Jardines de invierno
Si tiramos de historia, la mayoría de las civilizaciones buscaron modelar la naturaleza a su antojo, dominando el espacio con jardines a su gusto, aunque quienes más empeño pusieron fueron los árabes. Dicen que el jardín árabe manifiesta la idea del paraíso islámico en la tierra, que se imagina como un jardín donde los cinco sentidos disfrutan. Y ese culto tan sorprendente al jardín, donde cada detalle está estudiado para componer una estampa de perfecta armonía, sigue vivo tras siglos de tradición no solo en el Generalife de Granada. Dicen que los inviernos templados y los veranos suaves gracias al mar y a la cercanía de las montañas que la rodean tienen mucho que ver en que esa tradición botánica siga manteniéndose hoy en día.
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Un jardín de esculturas en Jete
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Los que quieran salirse del circuito más tradicional y probar algo nuevo tienen una buena opción en el Jardín Museo de Kitty Harri. La escritora sueca de nacionalidad canadiense que firma sus best sellers como Kitty Sewell llegó a la localidad de Jete hace 14 años. Y allí, en una finca de 5.000 metros cuadrados, comenzó su carrera como escultora en su propio jardín, donde ahora exhibe alrededor de 170 piezas de las que más de la mitad son suyas.
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Todo empezó cuando la escritora empezó a recibir en su casa a un grupo literario que acudía a hablar de sus libros. Lo hacían mientras paseaban por el jardín, y pensaron que era un escenario perfecto para abrir las puertas del arte en un espacio natural a todos los que tuvieran ciertas inquietudes artísticas. Se alza sobre el valle Tropical ofreciendo unas vistas alucinantes, tanto de las sierras de Almijara y Cazulas, como del mar Mediterráneo. Para no perder detalle.
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El Generalife Chico
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No encontraréis a sus puertas tantísimo público como el que suele haber esperando para ver El Generalife, pero el jardín nazarí de Vélez de Benaudalla recuerda tanto al jardín más famoso de Granada que lo llaman el Generalife chico. Catalogado como jardín histórico entre los bienes de interés Cultural de la Junta de Andalucía, también se conoce como el jardín de los sentidos, y es que como el resto de jardines de Al-Andalus, según la tradición fue diseñado para proporcionar beneficios espirituales, estéticos, científicos y alimenticios.
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Los aficionados a la historia encontrarán además un buen ejemplo de cómo eran los jardines-huertos de la cultura nazarí porque se ha conservado perfectamente, manteniendo la estructura originaria casi en su totalidad. Imprescindible no saltarse las cuevas naturales creadas por el agua en el acantilado de piedra travertina.
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No es lo que parece, pero siempre llama la atención este espectacular edificio del siglo XIX situado en una colina entre Salobreña y Motril desde el que hay unas vistas espectaculares de Sierra Nevada, Vega de Motril y Salobreña, con el mar de fondo, que son un regalo para los aficionados a las panorámicas de postal. Pero además, junto a ese edificio se puede pasear por dos estupendos jardines unidos por una escalinata: el del Generalife, del siglo XVIII, y el Jardín de Invierno, del siglo XIX, donde han crecido árboles centenarios entre los que se encuentran magnolios, araucarias o un cedro del Líbano además de cipreses y varios tipos de palmeras que se mezclan con buganvillas, jazmines y celindos dando color a la espacio.
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En el centro de Almuñecar, al pie de las murallas del castillo medieval y junto a la factoría de salazones de pescado púnico fenicia de Sexi, un gran parque que además es yacimiento arqueológico cuenta con casi dos centenares de especies botánicas que representan todas las zonas tropicales del mundo: Centro y Sur de América, Filipinas, Madagascar, China, África, India, Japón, Malasia, Indonesia, Australia, Nueva Zelanda, Melanesia, Micronesia, Polinesia… Un microcosmos rodeado además de esculturas en mármol en el que merece la pena invertir tiempo con un paseo sin prisa.
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