UNA RUTA PARA UN MARQUÉS BY SKODA OCTAVIA

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El Voltoya es uno de esos ríos que tiene nombre, pero no tiene promoción. Su recorrido es una excursión perfecta que mezcla la gastronomía con la sostenibilidad. Los pueblos que lo rodean y su entorno natural nos animan a una ruta diferente.

El Skoda Octavia enchufable es una opción perfecta para entender la evolución de los pueblos cercanos a un mundo de la conectividad. Su motor de combustión es el 1.4 TSI turboalimentado y de gasolina, que rinde 156 CV de potencia, que en esta versión se combina con un motor eléctrico de 115 CV. La potencia total resultante no está nada mal: 204 CV, aunque con la misma estructura mecánica, el RS iV ofrece 41 CV más, fruto de la gestión electrónica. Un coche polivalente, divertido y efectivo. Lo que básicamente se convierte en una compra sensata.

Saliendo de Villacastín, Segovia, el Voltoya aparece rápidamente. En un tramo donde el viejo puente de piedra se convierte en un mirador perfecto sobre las fresneda. Estamos en la ficticia frontera entre Ávila y Segovia. Los libros de geográfica marcan el nacimiento del rio en las sierras de Guadarrama y Malagón recogiendo aguas de la Dehesa de la Cepeda, enclave de la Comunidad de Madrid y del Campo Azálvaro, también conocida por la carretera solitaria.

El rio corre hacia el norte por terrenos segovianos, desembocando cerca de Coca en el Eresma, en la margen izquierda de dicho río.

Esa mezcla de rural y urbanización le lleva a lugares mágicos como el Coto de Puenteviejo. Aquí abandona la provincia de Ávila y entra en la de Segovia, para pasar por Juarros de Voltoya y cerca de la Nava de la Asunción, camino de Coca.

Es curioso cómo a pesar de estar tan cerca de Ávila, los pueblos mantienen ese ritmo rural. Pueblos como Cortos, son un paraíso para los amantes al ciclismo de montaña. No muy lejos, Tolbaños de Voltoya juega a ser más importante. Situado al norte de la Sierra de Ojos Albos, en un terreno de penillanura granítica.

Ojos Albos es otra pequeña población abulense interesante en esta ruta. El río Voltoya hace del límite por el sur y por el oeste con los municipios vecinos de Tolbaños, Mediana de Voltoya y Ávila. La altitud oscila entre los 1662 metros (Cruz del Hierro), en la Sierra de Ojos Albos, en el límite con Santa María del Cubillo, y los 980 metros a orillas del río Voltoya.

Podemos acercarnos al corazón de Ávila para cargar nuestro Skoda, pero resulta más fácil acceder al cargado de Naturavila. A la entrada de su campo de Golf, tenemos un cargador. La carretera nos va a llevar de regreso a El Escorial. Sin embargo hay algunas paradas obligadas.

Un buen ejemplo lo tenemos en las Navas del Marqués, una localidad que ha conseguido reinventarse a sí misma. A mitad de camino entre El Escorial y Ávila, puede presumir de tener una oficina de turismo que sabe lo que hay que hacer para darse a conocer. El objetivo es sencillo de enunciar, pero difícil de conseguir: satisfacer al visitante – aunque sea ocasional – y, a la vez, convertir su presencia en una verdadera y honorable fuente de ingresos.

No sé qué pensaría el marqués D. Pedro de Dávila, que mandó construir el Castillo de Magalia, en 1540 de esta loca actividad del pueblo, pero aquí siempre hay algo para el fin de semana.

Desde el ayuntamiento se esfuerzan para ofrecer todo tipo de facilidades para ello. Por ejemplo, su concurso de tapas a mediados de julio, toda una bicoca para gourmets y sibaritas de ese arte gastronómico propiamente español. Los más glotones saben valorar como nadie esta cita concebida para todos, porque disfrutar de la comida no tiene por qué ser un lujo inalcanzable.

Pero como sólo de paladares exigentes vive el turismo, en Navas del Marqués han encontrado la manera perfecta de sacar partido a su excelente entorno natural. Aquí se ha logrado convertir el deporte y la aventura un nuevo símbolo relevante en toda Castilla y León con varias competiciones y actividades deportivas al aire libre cuya fama resuena en toda la provincia de Ávila.

Los numerosos moteros que tienen en esta carretera una de sus rutas favoritas, saben muy bien que los bares cercanos a la carretera ofrecen una buena colección de pinchos con patatas revolconas, torrezno, ensaladilla rusa y otros platos tradicionales.

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