladores y montañeros se han añadido en los últimos años los amantes de los caballos que encuentran aquí una amplia oferta de excursiones ecuestres por los diferentes valles de esta cordillera. La VW Transporter se mueve a la mil maravillas por estos caminos.

Afortunadamente, Hoyos conserva aún algunas de sus casas típicas e incluso una ermita de estilo románico, la del Espino, en la parte alta del lugar. Lo demás, son casas de veraneo, hoteles, restaurantes y todo tipo de servicios para que los visitantes inicien sus marchas hacia la montaña.

Desde Hoyos del Espino sale una carretera local que nos sube hasta la Plataforma de Gredos, sorprendiendo la belleza del conjunto de Gredos. Llegar caminando hasta su circo nos lleva unas dos horas por un trazado que no es excesivamente complicado, aunque de todas formas no viene mal llevar un calzado cómodo.

Cuando llegamos arriba, el esfuerzo está más que justificado. La singularidad y la belleza de sus paisajes lo merecen. Estamos en el destino abulense preferido para senderistas, montañeros y escaladores. Y en lo alto de la plataforma, vemos a la auténtica reina de estos lugares, la cabra montés.

Al otro lado, por las cercanías de Villatoro, encontramos otro pueblo muy interesante, Bonilla de la Sierra, una población que hoy es sólo la sombra de lo que fue en la Edad Media, cuando formaba parte de los dominios del obispado de Avila y era lugar de recreo y residencia de verano de los prelados. Es esta importancia la que puede explicar que en este pequeño pueblo se mantenga una colegiata de enormes dimensiones. Cada pueblo es una sorpresa.

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