Islas Eólicas
Siempre es un buen momento para volver a los sitios que nos gustan. Si las fotos de las Islas Eólicas son reclamo suficiente para querer navegar en sus aguas, por algo será. Nuestro barco parece encantado de dormir una noche en el puerto de Palermo, en la costa norte de Sicilia, pero sus velas adoran moverse entre las siluetas de las Islas Eólicas. No es extraño que más de un anuncio publicitario se halla rodado frente a sus costas. Cualquier toma es un reclamo para un nuevo producto. En total, siete islas para disfrutar de otro mundo.
Con los amigos de Aproache decidimos alquilar un catamarán en Sicilia desde la base de Portorosa porque éramos un grupo de 9 personas y queríamos tener mas espacio. En las otras ocasiones que hemos navegado por estas aguas siempre habíamos alquilado un velero desde Palermo.
Cuando el velero parte hacia Stromboli un suave viento de popa anima la navegación. Tras una primera travesía, el tiempo se calma y el mar parece una balsa. La costa va desapareciendo mientras el barco alcanza una velocidad de 8 nudos, adentrándose en un mar profundo. Con un poco de suerte, el volcán está activo y será impresionante ver el humo saliendo de su boca. Para ver el magma hay que acercarse a doscientos metros de la cima con excursiones organizadas.
En un primer día se fondea cerca del muelle de Scari, donde se encuentra el pueblo de San Vincenzo, en las faldas de la montaña. A pesar del volcán, la naturaleza es generosa en la isla, y las laderas están tupidas de una maravillosa vegetación de colores verdes, ocres y marrones con chumberas, higueras, olivos y otras plantas que dibujan una estampa inconfundiblemente mediterránea. La iglesia de cúpula gris y campanario rojo completan el cuadro. Para los nostálgicos del celuloide, el mayor atractivo es ver el lugar donde se rodará la película “Stromboli, Terra di Dio” que inmortalizara Ingrid Bergman bajo la dirección de Roberto Rosellini en 1950.
A una hora de Stromboli se llega a Panarea, un pequeño archipiélago de islotes. Cualquiera se quedaría con la boca abierta al ver los yates y los barcos que hay fondeados en frente de la playa. Tiene fama de ser la isla más elitista del archipiélago. Las casas cuadradas y encaladas están salpicadas de buganvillas, el sol reflejado en el mar, las calas de agua transparente, las tiendas… todo es atractivo en Panarea.
Lípari, en honor del rey Liparo, puede presumir de ser la mayor de las islas y la capital. Las laderas de la montaña son blancas, con toboganes de piedra gigantescos. La fuente de riqueza de estas islas desde la antigüedad era la producción de la obsidiana y la piedra pómez que son variedades de lava solidificada.
Quedan otros destinos en las islas Eólicas como Filicudi, Alicudi o Vulcano, islas llenas de encanto cuajadas de chumberas, higueras, parras, moreras y un intenso olor a pino. Es la foto de postal perfecta: al fondo el mar y el cielo azul, con la luz del sol naranja, en medio el negro de la arena de la playa y en primer plano los prados amarillos, los cactus, los olivos.
En cualquier cala, aparece una casa de comidas con la auténtica “mamma italiana” que va de mesa en mesa asegurando que los comensales se lo coman todo, pues el chef es su marido y no admite críticas. Difícil es encontrar falta a la comida italiana casera, primero un “antipasti” de verduras al grill, aceitunas jugosas y luego un buen pescado al horno con hierbas y tomates, o una “Melanzzana” de berenjena y queso, y de postre una “panacota” de esas de mil calorías por cucharada. Lo que antes era una prisión para los desterrados romanos, es ahora un refugio para viajeros sofisticados. ¡Cómo cambian los tiempos!
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