SEGOVIA, LA TIERRA DONDE EL CIELO SE ABRE
Desde las cumbres de la Sierra de Ayllón hasta las vastas llanuras de la Meseta Central, Segovia se revela como un santuario para los que buscan un cielo limpio y profundo. Un viaje por seis enclaves estelares que nos invitan a mirar hacia arriba con ojos nuevos.
En un mundo donde las luces artificiales invaden cada rincón de la noche, encontrar un lugar donde las estrellas aún brillan con la intensidad de antaño es casi un milagro. Pero ese milagro existe. Se llama Segovia.
La provincia, más conocida por su acueducto romano (https://mylifeplanet.com/viajes/segovia-omnia-vincit-amor) y su silueta medieval, guarda otro tesoro aún más antiguo: su cielo. No uno cualquiera, sino uno certificado por la Fundación Starlight como excepcional para la observación astronómica. Su escasa densidad de población, la orografía protectora de sus sierrasy una cultura que mira al firmamento con respeto convierten a Segovia en un auténtico laboratorio celeste al aire libre.
A través de seis enclaves seleccionados, viajamos por el corazón astronómico de la provincia para descubrir por qué Segovia está escribiendo su nombre con letras de luz en el mapa del astroturismo.
1.- Becerril (Riaza): La Vía Láctea entre pinos y silencio
Ubicada en la vertiente segoviana de la Sierra de Ayllón, la pedanía de Becerril parece suspendida entre el tiempo y el espacio. Sus coordenadas (41°17’00.8″N; 3°21’47.4″W) la sitúan en un paraje que no necesita mucha explicación: basta levantar la vista en una noche clara para encontrarse con un espectáculo celeste en toda regla.
Becerril es uno de los primeros destinos que apostó por integrar el astroturismo en su identidad local. Gracias a colaboraciones con asociaciones astronómicas y empresas turísticas, el enclave ha sabido combinar su riqueza natural con una creciente cultura de las estrellas. Aquí la Vía Láctea no se imagina: se contempla. Constelaciones invernales como Orión parecen flotar a escasos metros del espectador, y el silencio del entorno convierte cada observación en una experiencia casi mística.
No es raro que se organicen encuentros, talleres y noches de telescopios guiadas por astrónomos locales. Becerril ha entendido que mirar al cielo también puede ser un motor económico, cultural y educativo.
2.- Casla: Una constelación rural con sabor a cerveza
Más al oeste, en otro rincón privilegiado del norte segoviano, Casla (41°9’41.10″N; 3°39’35.30″O) se ha ganado un nombre propio en el universo del turismo astronómico. Este pequeño pueblo no solo presume de una oscuridad envidiable, sino también de un proyecto turístico integral que gira alrededor de las estrellas.
El alojamiento rural “El Encanto del Sabinar” (https://www.elencantodelsabinar.com/), certificado por la Fundación Starlight, ha sabido canalizar esa ventaja natural hacia una experiencia memorable. No se trata solo de dormir bajo un cielo estrellado, sino de vivirlo. La «Birra Láctea» – evento que une la observación astronómica con la cata de cerveza artesanal – es un ejemplo de cómo el turismo rural y la ciencia pueden formar una pareja tan insólita como efectiva.
Casla nos recuerda que el astroturismo también puede ser divertido, experiencial y gourmet. Y que un cielo oscuro es, en el fondo, una fuente inagotable de inspiración.
3.- Collado Hermoso: Tranquilidad, telescopios y la Luna en primer plano
En el centro de la provincia, protegido por montes suaves y valles ocultos, el municipio de Collado Hermoso (41°01’56.0″N; 3°54’56.3″W) ofrece uno de los cielos más puros del sistema central. No es solo su lejanía de núcleos urbanos lo que lo hace especial, sino su compromiso sostenido con la astronomía como motor de desarrollo local.
Aquí, las actividades de observación lunar y estelar son una tradición reciente pero consolidada. Se organizan a menudo en colaboración con asociaciones astronómicas, y suelen combinar paseos al atardecer con sesiones de telescopios de última generación. La Luna, en sus distintas fases, se convierte en una protagonista inesperada del paisaje, revelando cráteres, mares y sombras que hipnotizan incluso al observador más escéptico.
Collado Hermoso se está consolidando como un destino para aquellos que buscan una experiencia profunda, serena y educativa. Donde la tecnología y el silencio se dan la mano para recordarnos que el cielo también se puede escuchar.
4.- El Espinar (Campo Azálvaro): Ciencia, comunidad y divulgación
Pocos lugares resumen mejor el potencial educativo del astroturismo que el Campo de Observaciones del Municipio de El Espinar (CAME https://asociacionhesperides.org/observatorios/came/). Situado en pleno Campo Azálvaro (40°41’54.00″N; 4°19’50.00″O), este centro es más que un mirador: es un pequeño campus de divulgación científica.
El Espinar ha sabido aprovechar su posición estratégica – al sur de la provincia, protegido por la Sierra de Guadarrama de la contaminación lumínica de Madrid – para erigir un auténtico templo astronómico. El CAME organiza charlas, talleres y jornadas de observación que atraen tanto a escolares como a aficionados y expertos. Su diseño responde a un enfoque inclusivo y comunitario: aquí el saber se comparte, y las estrellas se contemplan en grupo.
La calidad de su cielo, sumada a la infraestructura educativa, convierte a El Espinar en un referente nacional. Un modelo de cómo el turismo científico puede integrarse en la vida local.
5.- Navas de Oro: Un observatorio celta para noches infinitas
El nombre ya suena a leyenda: “Las Pegueras”, el observatorio astronómico de Navas de Oro (41°12’10.3″N; -4°27’26.5″O), se alza como un faro entre pinares y dehesas. Su etimología celta—“nava” significa lugar húmedo y bajo— nos conecta con una ancestral relación entre el paisaje y el cielo.
Este municipio, integrado en la red de miradores estelares de la provincia, ha hecho del astroturismo una herramienta de dinamización rural. El observatorio organiza jornadas de puertas abiertas, la “Noche Mundial Starlight” y talleres para todos los niveles. Aquí no hay que ser astrónomo para disfrutar de la astronomía. Solo hay que dejarse llevar por la belleza de un cielo profundamente oscuro.
Navas de Oro encarna esa fusión entre tradición y ciencia, entre naturaleza y técnica. Y lo hace con una humildad que solo los grandes cielos permiten.
6.- La Pinilla: Cuando la montaña también mira al cielo
La estación de esquí de La Pinilla, en la Sierra de Ayllón, demuestra que los cielos no son solo cosa de verano. En sus noches de invierno, tras las jornadas de esquí, se organizan veladas astronómicas que ofrecen una experiencia inolvidable: la combinación del aire limpio de montaña, el silencio absoluto y un cielo despejado a más de 1.500 metros de altitud.
Las actividades aquí varían desde observaciones guiadas hasta sesiones de fotografía astronómica. Es un lugar ideal para descubrir el firmamento en su versión más espectacular, donde las estrellas parecen caer del cielo y la galaxia adquiere un volumen tangible. La Pinilla es una invitación a redescubrir la montaña también desde el cielo.

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