VERDINAS, MERLUZA Y BONITO EN LA COSTA LUCENSE
VERDINAS, MERLUZA Y BONITO EN LA COSTA LUCENSE
Los sueños se bajan a la playa
Llegar a la costa de Lugo es un golpe de positivismo para cualquier amante a la buena vida. La costa de Lugo, conocida como La Mariña Lucense, nos permite disfrutar del ambiente marinero y verde de Lugo, sin prisas y con la sensación que la vida siempre puede mejorar. Mucho que ver, aprender y, también comer, mientras recorremos sus carreteras de costa en busca de la mejor playa posible.

Antes de llegar a la costa, parece obligado parar en la localidad de Mondoñedo ofrece cultura, montaña y arte a todos los turistas del Camino del Norte. En el tejido urbano del pueblo resulta imprescindible visitar su centro histórico y monumental y, en particular, la catedral del siglo XIII y conocida como la catedral arrodillada por su escasa altura. La población sabe que la hospitalidad es un gran reclamo. Si a esto unimos la presencia espiritual y los escritos de Alvaro Cunqueiro, todo queda transformado en un reclamo perfecto. La zona es un paraíso para las actividades outdoor… Si nos va la espeleología, podemos consolarnos con la Cova do Rea Cintolo.

Antes de llegar a la costa siempre hay que parar en Lourenzá, por su Monasterio y su museo de Arte Sacro, por el Pazo Tovar y por Faba. Pocas legumbres son tan preciadas y deseadas como esas verdinas que se producen en numerosos huertos de la zona. Para muchos es la Faba de Marisco, pero realmente están buenas con toda clase de producto.

La LU-P-3101 nos lleva hasta nuestra segunda parada, Foz, en la desembocadura del Mesma, otro lugar imprescindible. Su pequeño puerto pesquero, antaño uno de los más importantes de Galicia, es un interesante enclave para pasear y comer. Pero si el tiempo acompaña -o si no- y queremos playa, la de A Rapadoira es sin duda una de las más importantes, aunque hay varias opciones como la de Gástelos de Fox y Llas. La primera, de arenas blancas y aguas cristalinas, es un lugar dotado de todos los servicios necesarios para un día completo en la playa y en familia.

Su rival para el ocio es Ribadeo que casi funciona como frontera con Asturias gracias a las aguas del Rio Eo. Su prados huelen a mar y sus calles son un reclamo para conocer la vida de la cosa Lucense. Si a esto unimos la cercanía a la Playa de las Catedrales y algunos pueblos muy marineros como Rinlo o Barreiros, es enclave es inmejorable. Ocio y deporte están muy unidos en esta tierra. Y para la foto perfecta siempre nos queda una escapada hasta el faro de Isla Pancha, donde las vacas, parecen retar a las vientos que vienen del norte.

Alternando nuestra ya conocida N-642 con la CG-2.3 (y más tarde de vuelta a la nacional) llegaremos en unos 37 kilómetros a Burela, otro espectacular enclave de la Marina. El Mirador de Monte Castelo ya nos anticipa todo lo que nos ofrece este lugar, un panorámica que engloba el pueblo, el puerto -estamos, por supuesto, ante una localidad costera consagrada al bonito y la merluza– y el mar Cantábrico y, sobre todo, nos permite divisar playas como las e Portelo y O Cantiño. Para subrayar aún más su identidad ligada al mar, podemos visitar el barco museo Virxendo Carmen, aunque no podemos perdernos un paseo por su centro histórico, con un castro en ruinas una interesante Casa de Cultura y la iglesia gótica de Vila do Medio. Si a esto unimos la comida en el restaurante de la propia Lonja, es fácil comprobar eso que ahora se llama calidad de vida.

Más hacia el oeste, la N-642 nos lleva en unos treinta minutos hasta Viveiro, también en Lugo, considerado capital de la Marina Occidental. Es una villa histórica y marinera que nos ofrece un interesante centro antiguo, con una gran plaza mayor rodeada de típicos edificios gallegos acristálalos y presidida por una escultura del poeta Nicomedes Pastor Díaz, así como otros espectáculos de piedra como la Iglesia de Santa Maria o la de San Francisco.

Si optamos por salir del pueblo y alejarnos un poco para ver el panorama, ojo al Mirador de San Roque, que mira directamente a la ría. Por último a playa de Covas es un notable espectáculo: permite ver las rocas de Os Castelos cuando la marea está baja. Un pueblo que parece revitalizarse cada verano como santuario de las vacaciones. Por eso se entiende que los hoteles de la zona sean los pioneros en tener puntos de recarga para automóviles eléctricos.

La misma N-642 nos llevará después hasta O Vicedo, a apenas 15 kilómetros. es otra estupenda localidad de la marina lucense repleta de lugares naturales de interés, buena gastronomía basada en el pescado fresco y muchas, muchas playas de arenas blancas y aguas turquesas (aunque quizá no tan cálidas como las de el Caribe). En el camino un pequeño restarante que se llama Casa Fanego, merece siempre una parada. Su nueva decoración, su manera de entender la cocina y el trato directo de la familia que lo gestiona lo convierten en un lugar único.

La playa de Xilloi responde a esa imagen ideal de playa en un entorno natural resguardado de todo, pero la de Caolín tampoco le va a la zaga, aunque está más cerca del núcleo urbano con todo lo que ello impolkca para bien y par mal. O Vicedo es un pequeño pueblo con ese aire antiguo que tanto nos gusta en nuestro paseo rural por Lugo. Su iglesia de San Román del Valle o el Castro de Suegos opciones a recorrer buscando siempre la paz y la tranquilidad, pero seguramente el cuerpo nos pida caminar más: O Fuciño do Porco es una ruta que, pese a que está bastante transitada, permite apreciar toda la costa de O Vicedo y conocer la ría mientras nos situamos frente a frente con el horizonte marítimo. El poder llegar con nuestro Ebro S-700 hasta el propio restaurante y disfrutar de los platos que se sirven en la taberna que está junto al monumento del pescador, nos demuestra que no hay que ir muy lejos para disfrutar de la buena vida.


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