Islas Lofoten: el bacalao está en la siguiente curva
Las islas Lofoten son un rincón salvaje, por encima del Círculo Polar Ártico, donde ver paisajes completamente excepcionales, diferentes a todo lo conocido. Se pueden descubrir a través de una ruta de casi 400 kilómetros donde parece que las montañas quieren bucear.
Aunque las historias de los famosos gigantes del norte a los que llamaron vikingos suenen muy lejanas, basta poner un pie en las islas Lofoten para tener la sensación de entrar en su mundo. Uno remoto, de reducidas dimensiones, y rodeado de una naturaleza virgen que impresiona. Allí, entre los paralelos 67 y 68, se encuentran islas como Austvågøy, Gimsøy, Vestvågøy, Flakstadøy, Moskenesøy, Værøy o Røst, dibujando un paisaje ininterrumpido de majestuosas montañas y profundos fiordos con largas playas que parecen sacadas de otro universo.
Nuestro viaje comenzará en una de las islas más alejadas del continente, Moskenesøya, donde se encuentra el pequeño pueblo de pescadores de Å, uno de los muchos dedicados a la pesca y comercialización del rey de las islas, el delicioso bacalao Skrei. Dicen que este manjar, que los grandes cocineros califican como el mejor pescado del mundo, es el que dio vida a las islas Lofoten, que basan prácticamente toda su economía en él.
Y es que entre febrero y abril, enormes cantidades de bacalao migran a Lofoten para desovar huyendo de las frías aguas del mar de Barents en busca de la corriente del Golfo. Comienza entonces el gran espectáculo del skrei, porque la captura del bacalao es la gran fiesta de las islas Lofoten. Cada jornada comienza temprano, con cientos de pequeños barcos de madera saliendo a faenar. Son quienes surten a prácticamente todo el planeta: más de la mitad de los bacalaos que se consumen en el mundo han sido capturados por barcos noruegos.
Desde el puerto de nuestro punto de partida, Å, veremos salir los barcos si viajamos en esta época. Esta pequeña localidad es conocida porque fue aquí donde comenzó a fabricarse el famoso aceite de hígado de bacalao que un farmacéutico local creyó que sería el remedio a todos los males. La primera planta que se levantó para la elaboración industrial de ese producto aún puede visitarse en Å, cuyo centenar de habitantes vive en tradicionales edificios de madera que componen un peculiar conjunto histórico.
Es la foto perfecta. Desde lo alto de la colina que domina el pueblo puede verse la vecina isla de Vaeroy, separada de Moskenesøya por unas aguas que ya fueron descritas por Piteas hace dos mil años como las más peligrosas del mundo.
A través de la E10 conduciremos por unos paisajes impresionantes bordeando el este de las islas junto al mar hasta llegar a Ramberg, la playa más grande de la isla de Flakstadøy. Y entonces los recién llegados suelen repetirse una pregunta: cómo es que no han conocido este paraíso antes. Ante nosotros se abre una playa espectacular, rodeada de montañas, que forma una postal para enmarcar. Seguiremos después camino de Leknes, unos 65 km al este de Å, con un gran puerto de cruceros y punto de partida de muchas excursiones en las Lofoten por su ubicación central.
Desde allí continuaremos por la E10 hacia el pequeño pueblo de Borg, donde se encuentra el museo vikingo más famoso, Lofotr, basado en la excavación arqueológica de un pueblo de guerreros vikingos en la isla de Vestvågøya. La carretera marca la ruta. Seguiremos después hacia el noroeste hasta alcanzar Eggum, otro pequeño poblado de pescadores entre el océano y las montañas. Allí encontraremos un mirador con unas vistas espléndidas del océano Ártico.
Durante todo este trayecto veremos las antiguas cabañas de pescadores construidas en madera y llamadas rorbuer, algunas de ellas rehabilitadas como alojamiento para turistas. Y otro elemento del paisaje bastante común son los secaderos de bacalao, que también veremos en el siguiente punto de nuestra ruta, Svolvaer, una ciudad con todos los servicios que podamos necesitar, y también el lugar desde donde salen excursiones para conocer el famoso fiordo del Troll.
Si continuamos avanzando por la E10 llegaremos después a Vestpollen, Laupstad y, si tomamos el pequeño desvío de la FV82, Fiskebol, punto de partida de ferrys. Desde allí aún nos quedan otros 190 kilómetros para disfrutar del espectáculo de las Lofoten antes de alcanzar el final de nuestra ruta, Narvik, una de las entradas principales para ver las famosas auroras boreales y también lugar de salida de numerosas rutas senderistas con las que conocer la Noruega más auténtica. El cierre perfecto a una ruta impresionante. Ahora es el momento.
Una carretera mirador
La E10, conocida como la carretera del rey Olaf V, es la principal carretera que conecta Lofoten de oeste a este. Los paisajes son tan extraordinarios que conviene recordar que hay que fijar la vista en la carretera evitando distracciones.
Escenario natural. Las islas Lofoten son un reclamo por el propio paisaje. Diseño y arte se integran en los escenarios con suma facilidad.
Velocidad. En Noruega, los controles de velocidad son muy frecuentes. Se pueden alcanzar los 110 kilómetros por hora en autopista. En el resto, el límite es de 80 kilómetros por hora salvo en zonas urbanas, donde no se pueden superar los 50 kilómetros por hora.
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