Tres pueblos con duende y un buen refugio
Recorremos el sur, norte y este de la península para conocer tres destinos de obligado conocimiento al menos una vez en la vida. Experiencias únicas en las que el encanto de sus culturas, historia y paisajes se fusiona con la comodidad y elegancia de sus mejores hoteles. Desde la serenidad de La Herradura en la Costa Tropical, pasando por la autenticidad marinera de San Vicente de la Barquera, hasta el vibrante escenario musical de Benicàssim. Acompáñanos en este viaje en el que descubriremos lo mejor de cada rincón, y nos hospedaremos en los más selectos alojamientos para disfrutar al máximo de su encanto.
En honor a la forma que tiene su hermosa bahía, La Herradura (Granada) es un pequeño pueblo que se ha convertido en uno de los destinos favoritos de la costa del sur de Andalucía. Sus atardeceres propios de una película romántica, sus playas y sus fondos marinos son solo algunos de los atractivos que hacen que miles turistas nacionales e internacionales les pique la curiosidad y el buen gusto por esta localidad.
Con una playa que se extiende a lo largo de 2 km, este paraíso granadino dependiente de Almuñécar dispone de una posición privilegiada y de un clima que hace que se pierda la noción del tiempo, pues es ideal en las cuatro estaciones del año. Su historia también enriquece sus calles, pues uno de los episodios más recordados se conmemora en el Paseo de Andrés Segovia con el Monumento a los Hombres del Mar, en honor al naufragio del 19 de octubre de 1562. Una flota de la Armada Española, fue sorprendida por una tormenta cuando se dirigían hacia el reino de Nápoles. Se estiman unos 5.000 fallecidos.
Los chiringuitos y la gastronomía son otro de los lujos de La Herradura junto con el Hotel Boutique La Tartana (Urbanización San Nicolás, 1), el alojamiento perfecto a tan solo 5 minutos de la playa. Una casa tradicional andaluza con 10 habitaciones donde poder disfrutar de una máxima comodidad y privacidad al lado del mar. Además de disfrutar de experiencias como el buceo, la navegación, el senderismo o la visita de castillos.
En el norte los paisajes son dignos de exposición y en San Vicente de la Barquera (Cantabria) los Picos de Europa y las subidas y bajadas de la marea hacen que este pueblo sea como vivir permanentemente en una postal. En el pasado, fue un importante enclave para pescadores y comerciantes, con un casco histórico que conserva vestigios de su pasado medieval, incluyendo una impresionante iglesia gótica con portada barroca, la iglesia de Santa María de los Ángeles.
La villa marinera por excelencia, sus tradiciones festejan sus raíces, como con La Folía, una multitudinaria procesión marítima que se celebra el segundo domingo después de Pascua. Desde el punto de vista natural, posee un magnífico elenco de playas como son Fuentes, Primera de San Vicente, El Rosal, El Tostadero, Merón y Gerra, y una hermosa ría salpicada de intenso cromatismo gracias a los innumerables botes y barcas de colores que siempre encontramos en ella.
El lugar donde alojarse en este pintoresco pueblo es el Hotel Luzón (Av. Miramar, 1). Ubicado en el corazón de la localidad, cuenta con 36 habitaciones en las que disfrutar de una agradable estancia. Una mansión rústica al borde del mar, construida en 1905, que todavía conserva su estilo original y ofrece una acogida muy familiar.
A Benicassim (Castellón) se va a pasárselo bien. Ciudad conocida por su buena oferta de ocio, sus playas y su festival (el FIB), es un lugar de infinitas posibilidades. Un municipio en el que siempre brilla el sol, ya que alrededor de 300 días al año son soleados, y donde se conserva ese patrimonio tan característico sin dejar el glamour ni su histórica esencia ante miles de turistas. Un lugar para todos gracias a sus playas accesibles como la de Heliópolis y la Almadraba que ofrecen una experiencia cómoda para una amplia diversidad de viajeros. El casco urbano es un enclave plagado de patrimonio como el Castillo de Montornés, una torre que formaba parte de un sistema defensivo del siglo X. El Parque Natural del Desert de les Palmes es otra joya natural e histórica perfecta para unas buenas rutas de senderismo o ciclismo.
Si después de tanto visitar y hacer actividades lo que se necesita es una buena cama, una sesión détox o un tratamiento facial, el lugar es el Hotel Palasiet (Pontazgo, 11). Una combinación del mejor alojamiento, la más rica gastronomía y una de las clínicas más prestigiosas de Europa. Gracias al doctor Joaquín Farnós que introdujo el uso del agua del mar para fines terapéuticos en 1963, el Palasiet es el centro decano de la talasoterapia en el país. Amplias instalaciones que cuentan con 74 habitaciones muy acogedoras con amplias terrazas donde aislarse del trajín del día a día. Medicina capilar, yoga, masajes y técnicas orientales… todo lo que necesitas y más para salir más renovado que nunca.