VIDA DE PUEBLO, FOGONES DE PALACIO

El ser cocinero en un pueblo no va contra la creatividad.  Más bien todo lo contrario. La vida es muy corta para no disfrutar de un trabajo que en muchos casos es vocacional. Sin aparcacoches, sin prisas y con ese ritmo rural que tanto nos gusta.

Estos restaurantes, dispersos por la geografía española, son faros que iluminan la riqueza de la gastronomía local. En cada uno, un cocinero apasionado da vida a los productos de su entorno, demostrando que la grandeza culinaria no entiende de mapas ni de grandes ciudades: basta con la mirada atenta, el respeto por la tierra y el deseo de emocionar al comensal.


La Botica de Matapozuelos  (Valladolid):

En el corazón de la Tierra de Pinares, donde el aroma a resina y el rumor de los pinares envuelven el aire, se alza La Botica de Matapozuelos, un templo gastronómico que ha sabido destilar la esencia del entorno en cada plato. Miguel Ángel de la Cruz, autodidacta y explorador incansable de la naturaleza, ha convertido este restaurante en un laboratorio de sabores silvestres y emociones profundas.

Su cocina es un canto al paisaje: piñas verdes que aportan acidez inesperada, piñones y hierbas recolectadas a diario en el huerto familiar, y productos humildescrestas de gallo, puerros, garbanzos de Fornillos de Eresma— elevados a la categoría de manjares poéticos. El menú degustación es un paseo sensorial por el pinar: tartar de trucha con ajoblanco de piñones, cogollo de lechuga con licuado de su propia agua, garbanzos salteados con boletus, y aperitivos sorprendentes como las crestas de gallo crujientes.

 La tradición del asador, encarnada por Teodoro, el padre, convive con la experimentación de Miguel Ángel, mientras Alberto armoniza la experiencia con una bodega excepcional. En esta casona de labranza, los sabores del bosque y la memoria se funden, invitando al viajero a descubrir que la alta cocina puede brotar, como las setas tras la lluvia, en los rincones más insospechados.


Casa Naquela (Castroviejo, La Rioja):

En Castroviejo, donde el hayedo se despliega como un tapiz de verdes infinitos y el silencio es solo interrumpido por el canto de los pájaros, Casa Naquela emerge como un refugio para el alma y el paladar. Alejandro Gamba, cocinero y anfitrión, ha traído hasta este rincón riojano la calidez de la hospitalidad argentina y el respeto por el producto local. Aquí, cada plato es un acto de amor: pan recién horneado, yogur y mermeladas caseras, croissants dorados al alba, y empanadas argentinas que son pura celebración de la sencillez y el sabor.

La cocina de Alex es tradicional, con un toque de brasa y leña, y un compromiso férreo con la huerta propia y los productos de proximidad. La experiencia se completa en el salón, junto a la chimenea, o en el jardín, donde el aire fresco y una copa de Rioja invitan a la contemplación.

Casa Naquela no es solo un restaurante, es un hogar lejos de casa, donde cada detalle —desde la decoración hasta la sostenibilidad— está pensado para el disfrute y el reencuentro con lo esencial. Descubrir este lugar es dejarse sorprender por la magia de lo sencillo, por la autenticidad de una cocina que reconcilia con la tierra y con uno mismo.


Casa do Conde (Aldán, Pontevedra):

En la ría de Aldán, donde la luz atlántica acaricia los hórreos y el mar susurra historias antiguas, Casa do Conde es un secreto bien guardado. Aunque los detalles específicos del cocinero y su propuesta no figuran en los resultados actuales, la tradición gallega y el producto de mar suelen ser los protagonistas en este tipo de casas rurales con encanto.

Imagina mesas vestidas de lino, mariscos recién capturados, empanadas de millo y pescados a la brasa, todo ello servido en un ambiente donde el tiempo parece haberse detenido. El chef, seguramente heredero de una larga tradición familiar, convierte cada comida en una fiesta de sabores atlánticos, donde la sencillez y la honestidad son el mayor lujo. Casa do Conde invita a descubrir la Galicia más auténtica, esa que se saborea a orillas del mar, entre risas y el rumor de las olas.


Molino de Urdániz (Navarra):

En un viejo molino junto al río Arga, David Yárnoz ha construido un santuario culinario donde la búsqueda del equilibrio es la máxima. Formado con los grandes maestros de la cocina vasca, Yárnoz imprime en cada plato la huella de la reflexión y la emoción, sin perder nunca el vínculo con el entorno. Su cocina es sutil, precisa, y a la vez profundamente arraigada en la tierra navarra: verduras de la huerta, caza, setas, productos de proximidad y una técnica impecable que nunca eclipsa el sabor original.

El menú degustación es una sucesión de paisajes y estaciones, donde cada bocado es una invitación a la contemplación y al asombro. Molino de Urdániz es el ejemplo perfecto de cómo la alta cocina puede florecer en la quietud del campo, y de cómo un cocinero puede ser, a la vez, guardián de la tradición y pionero de nuevos caminos.


Mesón Sabor Andaluz (Alcalá del Valle, Cádiz):

En la sierra gaditana, donde con el verde de los olivares, Pedro Aguilera ha convertido el Mesón Sabor Andaluz en un faro de la nueva cocina andaluza. Heredero de una saga familiar, Aguilera reinterpreta los sabores de siempre con una mirada contemporánea, pero sin perder el alma de la cocina de pueblo.

Sus platos son un homenaje a la huerta, a las verduras de temporada, al aceite de oliva y a la memoria gustativa de Andalucía. Aquí, el gazpacho convive con creaciones audaces, la chacina artesanal se marida con vinos generosos, y cada comida es una celebración de la tierra y sus gentes. Descubrir el Mesón Sabor Andaluz es adentrarse en el corazón de Cádiz, donde la hospitalidad y el sabor van de la mano.


Local de Ensayo (Puente Tocinos, Murcia):

A las afueras de Murcia, en Puente Tocinos, David López ha creado Local de Ensayo, un espacio donde la creatividad y el producto local se dan la mano. Su cocina es una travesía por los sabores del sureste: verduras de la huerta murciana, pescados del Mediterráneo, embutidos y salazones reinterpretados con técnica y sensibilidad.

López es un cocinero inquieto, siempre en búsqueda de nuevas texturas y combinaciones, pero sin perder de vista la raíz popular de su cocina. El menú sorprende con platos que son puro mestizaje: arroz de verduras, caballa en escabeche, postres inspirados en la repostería conventual. Local de Ensayo es un laboratorio de ideas y un homenaje a la riqueza gastronómica de Murcia, un lugar donde la sorpresa y la tradición se dan cita en cada servicio.


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