Historia y naturaleza integradas en un escenario único. Paraíso para el deporte sin estación. Mar y montaña. Senderos y olas. Playas y colinas. La historia se viste de luz para el pueblo más cinematográfico de España.

01.- El castillo de Peñíscola o del Papa Luna divide la costa en dos mitades, domina todo el entorno como buen enclave defensivo, y de paso define el particular “skyline” se esta villa de aires árabes y medievales delatando la contundente trayectoria histórica del enclave.

No en vano el castillo fue utilizado en Juego de Tronos, serie que tanto provecho ha sacado de la arquitectura defensiva de nuestro país. El castillo, al que se puede acceder visitando también el casco antiguo, se puede visitar y tiene un Parque de Artillería especialmente recomendable.

02. El casco histórico de Peñíscola nos introduce de lleno en el vivo ambiente popular de la villa, nos ofrece cafés y restaurantes para llenar el estómago y entretenernos, y de paso nos da las claves de cómo se vive durante todo el año en este pueblo de turismo playero.

Ese ambiente mediterráneo destaca en las estrechas y torcidas calles de Peñíscola, que nos enseña sus particulares joyas de arquitectura regia, civil y religiosa a medida que caminamos.

03. La comida típica de Peñíscola, como buen pueblo costero, se fundamenta casi totalmente en los guisos de pescado y marisco. Ahí está el suquet de pescado, que mete en la olla todos los pescados que pueblan sus aguas junto a una buena cantidad de langostino y marisco. Añadimos patata y caldo y tenemos un imprescindible de la región en esta época del año.

04. No solo de pescado vive el visitante. Las pastas o empanadillas de Peñíscola están rellenas de requesón y almendra molida y nos van a endulzar la hora del café o cualquier otra. Son, además, el perfecto regalo para recordar a nuestros conocidos que nosotros hemos estado en Peñíscola y ellos no.

05. Peñíscola nos ofrece un buen abanico de excelentes restaurantes de comida local y de proximidad a precios populares. Destaquemos aquí El Pescador Ermitaño, a pie de playa en plena Avenida Papa Luna. La paella es excelente, el marisco y el pescado están siempre frescos y el trato es fenomenal.

06. En Peñíscola hay playa, pero también montaña. Tenemos a un tiro de piedra la Sierra de Irta, un gran Parque Natural que es excelente para darle a la bota o al pedal. Además, en medio de sus bosques hay calas poco transitadas incluso en época punta de turistas, y podemos descubrir la Torre Abadum del siglo XVI, y a partir de ahí soñar que somos piratas recién llegados a la costa.

07. Hay muchas playas en Peñíscola, pero es imposible no destacar la de la Playa Norte. Cinco kilómetros que llaman a todos los turistas de Castellón con su arena blanca y fina y aguas turquesas y limpias. Está perfectamente acondicionada y sirve como playa familiar gracias a que disponemos cerca de multitud de servicios (y además está vigilada).

08. El Bufador, en medio de las calles del pueblo, es otro interesante rincón que no debemos perdernos. Se trata de un hueco en las rocas ubicado debajo de las casas, un agujero natural de seis metros en plena roca que está en pleno casco histórico y que está muy cerca de otros lugares interesantes en la propia ciudad.

09. Muchas obras definen el espíritu romántico de Peñíscola, como la casa de las conchas o el Faro de Peñícola, pero éste último aúna como pocos la naturaleza costera y mediterránea del lugar. El faro no está abierto al público, lo que paradójicamente aumenta su misterio. Lo que sí podemos ver con claridad son los alrededores desde su mirador, que llega hasta el castillo del Papa Luna, abarca toda la ciudad y continúa hasta la línea del horizonte del Mediterráneo.

10. Una escapada hasta otros pueblos como Vilafamés, Morella, Vinaroz y Alcocebre, accesibles desde relajantes carreteras de costa, complementan la oferta turística de este privilegiado enclave mediterráneo apto para todas las épocas del año. Mar, montaña, legado histórico y arqueología se dan cita en una ruta digna de recuerdo y, con toda seguridad, más cerca de casa de lo que pensamos.