Los suaves horizontes de Kerala

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Aquí siempre se está bien. Kerala transmite tranquilidad y bienestar. Por esos es el destino perfecto. El agua y la tierra se entremezclan y la costa, blanca y silueteada de palmeras, convive con arrozales e interminables lagunas de agua, los llamados Backwaters de Kerala, enlazados por un entramado de estrechos canales por los que navegan canoas y barcas de pescadores.

Son una de las principales atracciones turísticas del sur de la India. Es un auténtico remanso de paz para unas vacaciones o el punto final perfecto para un viaje por las “otras caras de la India”. Sin embargo, Kerala es también un estado original, que destaca diversos motivos en el conjunto de la India.

La tierra demuestra su generosidad en cada estación y sus habitantes han sido considerados siempre los más cultos del país y numerosas editoriales están instaladas en su capital. He escogido un lugar de la ciudad vieja de Cochin, para revivir la historia de esta zona de la India: la explanada junto a la iglesia cristiana más antigua de la India, en la que estuvo enterrado durante unos años el navegante portugués Vasco de Gama.

No hay que olvidar que es el corazón de la India “portuguesa”. Callejeando llegamos al palacio de Matancheri, levantado por los portugueses y reconstruido por los holandeses, con las paredes decoradas por murales que describen la historia del Ramayana, la gran historia épica tan querida por los hindúes. Al atardecer, nos acercamos a la mezquita. En sus alrededores, trabajan los pescadores en una de las imágenes más fotografiadas. No hay sensación ni de riqueza ni de pobreza… Hay placidez y bienestar.

Ese binestar se debe en parte a su afición a los tratamientos Ayurveda. Con más de 5.000 años a sus espaldas, la Ayurveda es una ciencia que en su simplicidad esconde una gran sabiduría: una vida sana en la que la meditación, el ejercicio y el ayuno contribuyen a mantener el equilibrio necesario entre el cuerpo y la mente. La mayoría de los Ayurveda Shalas (centros) se encuentran en la costa sur de Kerala, a los pies de maravillosas playas en las que purificar los cuerpos se convierte en un auténtico placer.

Pero si tuviera que elegir alguna foto de esta costa, esta sería la del laberinto de los Backwaters, una vía cómoda y rápida de transporte en un territorio sin caminos bien cuidados y cubierto de vegetación espesa. Cuando los portugueses se instalaron en Kochi lo hicieron porque era un magnífico puerto y todavía sigue siéndolo, pero también por su red de canales que permitía traer fácilmente las mercancías desde el interior.

Es fácil recorrer estos canales en los transbordadores locales que realizan los servicios diarios entre las distintas aldeas que hay al borde de los canales y los arrozales. Me encuentro con los niños que vuelven de la escuela, con los trabajadores que vuelven a la ciudad y con las mujeres que vienen de comprar o vender. En el trayecto que va a Allepey a Kottayam, dos pequeñas pero activas ciudades. Es además uno de los centros de la comunidad cristiana siriaca y la sede central del «Malayala Manorama», el segundo diario de mayor tirada de la India, después del «Times of India».

Y llegamos a la capital del estado, Trivandrum, que tiene el nombre casi impronunciable de Thiruvananthapuram, que muestra en sus calles toda la complejidad de la India: hay iglesias con banderas de partidos musulmanes, o anuncios de festivales culturales y de las artes marciales típicas que sólo existen en Kerala, que imparten en el kalari Sangham y que es una de las disciplinas marciales más antiguas del mundo y que sólo existe en Kerala.

Hay otros motivos para ir… pero merece la pena descubrirlo por uno mismo…

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