VINOS DE ALTOS VUELOS CON AIR FRANCE

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Hablar de Francia es hablar de su cultura vinícola, de la gastronómica y de su amor por el terruño. La compañía Air France, gran embajadora de su país, cada tres meses renueva su oferta de vinos y licores para ofrecer a sus clientes una muestra de la riqueza vitivinícola de Francia. Si al volar con el confort de una gran Línea aérea se le une el placer de disfrutar de algunos de los mejores vinos de un país, tenemos el maridaje perfecto.

Air France cuenta desde hace años con la ayuda del aclamado sumiller Paolo Basso, elegido mejor sumiller del mundo en el año 2013. El trabajo no es fácil ante la gran variedad de productos, pero Paolo Basso es uno de los paladares más cotizados del mundo. Nacido en Italia, su pasión por la gastronomía y el vino le llevó a formarse en la Asociación Suiza de Sumilleres Profesionales y a partir de ahí, su genio innato le convirtió en uno de los sumilleres más influentes a nivel internacional.

Basso siempre realiza sus elecciones teniendo en cuenta una fórmula infalible. El terruño y los nuevos sabores, combinados con la calidad y la diversidad de los vinos franceses. De esta manera el resultado son unos vinos excepcionales que nos hacen transportarnos a una bodega en pleno vuelo. Al mismo tiempo es una manera de entender mejor el mundo del vino y su cultura.

En su clase La Premiere, la más exclusiva de la compañía, se sirve champagne como aperitivo y vinos para acompañar sus comidas. El nombre de la bodegas y casas nos da una calidad de la apuesta. Entre los champagnes podemos disfrutar de un Pommery Cuvée Louise de 2004 y del Talttinger Compes de Champagne 2007/2011. No está nada mal y las dos casas responden siempre con la bandera de la calidad.

Y en cuanto a los vinos, ¿qué podemos encontrar?… Recorriendo sus regiones, comenzamos por Bordeaux: Sus vinos dulces y licores tienen su representación en un Sauternes La Tour Blanche Joanne 2009 y un Chateau Doisy Vedrines Castel de 2016.

Doblamos el mapa y cambiamos de destino. Para los blancos, nos trasladamos a la Bourgogne. Un Chablis 1er cru les Vaocopins, Domaine Long Depaquit de 2018, y un Pascal Bouhard de 2017.

Si nos decantamos por vinos del Vallée du Rhone, Condrieu Invitare Chapoutier de 2020, y la representación de la Alsace la tenemos con un Riesling Grand Cru Eichberg, Joseph Cattin de 2017.

Cuando llegamos a los tintos nos podemos poner un poco más sofisticados. Del Valle du Rhone, Cazes 2016 y Dauvergne Ranvier 2017. No puedes faltar un guiño a la costa atlántica con etiquetas de reconocido prestigio. Un Pauillac, Duclot 2015, y un Pomerol para terminar la selección, Borie Manoux 2012. Ambos son un buen reconocimiento a los vinos de Burdeos. Una carta magnífica para los viajeros que disfruten de esta clase exclusiva durante los meses de abril y mayo.

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