PUEBLOS GOURMET EN BURGOS
Claro que hay cosas ricas en Burgos. Vino, pan, pucheros y morcillas crean un espacio maravilloso para disfrutar en la mesa. Pero junto a eso hay también algunos productos que sorprenden y que son la excusa perfecta para acercarnos a esa forma distinta de entender la gastronomía… Cada pueblo está vinculado a un producto emblemático que representa tradición, creatividad y excelencia en la cocina castellana.
Lerma: El lechazo

Lerma se ha consolidado como uno de los grandes templos del lechazo asado en España. El cordero joven de raza churra, alimentado exclusivamente con leche materna, es cocinado lentamente en horno de leña hasta lograr una textura suave y jugosa y una piel dorada y crujiente. Esta tradición ancestral se perpetúa en los asadores locales, donde el lechazo es rey indiscutible y protagoniza grandes celebraciones gastronómicas acompañadas de los vinos de la D.O. Arlanza, reflejo perfecto del paisaje y suelo lermeño.

Su plaza, su arquitectura civil y su ubicación sobre el valle de Arlanza lo convierten en un lugar diferente
Villarcayo: Morcilla de Burgos

Villarcayo, en Las Merindades, es famosa por la elaboración artesanal de la auténtica Morcilla de Burgos. Su versión tradicional, con arroz, cebolla horcal, sangre y manteca de cerdo, destaca por su sabor delicado y textura suave.
Empresas familiares, como Embutidos Ríos (https://www.embutidosrios.es/) o la morcilla Mozares, han llevado este producto a las mesas de toda España, combinando innovación y respeto por la receta original. En Villarcayo, la morcilla es protagonista de tapas, guisos y barbacoas que resuenan en la memoria del paladar. Una experiencia que no deja indiferente a nadie. La visita al pueblo siempre tiene premio.
Sasamón: Quesos artesanos
Sasamón, con su impresionante legado histórico declarado Bien de Interés Cultural, es epicentro de quesos de oveja de calidad internacional. Desde 1982, la localidad y su fábrica artesanal combinan leche cruda pasteurizada, curaciones prolongadas y una tradición que ha merecido premios mundiales. Cada pieza encapsula la esencia de la meseta, con matices y aromas que están presentes en la mesa burgalesa.
Ibeas de Juarros: Alubia roja

Las alubias de Ibeas, ovaladas y de color rojizo intenso, son la base de la emblemática olla podrida y otras recetas castellanas. Cultivadas desde el siglo XIX en las vegas fértiles del Arlanzón, estas legumbres destacan por su finura y suavidad. Cosechas limitadas, protegidas por marca colectiva, aseguran la calidad y el prestigio del producto, convirtiendo Ibeas de Juarros en parada esencial para amantes del buen comer.
Huerta de Rey: Panaderos y Tradición

Huerta del Rey mantiene viva la tradición panadera de Burgos y es hogar de establecimientos emblemáticos, como ‘El Molinero‘ (https://www.instagram.com/panaderiaelmolinero/) y ‘La Espiga‘, que han devuelto el aroma del pan recién horneado al corazón del pueblo. Pan y dulces locales acompañan sobremesas y meriendas, y cada barra, hogaza o pastel es reflejo del saber hacer artesanal que une a generaciones.
Roa de Duero: Mermelada de vino

En Roa de Duero, los viñedos de la Ribera inspiran nuevas creaciones, como la mermelada de vino elaborada por la Bodega Briones Abad (http://cantamuda.com/). Esta confitura gourmet, perfecta para maridar con queso, foie o repostería, conserva el aroma y la esencia del vino, sin alcohol, y enriquece la despensa con matices dulces que rinden homenaje al carácter vitivinícola de Roa.
Cilleruelo de Arriba: Chocolate de lavanda

Cilleruelo de Arriba, en la comarca del Arlanza, sorprende por su chocolate con leche y lavanda, creado por Aire de Arlanza (https://airedearlanza.es/). Este dulce combina cacao de alta calidad con la fragancia delicada de la lavanda local, logrando un equilibrio de sabores original y evocador. El chocolate gourmet de Cilleruelo es regalo habitual en rutas por Burgos y símbolo de la innovación rural que alimenta nuevas tradiciones.
Estos siete pueblos burgaleses constituyen una ruta gourmet donde la excelencia de productos emblemáticos – lechazo, morcilla, queso, alubia, pan, mermelada y chocolate – narra la historia viva de la provincia a través de sabores que perduran y evolucionan con el tiempo.

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