UNA SÓLIDA APUESTA GOURMET EN MARRAKESH

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Hay hoteles a los que se puede volver y volver, porque siempre hay un punto de emoción cuando se transpasa su puerta principal. No es una cuestión de estrellas o de precio. Es el carisma que transmiten los sitios con personalidad. Y eso es lo que se siente cuando se atraviesa la recepción de la Mamounia, la Gran Dama de Marrakesh.

Nunca he logrado entender porque unos hoteles son masculinos y otros femeninos, pero es evidente que La Mamounia tiene una sutileza y un reclamo muy femenino. Esa sensación de poder disfrutar de uno de los hoteles más emblemáticos del mundo parece que se convierte en una visita obligada cuando el edificio se prepara para celebrar su centenario del inicio de sus primeras obras.

No hay que olvidar que En 1923, los arquitectos Henri Prost y Marchisio dirigieron el inicio de las obras del hotel, que tendría cincuenta habitaciones en una sola planta, por cuenta de la Office National des Chemins de Fer (ONCF). Jacques Majorelle decoró el salón que lleva su nombre, que originalmente era el vestíbulo de entrada. En 1925, el hotel abrió sus puertas, con su decoración sobria y moderna, ocupando un edificio central con una única sección llamada «Ala Koutoubia». Una mezcla de renovación y clasicismo lo mantienen en el top de los hoteles más emblemáticos.

Hoy, bajo la dirección y la pasión de Pierre Jochem, director general de La Mamounia, el hotel vive un delicado renacer después de la renovación realizadas por el célebre dúo de arquitectos y diseñadores Patrick Jouin y Sanjit Manku ha logrado modernizar las instalaciones, recrear nuevas energías y revitalizar los espacios a la altura de La Mamounia.

Este otoño, la oferta gastronómica se ha convertido en un referente de las nuevas tendencias “gourmets” de la cocina marroquí, que integra más que nunca los valores locales y los arrebatos más atrevidos de la cocina asiática, italiana o francesa.

Una cena en le Marocain, después de un intenso día en el Bazar es una opción perfecta. La cena en el restaurante típico marroquí de La Mamounia es una experiencia fascinante. Una oda a la hospitalidad nacional en un entorno cálido y lleno de magia donde la cocina familiar de la región es magnificada por el talento del chef Rachid Agouray, que plasma brillantemente toda la sutileza y colores de Marruecos en platos típicos y muy sofisticados como tajines y cuscús.

La parte más sofisticada del proyecto gastro recae sobre L´Asiatique, de Jean Georges. En un lugar íntimo y sensual, marcado por una poderosa decoración marroquí, y con auténticas joyas de mobiliario chino, japonés y thailandes.¿El resultado? Un viaje culinario desde el sudeste asiático hasta las fronteras de Japón, con una iluminación perfecta y donde los sushis maridan con aromáticos curry o crujientes verduras.

Si a esto unimos un lugar la proeza arquitectónica que ha supuestocrear L’Oenothèque: un espacio inédito bajo tierra con un ambiente acogedor en el que 2.000 botellas de vinos excepcionales sirven de decoración, un lugar totalmente intimista donde disfrutar de una experiencia gastronómica y enológica muy exclusiva y fuera de lo común.

Para disfrutar de los soleados días de otoño en el jardín, nada mejor que L´Italien, que es el antiguo restaurante «Le Français», transformado una lujosa trattoria de espíritu chic que ha adoptado la estética de un invernadero. La fusión entre el restaurante y el jardín del hotel es total, y sus grandes ventanales se abren de par en par a la vegetación dejando entrar toda su luz y frescor.

Siempre es agradable sentir la tensión de una cocina está abierta al comensal, con espacios de preparación generosamente integrados en la sala y un fresco de más de veinte metros con motivos botánicos.

Sin embargo hay un lugar que es mi favorito desde mi primera visita a este santuario del buen gusto: El Churchill. Un lugar de referencia entre los bares míticos del mundo, y que puede presumir de ser protagonista de la historia de La Mamounia a través de los iconos que han sido sus clientes. Su barra de mármol negro tiene forma de herradura y el suelo está revestido de baldosas de roble ahumado con reminiscencias al cálido ambiente de un antiguo vagón de tren inglés. En cuanto a su gastronomía, La Mamounia ha recurrido a Kaviari para crear un excepcional caviar casero y salmón ahumado para una experiencia ultra chic.

Para los que necesitan un momento de intimidad a media tarde, nada mejor que el Salón de Thé de Pierre Hermé que se inspira en los salones marroquíes con sillones enfrentados que recorren las paredes, en este caso orientados hacia una fuente de mármol en el centro mismo del espacio. El agua se refleja en una enorme lámpara de araña de cristal en pleno centro del salón. Las exquisiteces dulces y saladas del famoso chef se apetecen a cualquier hora del día.

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