La frontera del olvido

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Hay carreteras que dejan un hueco para la ilusión. El Duero, en su tramo salmantino es un ejemplo de cómo el paisaje nos va a ir sacando sorpresas en cada tramo. A pesar del frío y el silencio, este lugar tiene un componente mágico. Los caminos de herradura que se dibujan en las laderas de las montañas hablan de café, azúcar y medicinas en tiempo de estraperlo… y eso es justo que ahora se recuerde. Los tiempos cambian, pero sería injusto olvidarse de ese pasado.

En el tramo de carretera que lleva a Saucelle, antes de pasar la frontera por la presa de este nombre, debemos parar en el Mirador del Contrabando. Dicen los folletos, que pertenece a la red «Paisajes de Las Arribes. Ruta de los Miradores», creado por el Plan de Dinamización Turística de la Zona Sur de Las Arribes. Pero eso es casi lo menos importante.

Desde el mirador se puede ver una amplia perspectiva de la abrupta orografía que deja a su paso el Duero, en donde se encuentra la Cabeza de Moncalvo, cerro en donde se encuentran los restos de una muralla de un castro prerromano, el Cerro del Reventón, la cantera de Saucelle, de donde se extrajo parte de la piedra para realizar el Salto, la Peña Durón, en suelo portugués, uno de los mejores sitios para ver el vuelo de las rapaces y unas impresionantes vistas sobre el Duero y el Salto de Saucelle, y la Peña de la Vela, por donde discurría la Ruta del Contrabando.

Pieza fundamental para recuperación de las posibilidades turísticas en la zona, ha sido todo el complejo turístico de Aldeaduero. Lo que eran las antiguas instalaciones de Iberdrola, construidas para la realización de la obra del citado Salto de Saucelle, en la zona fronteriza con Portugal, se ha convertido en una experiencia muy interesante. Un concepto de nuevo turismo que integra y recupera el patrimonio arquitectónico.

Estamos en el corazón del Parque Natural de Arribes del Duero se han recuperado 26 casas perfectamente equipadas, en un entorno único.. Al interés por la experiencia turística, hay que unir la riqueza natural. Buitres leonados, cigüeñas negras, o águilas reales son reclamo para todos los aficionados a la ornitología.

Más hacia el sur, también encontramos una novedad turística. Lo que era un fuerte de defensa fronteriza, se ha convertido en un fantástico hotel. El Real Fuerte de la Concepción era una colección de ruinas ajenas a su glorioso pasado. La construcción del siglo XVII parece recuperar su porte aristocrático. Atrás quedan las peleas entre españoles y portugueses hasta el Tratado de los Pirineos o las luchas de las tropas de Wellington frente a la caballería francesa en nuestra guerra de la Independencia. Su aspecto actual ha convertido en una de las mejores ofertas de turismo histórico en manos de un promotor privado, que demuestra como la vanguardia no está reñida con el amor por la historia.

Hay otras opciones históricas, como la Fortaleza Almeida. Portugal. Tlf: +351 271 574 283. En el interior de esta bonita localidad clasificada como Patrimonio Nacional. Pertenece a Pousadas de Portugal y es el lugar perfecto para degustar auténtica cocina lusa. Sopa de pescado del río Coa, bacalao relleno de jamón, y maravillosos dulces. Y si decidimos quedarnos en territorio español, siempre podemos alojarnos en el castillo de Ciudad Rodrigo, Pz. Castillo, 1. Ciudad Rodrigo. Tlf: 923 460 150. En un ambiente acogedor y una decoración acorde con el lugar que ocupa nos ofrece una gastronomía típica salmantina, con el farinato, embutidos y asados como platos estrella.

Las posibilidades de la zona son infinitas. Ciudad Rodrigo puede aportar su rancio aire aristocrático, compitiendo con San Felices de los Gallegos. Aunque el pueblo es famoso por su torre del Homenaje, cada vez son más los que se quedan en la zona para visitar su Museo del aceite o el Museo de la Cantería. Los más curiosos siempre paran para ver el burro de san Antón, que realmente es un verraco. Por supuesto es lugar obligado para conocer la ruta de Viriato, que se alarga y acorta en función de las necesidades del curioso… En eso, como en otras muchas cosas, cada uno cuenta la feria como mejor le va.

El verdadero patrimonio se guarda en una colección de pueblos que marca la personalidad de la tierra. Castillejos, Hinojosa o Lumbrales pierden cualquier protagonismo ante los paisajes del río Turones, que asume el papel de frontera cuando el rio Duero, mira hacia Oporto, para buscar un clima más propicio.

Curiosamente, el clima es mucho más suave que en el resto de la provincia. Palmeras, naranjos y olivos quedan marcados por unas condiciones climáticas perfectas… para una excursión en barco o en piragua por las aguas del Duero. Los tiempos del contrabando ya sólo son un recuerdo.

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