30 COSECHAS DE EMOCIONES EN BODEGAS EMINA
La experiencia no se improvisa.
Bodegas Emina (https://emina.es/) ha celebrado su 30 aniversario como uno de los referentes en la cultura enológica de Castilla y León, con una mirada puesta en la sostenibilidad y liderada ahora por Paloma Moro, heredera de una historia tan familiar como innovadora. Para comprender la trascendencia de estas tres décadas, es necesario recorrer su evolución, los hitos que la han convertido en una marca singular y la visión de futuro trazada por su actual presidenta.
Emina ha cumplido 30 años como testimonio de esfuerzo familiar, capacidad de adaptación y visión comunitaria. Su recorrido desde un pequeño proyecto familiar hasta una firma referente en cuatro denominaciones de origen la convierten en ejemplo de cómo la tradición puede transformarse con inteligencia, audacia y respeto por el entorno.
La “economía esférica”, defendida por Carlos Moro, vive hoy en el liderazgo de Paloma, quien sintetiza el pasado, el presente y el futuro en una sola frase: “No basta con mantener el prestigio, es preciso reinventarlo cada año, con cada vendimia, siendo parte activa de los cambios que necesita el sector”.
Así, en su 30 aniversario, Emina brinda por el relevo generacional, el arraigo y la transformación desde su propia historia, afrontando la década venidera como motor de innovación, sostenibilidad y excelencia enológica, en permanente diálogo con la tierra que la vio nacer. Escuchar hablar a Paloma Moro de Emina es una mezcla de orgullo y ambición. En el viñedo su ironía se afina, recordando alguna que otra travesura cuenda era niña y con el orgullo de trabajar sobre la base del legado de su padre, Carlos Moro.
Desde 2023, el relevo en la presidencia de Emina ha recaído en Paloma Moro. Su discurso en el 30 aniversario subrayó el sentido de legado y la vocación de progreso: “Mi compromiso al frente es honrar la historia familiar, fortalecer la enología del siglo XXI y mirar al futuro con espíritu global, pero sin perder nuestra esencia”.
Durante años, Paloma ha estado vinculada a la gestión y desarrollo del grupo, siendo parte fundamental de la profesionalización y expansión de la oferta de la marca. Su apuesta es la internacionalización y la diversificación, manteniendo la sostenibilidad y la innovación como ejes estratégicos. Bajo su liderazgo, se planea la creación de un centro logístico en Medina del Campo con una inversión de 8,5 millones de euros, que permitirá responder a la pujanza del comercio online y la distribución multicanal.
La proyección internacional va unida a la defensa de las raíces: “Desde que era niña he visto la dedicación de mi padre a estas tierras. Nos enseñó a amar el viñedo, así como la innovación y la sostenibilidad”, señaló en el acto. Esta visión se traduce en una política de viticultura de precisión, inversión en nuevas tecnologías de vinificación y en proyectos con los viticultores.
Paloma Moro entiende la innovación como un retorno al origen, pero con nuevas herramientas: desalcoholización, nuevos perfiles aromáticos, vinos de autor, maridajes con tendencias gastronómicas actuales y proyectos de sostenibilidad que inciden en el territorio. “Lo aprendido de mi padre me obliga —afirma— a cuidar el legado y dar el salto a la siguiente etapa, pero con mi propia visión”.
El futuro, para la presidenta, no puede desligarse del viñedo, la excelencia y la aportación a Castilla y León. Prueba de la confianza en la cultura vitivinícola regional es la participación activa de Emina en foros, premios y eventos nacionales e internacionales, así como el reconocimiento del trabajo de los técnicos y viticultores, auténtica base del modelo productivo familiar.
La historia de Emina comenzó en la Ribera del Duero en 1995, cuando Carlos Moro recogió el testigo de sus padres Ursicino y Consolación, agricultores y apasionados por la tierra. Desde sus orígenes, la familia Moro González ha entendido la viticultura como una labor de respeto, compromiso y emoción. Para Carlos, aquel proyecto primigenio era “un viaje a través de suelos, viñedos y vinos”, cimentado en la singularidad del terruño —con arenas, calizas y arcillas que, aún hoy, definen el carácter de Emina—.
El entorno familiar ha sido motor y sostén: la integración de nuevas generaciones, primero con la participación de Beatriz y Paloma Moro desde niñas, y ahora, con Paloma liderando el proyecto, certifica esa apuesta familiar por el vino y por la tierra.
El significado de Emina vinculado a la antigua medida de vino y cereal, o al significado de amada o confiable dice mucho en favor de su etiqueta. En su fundación, Emina optó por una estrategia de diferenciación: la interpretación del tempranillo desde la frescura y el equilibrio, frente a los tintos más tradicionales y corpulentos de la zona. El éxito de sus primeras añadas avaló el acierto y permitió el salto a otras denominaciones: primero Rueda, con la aportación de la verdejo y la sauvignon blanc; después Cigales, con rosados singulares; y, más recientemente, Rías Baixas con su albariño, señalando la vocación transversal de la marca.
Esa mezcla entre tradición e innovación es la base del organigrama de Paloma Moro. Calidad, tecnología, con una mirada continua fuera de las fronteras españolas, como espejo de sus propias vivencias personales. Uno de los ejes principales de Emina ha sido la apuesta por la sostenibilidad. La bodega fue de las primeras en España en medir su huella de carbono y en diseñar sistemas de gestión medioambiental integral. El departamento propio de I+D surgió orientado a desarrollar vinos de perfil contemporáneo y nuevos formatos, como desalcoholizados y espumosos, que buscaban acercar el vino a nuevos públicos sin perder autenticidad.
Tanto en la Ribera del Duero, como en las Tierras de Medina, la presencia de Emina, va más allá de unos viñedos y unas edificaciones. Desde los primeros años el reconocimiento público no tardó en llegar: varios premios a la innovación, la calidad y la sostenibilidad certifican el liderazgo sectorial de Emina y su contribución al desarrollo económico rural de la región.
La apertura de Emina al enoturismo transformó la tradición en experiencia. Sus instalaciones, situadas en Valbuena de Duero, reciben cada año a miles de visitantes que desean conocer el proceso completo, desde el viñedo hasta la copa. La bodega ha diseñado una oferta didáctica y experiencial capaz de acercar el mundo del vino al público general y a los expertos, dinamizando además la economía rural donde se ubica.La celebración del 30 aniversario fue un acto de reconocimiento a este trabajo multidisciplinar, con representantes del sector, de la administración autonómica y de la familia Moro.

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