MOLINOS DE SEGOVIA: una escapada diferente
MOLINOS DE SEGOVIA
Un reclamo perfecto para una escapada diferente
El turismo rural en torno a los antiguos molinos de Segovia se ha convertido en una de las formas más auténticas de descubrir la provincia: alojarse donde antes sonaba la piedra de moler, a pocos metros del cauce del río, rodeado de bosques y pueblos medievales. En estas antiguas fábricas de harina late hoy otra vida: viajeros que buscan silencio, naturaleza y un contacto directo con la memoria rural. Donde hay un molino, hay vida; y en Segovia, esa vida se traduce en casas cuidadas con mimo, actividades al aire libre y un territorio lleno de historia a menos de dos horas de Madrid.
1.- MOLINO GRANDE DEL DURATÓN: A LAS PUERTAS DEL GRAN CAÑÓN
El propio nombre lo delata: el Molino Grande del Duratón vive del rumor de uno de los ríos más emblemáticos de Segovia y de uno de los paisajes más conocidos de la España interior. Situado en el entorno del río Duratón, este antiguo molino convertido en alojamiento rural se erige en un escenario privilegiado para quien quiera conocer en profundidad las Hoces del Duratón y los pueblos que han crecido a su sombra. Aquí no hay que elegir entre naturaleza y patrimonio: basta con mirar en una dirección para ver el cañón fluvial y en otra para encontrar torres, murallas y plazas mayores de aire medieval.
El edificio mantiene esa planta sólida de los molinos de río, con muros gruesos que aíslan del calor en verano y de las heladas en invierno. La rehabilitación suele respetar las grandes estancias, transformándolas en salones con chimenea y espacios comunes donde la piedra y la madera marcan el tono.

El gran argumento del Molino Grande del Duratón está fuera, en los caminos y sendas que lo rodean. El visitante tiene a su alcance algunas de las rutas de senderismo más conocidas de la provincia, que recorren las hoces siguiendo el cauce del río o ascendiendo a miradores desde los que se contempla toda la magnitud del desfiladero. El turismo activo encuentra aquí un campo de juego ideal: piragüismo en aguas tranquilas, observación de buitres leonados y otras aves rupícolas que anidan en los cortados, fotografía de paisajes de gran escala. La bicicleta de montaña permite enlazar diferentes miradores y ermitas, componiendo itinerarios de una o varias jornadas.

Los pueblos cercanos completan el atractivo. Sepúlveda, uno de los principales accesos a las Hoces del Duratón, ofrece un casco histórico espectacular, con calles empedradas, plazas irregulares y miradores naturales sobre el valle. La gastronomía tradicional —cordero asado, sopas contundentes, embutidos— se ha adaptado a los tiempos sin perder su identidad, y hoy conviven mesones centenarios con propuestas más contemporáneas que reinterpretan los productos de la zona. Más allá, otros núcleos como San Frutos de Duratón, al pie de la célebre ermita homónima asentada en un promontorio sobre el río, o pequeños pueblos de la comarca, permiten completar una ruta que combina paisaje, románico rural y relatos de pastores, sacristanes y molineros.
MOLINO GRANDE DEL DURATÓN
C. del Calvario, 4, 40332 San Miguel de Bernuy, Segovia
Teléfono: 606 23 81 22
2.- EL MOLINO DE LA FERRERÍA: HIERRO, AGUA Y SIERRA
El nombre de este molino lo vincula a otro oficio tradicional: la ferrería, la pequeña industria metalúrgica que aprovechaba la energía del agua para trabajar el hierro. En Segovia, esas construcciones hablaron durante siglos de un paisaje productivo, donde bosques y ríos no solo daban sustento sino también trabajo. El Molino de la Ferrería, reconvertido hoy en alojamiento rural, recoge esa memoria y la traslada al viajero urbano que busca algo más que una simple casa en el campo. Aquí cada muro cuenta una historia de esfuerzo, de artesanos y de una economía ligada a la sierra.

La rehabilitación de este tipo de espacios suele jugar con la dualidad entre el mundo industrial y el doméstico. Las antiguas salas donde se alojaban los mecanismos se transforman en salones amplios, a menudo con techos altos y elementos estructurales vistos, mientras que las dependencias que acogían a los trabajadores se convierten en dormitorios con encanto. La presencia del agua sigue siendo constante: un canal, una pequeña presa, la corriente que alimentaba la ferrería permanece como decorado vivo, audible desde las ventanas y los espacios exteriores. Jardines cuidados, zonas de descanso y, en muchos casos, pequeños huertos completan la estampa.

El entorno invita a un turismo rural de carácter muy activo. Situado en zona de sierra, el Molino de la Ferrería permite acceder con facilidad a rutas de media montaña, bosques donde cambian los colores según la estación y miradores desde los que se domina buena parte de la provincia. Senderismo, BTT, paseos a caballo o simples caminatas sin más objetivo que disfrutar del aire frío de la mañana forman parte del menú habitual. El visitante puede alternar jornadas exigentes en la montaña con días más pausados, dedicados a recorrer pueblos cercanos que mantienen vivas tradiciones vinculadas al hierro, la madera o la ganadería.

Los alrededores ofrecen, además, un patrimonio arquitectónico e industrial que dialoga con la propia historia del molino. Antigua maquinaria, canales de derivación, restos de estructuras ligadas a la actividad metalúrgica conviven con ermitas, iglesias románicas y casonas de piedra.Esa continuidad le da al lema “donde hay un molino hay vida” una dimensión productiva y casi arqueológica.
MOLINO DE LA FERRERIA
Camino del Molino, s/n, 40512 Villacorta, Segovia
Teléfono: 682 87 71 92
3.- EL MOLINO DEL FEO: UN REMANSO ENTRE SABINAS Y ROBLES
A una hora de Madrid, escondido en una finca de 30.000 metros cuadrados rodeada por el río San Juan, El Molino del Feo encarna la imagen perfecta del molino segoviano reconvertido en refugio rural. La estampa se repite en todas las estaciones: el río abrazando la finca, el rumor del agua como banda sonora constante y un mosaico de sabinas y robles que protege al viajero de cualquier ruido que no sea el de la propia naturaleza.

La casa principal, un antiguo molino de agua del siglo XIX, se distribuye en dos plantas y conserva el espíritu de la arquitectura rural tradicional, pero adaptado al confort contemporáneo. A su lado, una segunda vivienda de construcción posterior y diseño diáfano completa la oferta de alojamiento, permitiendo acoger desde escapadas románticas de dos personas hasta reuniones familiares y de amigos de hasta 13 huéspedes. Pertenecer al club de Rusticae, tiene un prestigio.

El entorno invita a salir, a calzarse las botas y dejar que sea el paisaje el que marque el ritmo del día. Los senderos que parten del propio molino se adentran en bosques de sabinas y robles, perfectos para el senderismo pausado o para rutas de mountain‑bike por pistas y caminos que enlazan pequeñas localidades segovianas. El río, generoso en caudal durante todo el año, multiplica las posibilidades: pozas naturales donde darse un baño en verano, tramos tranquilos para el piragüismo y rincones perfectos para la pesca recreativa. La ornitología encuentra aquí un pequeño paraíso, con aves forestales y de ribera fáciles de observar sin necesidad de ser un experto.

Pero quizá el gran argumento de este molino esté en lo que lo rodea: algunos de los pueblos y paisajes más emblemáticos de Segovia están a menos de media hora. Sepúlveda, con su casco histórico y su vínculo inseparable a las Hoces del Río Duratón, se encuentra a unos 15 minutos, al igual que el imponente cañón fluvial que se puede recorrer en senderos señalizados o en piragua. Si a esto unimos los dulces de la Pastelería La Peña, en la plaza de Sepúlveda.
MOLINO EL FEO.
Cam. de Prádena, s/n, Ventosilla y Tejadilla. 40165, Segovia
Teléfono: 618 14 00 88
4.- LA CASA DEL MOLINO (ORTIGOSA DEL MONTE): VERANO JUNTO AL RÍO
En el término municipal de Ortigosa del Monte, muy cerca de Segovia capital y a los pies de la sierra de Guadarrama, La Casa del Molino ofrece otra manera de habitar un viejo artificio hidráulico reconvertido. Rehabilitado íntegramente en 2015, este antiguo molino se levanta en una finca plenamente cerrada, lo que refuerza la sensación de refugio privado. El edificio, de dos plantas, conserva la estructura robusta de piedra y la relación directa con el río, al que se accede literalmente por una puerta del jardín. Son seis habitaciones repartidas en dos niveles, pensadas para grupos y familias que quieren compartir tiempo sin renunciar a espacios propios.

El jardín es protagonista casi tanto como la casa. Dividido en varios ambientes, permite que cada huésped encuentre su rincón: una zona de barbacoa para largas comidas al aire libre, espacios con mobiliario de exterior para leer o conversar a la sombra y una masa vegetal generosa, con muchos árboles que regulan temperatura y luz.
Ortigosa del Monte se beneficia de una ubicación estratégica: lo bastante cerca de Segovia y de la autovía para que el acceso sea sencillo, pero inmerso en un paisaje de prados, fresnedas y robledales.

Las bicicletas de montaña encuentran un terreno amable, con pistas y caminos aptos para niveles muy diversos. En los meses de nieve, la cercanía de los puertos convierte la casa en un buen punto de partida para excursiones invernales: pequeños paseos con raquetas, rutas hasta miradores naturales o visitas a las estaciones de la vertiente madrileña.

La proximidad a Segovia capital, a menos de media hora en coche, amplía enormemente las posibilidades del viajero rural. Un día puede dedicarse a recorrer el acueducto romano, la judería, el Alcázar y las iglesias románicas de la ciudad, para regresar al atardecer al silencio del río en Ortigosa. Otro día puede reservarse para el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, con sus jardines de inspiración versallesca, y para la bocatería de pequeños pueblos serranos como Valsaín o Revenga, donde se mezclan historias de aserraderos, guardas forestales y antiguas rutas de paso.
Casa Rural La Casa del Molino
Calle Tío Moreno, 5, Ortigosa del Monte, Segovia
636 38 55 27
5.- EL MOLINO DE PEÑARRUBIA: RIBERA Y PIEDRA ROJA
El topónimo Peñarrubia remite a la piedra rojiza que caracteriza muchas formaciones rocosas de la provincia. El Molino de Peñarrubia se inserta en ese paisaje de contrastes, donde el verde de la ribera se superpone a los tonos cálidos de los roquedos. Como otros molinos segovianos, ha encontrado una segunda vida como alojamiento rural, pero mantiene rasgos que lo hacen singular: su relación directa con un paisaje de barrancos y peñas y su integración en un pequeño núcleo rural que conserva aún un ritmo de vida muy alejado de la ciudad.

El edificio, de piedra y madera, suele abrazar literalmente el curso de agua: una de sus fachadas mira al cauce, mientras que la otra se abre a un pequeño jardín o a una era reconvertida en zona de descanso. Por dentro, el viajero encuentra esa mezcla de rusticidad y confort que se ha convertido en seña de identidad del turismo rural segoviano: chimeneas, salones donde compartir largas sobremesas, habitaciones que aprovechan los antiguos espacios de almacenamiento del grano. No es difícil imaginar la antigua rueda hidráulica ni los sacos de cereal esperando su turno; esa memoria industrial se insinúa en detalles, fotografías y pequeños elementos conservados durante la rehabilitación.

En los alrededores, el río y las peñas marcan el programa del día. Las sendas fluviales permiten caminar a la sombra de chopos, fresnos y sauces, con el rumor del agua como acompañante constante. Los más activos pueden seguir rutas que ganan altura y se internan en los roquedos, desde donde se domina el curso del río y se observa la fauna, especialmente aves rapaces que aprovechan las corrientes térmicas. La bicicleta de montaña ofrece la posibilidad de enlazar diferentes puntos de interés en una misma jornada, transitando por caminos de servicio, pistas forestales y antiguas vías pecuarias.

Los pueblos cercanos completan la experiencia. Pequeñas localidades de la comarca, con plazas mínimas, fuentes y lavaderos restaurados, iglesias de piedra y antiguas casas de labranza, permiten al visitante entender de dónde venían los usuarios originales del molino. Algunos de estos pueblos han apostado por la recuperación de fiestas tradicionales, mercados de productos de kilómetro cero y pequeñas ferias en las que se mezclan artesanos, productores y visitantes. Para quien busca una experiencia más reposada, el simple hecho de sentarse en la terraza de un bar de pueblo y observar el ir y venir diario se convierte en un ejercicio de turismo lento. En este contexto, el Molino de Peñarrubia funciona como punto de anclaje: un lugar al que regresar cada tarde, con la seguridad de que el agua seguirá corriendo y la peña rojiza seguirá tiñendo de color el horizonte.
MOLINO DE PEÑARRUBIA
C/ Molino 1
40393 Peñarrubias de Pirón, Segovia –
Tlf. 622 307 060

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