¿Quién dijo frío? Viaje al Polo español

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Teruel, Calamocha y Molina de Aragón son los vértices del triángulo del hielo o lo que es lo mismo, el Polo del frío español, la zona con el clima invernal más duro de nuestro país. De hecho, las temperaturas más bajas de la historia de España se registraron aquí, un gélido mes de diciembre del año 1963, cuando el termómetro se desplomó hasta los -30 grados. ¿Sin plan para este invierno? Anímate a descubrir la Siberia española.

Teruel existe. ¡Vaya que sí! Tanto, que es la capital mundial de la arquitectura mudéjar y ostenta orgullosa el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Los meses de invierno son el mejor momento para disfrutar de sus mañanas soleadas, dejarse arropar por la hospitalidad de su gente y saborear los mejores platos de su cocina serrana. También es la Ciudad del Amor, por lo que es casi una obligación celebrar aquí el romanticismo en todos sus rincones, como hacen las miles de parejas que cada año renuevan la fe turolense en los finales felices. ¿Qué mejor punto de partida para este viaje?

Verde Teruel nos lo pone fácil, ofreciéndonos una ruta guiada que merece le pena probar, con la singularidad climática de la zona como gran protagonista y el mejor guía posible: Vicente Aupí, experto en climatología que nos acompañará durante todo el trayecto, destripándonos hasta el más mínimo detalle de este triángulo geográfico. Si a esto unimos la compañía de los hermanos Perruca, el plan es perfecto.

Una interesante charla inicial será el pistoletazo de salida, justo antes de aprovechar la hora de comer para darnos un merecido homenaje que nos provea de la energía que la tarde planeada nos exige. La oferta es amplia: de las migas a los tordos con arroz, el cordero a lo pastor o el pan dormido. Teruel es el mayor productor de trufa negra de España, así que su aroma debe estar presente en la mesa. Esta tierra es todo un espectáculo de sabores donde lo único difícil es elegir. Después, solo nos queda dejarnos llevar.

Nos esperan 120 kilómetros por la llanura del Jiloca, escenario inigualable para vivir el frío en primera persona, empapándonos de la historia de la comarca y dejando volar la imaginación a episodios pasados como la batalla de Teruel, donde las inclemencias del tiempo fueron determinantes. Es nuestra oportunidad para conocer el radiofaro de Calamocha, donde se registró la mínima histórica que hoy sigue batiendo récord, callejear por los pueblos de alrededor y disfrutar del olor a leña y del modo de vida de una región que, pese a sus heladas, quedará en nuestro recuerdo por la calidez de sus lugareños.

Aprovechando la situación, una visita a la laguna de Gallocanta nos dejará seguro sin palabras. En plena reserva natural, la laguna de agua salada más grande de la Península Ibérica se ganará sin esfuerzo toda nuestra atención, pero entre noviembre y febrero la magia del lugar se multiplica con los bandos de grullas que cada temporada llegan en masa al anochecer. Poder ser testigos de esta escena no tiene precio.

Todavía podremos sumar alguna razón más para volver, así que degustar el jamón de Teruel es una idea que nuestro paladar no tardará en agradecer. Se trata de la primera denominación de origen que se constituyó en España, y no podemos dejar pasar la oportunidad de probarlo en su casa. Son estas temperaturas, precisamente, las que hacen posible llevarnos esta y otras delicias a la boca. Y como no hay buen final sin una buena cena, es impensable rematar el día de otro modo. En Calamocha, sobre la que anduvo el mismo Cid, reina el producto y calidad y cantidad no están reñidas. Lo comprobaremos al disfrutar de las mejores viandas de una tierra con una gastronomía rica y variada: quesos, embutidos, conservas y la mejor carne a la brasa nos esperan para poner el broche de oro a la jornada.

Pero lo mejor de hacer este viaje de la mano de Verde Teruel es poder compartir la experiencia con nuestros compañeros de aventura. Para cerrar la noche, de vuelta a la capital, Verde Teruel nos garantiza el descanso que necesitamos en hoteles de una categoría mínima de tres estrellas, podemos estar tranquilos. Y, si aún cabe permitírnoslo, la mañana siguiente podemos aprovecharla para disfrutar de la última propuesta de esta escapada: un breve recorrido por la ciudad, descubriendo su riqueza artística, perdiéndonos entre sus calles y plazas, recorriendo su recinto histórico de trazado medieval o fascinándonos con la belleza de sus edificios modernistas. Nuestra única preocupación: ir bien abrigados y poner todos los sentidos en dejarnos sorprender.


Cuándo: 2 y 3 de febrero de 2019. Precio: 169 €. Web: http://www.verdeteruel.es/

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