UNA EXCURSIÓN POR ARANJUEZ
Jardines, urbanismo y un Abarth con ritmo aristocrático.
Una excursión por Aranjuez tiene el reto de donde aparcar el coche. Con un vehículo eléctrico todo es más fácil. La idea de disfrutar de nuestro Abarth 500e por las calles del municipio siempre puede ser excitante. Bajo las líneas definidas del capó, el nuevo Abarth 500e cuenta con un potente motor de 113,7 kW, 100 % eléctrico, combinado con una batería de iones de litio de 42 kWh para reducir las emisiones y mejorar la diversión al volante.
Y gracias al par instantáneo de 235 Nm, ahora puedes impulsar tu nuevo Scorpion para experimentar aceleraciones más emocionantes y sentir la adrenalina en cada vuelta. Muy divertido de conducir y sumamente resultón. Si a esto unimos sus llantas de aleación de 43 cms, sus faros full led, un sistema de sonido JBL Premium y el atrevido color pistacho con un escorpión lateral, nos damos cuenta que estamos con un producto muy especial.
Una vez que hayamos salido airosos de la batalla de aparcar bien el coche, caminando nos dirigimos al Palacio Real de Aranjuez, que no tiene perdida pues se ve prácticamente desde cualquier sitio.
El edificio principal es un reclamo. En lugar de entrar directamente, nos alejaremos unos pasos hacia atrás para poder contemplarlo desde la explanada entre árboles centenarios; al ver el cielo con las nubes sobre el palacio nos vienen a la mente las pinturas de Goya, por lo que estaremos listos para entrar a este Real Sitio con los ojos de un artista.
La visita puede ser en grupo o de forma individual, guiada o por libre. Sala tras sala, mobiliario, tapices, telas y pinturas van desfilando ante nosotros, reflejando la suntuosidad y el boato de la corte en la que reinaron sus últimos moradores. Llama nuestra atención el Gabinete Árabe o sala de fumar, una réplica de la Sala de las Dos Hermanas de la Alhambra con el techo multicromado y en cúpula escalonada. Igualmente original, pero pero solo para los gustos más recargados, es la Sala de La China, con piezas de porcelana ornamentadas de la Real Fábrica del Buen Retiro de Madrid y fijadas a la pared por medio de tornillos.
Cuando salimos del Palacio, después de un descanso para asimilar tanto conocimiento, continuamos nuestro paseo por el Jardín del Parterre. Fue diseñado al estilo francés por Boutelou en el siglo XVIII. En él se encuentra la Fuente de Hércules, donde se representan los 12 trabajos que Euristeo ordenó a Hércules para concederle la inmortalidad.
Nosotros, pobres mortales, continuamos a través del Puente de la Ría hasta el Jardín de la Isla, zona de vegetación situada en un islote formado por el Tajo. Otra muestra de esculturas de carácter mitológico que debían ser lo más en decoración de exteriores. Desde este jardín y por la puerta del embarcadero, accedemos al Jardín del Príncipe. Realmente, más que un jardín, son varios jardines atravesados por amplias avenidas que hacen de ellos una ciudad organizada de vegetación. Los pavos reales y algún que otro faisán campan a sus anchas por las praderas, recordándonos que no vamos vestidos para la ocasión.
Como elemento estimulante de este bucólico paseo, el chiquitren que recorre Aranjuez aparece en el horizonte y nos obliga a apartarnos del camino. Al menos escuchamos a su paso un fragmento de “Concierto de Aranjuez” del maestro Rodrigo. Dentro del jardín encontramos en primer lugar la Casa de Marinos, concebida en su tiempo como lugar de residencia para los marinos de la Escuadra del Tajo. Hoy es el Museo de Falúas donde se exhiben las embarcaciones que usaban los monarcas en el Tajo (los términos “marinos” y “escuadra” nos pueden parecer un poco pretenciosos para gondoleros de río). El plan era sencillo: salir a media tarde del embarcadero, llegar hasta el puente de la Reina, merendar, escuchar a los músicos, hacer salvas con los cañoncitos de bronce y pescar. No está mal, ¿no?
En el otro extremo, nos vamos a encontrar con la Casita del Labrador. Es un palacete de estilo neoclásico construido para Carlos IV, fundamentalmente para sus fiestas de la corte. Destacan en su interior el Gabinete de Platino, cubierto de maderas con incrustaciones de oro y platino, porque en algo había que gastarse el dinero, el Salón de Billar, la Galería de Estatuas, o el Salón de Baile. No es de extrañar que lo que empezó siendo finca real de recreo se convirtiera con los borbones en residencia de la corte.
Una gran opción gastronómica en la ciudad es Casa José. Sus espárragos, sus alcachofas, sus guisantes o sus lechugas dicen mucho de la huerta de Aranjuez, donde se entremezclan los sabores y las ideas de un modo genial. Si esto lo mezclamos con vinos de Madrid y su delicios jarrete de Ternera, nuestra comida puede ser un festín.
Y para dormir, siempre tiene la opción del NH Aranjuez que es un hotel perfecto para sentir la arquitectura de la zona antigua del municipio. Quien espere un interior de acuerdo a la fachada de color naranja y al entorno, lo lleva claro. Ya en la magnífica entrada-recepción-bar uno se hace a la idea de lo que van a ser las habitaciones. Grandes, de altísimos techos y con una decoración moderna y muy elegante.
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