LA RIOJA, VIAJE AL FIN DEL ASFALTO
LA CARRETERA ACABA EN MI PUEBLO
En La Rioja, tierra de viñedos y tradiciones, existen pueblos donde la carretera no es solo un medio, sino un destino en sí misma. Son lugares en los que el asfalto se detiene y el viajero se encuentra ante la esencia más pura de la vida rural, la naturaleza y la hospitalidad. Atrévete a conocerlos.
En ASCARIOJA (https://ascarioja.com/es/) podremos elegir la mejor opción de casas rurales con encanto perfectas para el descanso.
Aldeanueva de Cameros: El silencio de la montaña
Aldeanueva de Cameros, en el corazón del Camero Nuevo, es un pequeño enclave de apenas unas decenas de habitantes. Aquí, la carretera se convierte en un hilo solitario que serpentea entre montañas y termina en el propio pueblo, rodeado de hayedos y pastos. El visitante encuentra un ambiente de paz absoluta, donde el tiempo parece detenerse.
La arquitectura tradicional se conserva en sus casas de piedra y tejados a dos aguas. La iglesia de Santa María del Valle, de origen románico, es el principal monumento, y sus alrededores invitan a paseos entre bosques y prados. En verano, el pueblo revive con las fiestas patronales y la llegada de veraneantes que buscan desconexión.
En lo gastronómico, Aldeanueva ofrece los sabores de la sierra: cordero asado, migas, setas y embutidos artesanos. Presumen de no tener bar, pero la casa de Luis y Patricia, en Casa Urreci (https://ascarioja.com/es/casa-posada-de-urreci/) es un buen ejemplo de turismo Rural.
Castroviejo: Mirador de hayas y piedra
Castroviejo se asienta en la comarca de Nájera, rodeado de bosques de hayas y robles. El pueblo, de apenas medio centenar de habitantes, es conocido por su entorno natural y por el peculiar conjunto de formaciones rocosas que lo rodean, auténtico paraíso para senderistas y amantes de la fotografía.
La carretera termina en el propio pueblo, y desde allí parten rutas hacia miradores y bosques. En el centro, la iglesia de San Martín y las casas de piedra conforman un conjunto armonioso y acogedor. Castroviejo ha sabido reinventarse con el turismo rural: “CasaNaquela (https://ascarioja.com/es/casa-rural-naquela-castroviejo/)” es un ejemplo de alojamiento con encanto, que además ofrece una cocina basada en productos locales, como carnes a la brasa de sarmiento, verduras de la huerta y postres caseros. Alex y su esposa mezclan lo argentino y lo madrileño en un mundo de fantasía y diversidad.
El viajero puede disfrutar de jornadas de senderismo, rutas en bicicleta o simplemente contemplar el paisaje desde alguno de sus miradores, donde el horizonte se pierde entre montañas y bosques.
Muro de Aguas: Entre cereales y cielos infinitos
En el límite con Soria, Muro de Aguas es un pueblo de montaña que mira hacia la sierra de Achena y la peña Isasa. La carretera termina aquí, en un caserío de calles tranquilas y casas de piedra que han resistido el paso del tiempo. La economía local se basa en la agricultura de secano y la ganadería, y el entorno es un mosaico de campos y montes.
La iglesia de San Baudilio y la fuente medieval en la plaza son los principales puntos de interés. Pero el gran atractivo de Muro de Aguas es su cielo: la baja contaminación lumínica lo convierte en destino ideal para el astroturismo. La Casa Rural Muro de Aguas (https://ascarioja.com/es/casa-rural-muro-de-aguas/), certificada como alojamiento Starlight, ofrece experiencias de observación astronómica y rutas por la sierra. Sergio es uno de los mejores anfitriones de toda la comunidad autónoma. La vida en este ambiente es muy familiar.
La gastronomía local es sencilla y sabrosa: guisos de legumbres, patatas con chorizo, cordero y dulces caseros. En las casas rurales, el viajero puede disfrutar de cenas bajo las estrellas y desayunos con productos de la zona. Las chacinas y los ajos locales son un referente
Trevijano: Balcón del Camero Viejo
Trevijano es una pedanía de Soto en Cameros, encaramada a más de mil metros de altitud, con vistas espectaculares sobre el valle del Leza. La carretera termina en el propio pueblo, que parece suspendido sobre el paisaje. Las casas de piedra y la iglesia de San Felipe y Santiago conforman un núcleo pequeño pero lleno de encanto.
El entorno es ideal para la práctica del senderismo, con rutas que recorren barrancos, peñas y bosques. El silencio y la tranquilidad son absolutos, solo interrumpidos por el sonido del viento y el canto de los pájaros.
La gastronomía de Trevijano es la de la montaña riojana: migas, cordero, embutidos y setas en temporada. Aunque no hay restaurantes, las casas rurales y los propios vecinos ofrecen una cocina casera y auténtica, elaborada con productos locales.
Ajamil: Naturaleza salvaje en el corazón de la sierra
Ajamil, en el Camero Viejo, es uno de los pueblos más extensos y menos poblados de La Rioja. Rodeado de montañas, bosques y ríos, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y el senderismo. La carretera termina en el pueblo, y desde allí solo se puede avanzar a pie o en todoterreno hacia los parajes más recónditos.
El patrimonio arquitectónico es sencillo, con una iglesia parroquial y varias ermitas. La vida gira en torno a la naturaleza y la agricultura de subsistencia. En verano, el pueblo cobra vida con las fiestas y la llegada de veraneantes.
Estos pueblos de La Rioja, donde el asfalto se acaba, son mucho más que destinos: son refugios de autenticidad, hospitalidad y naturaleza. Sus recursos gastronómicos, sus casas rurales y su patrimonio natural y cultural los convierten en lugares únicos para quienes buscan algo más que turismo: buscan experiencia, silencio y verdad.
En Aldeanueva de Cameros, Castroviejo, Muro de Aguas, Trevijano y Ajamil, la carretera termina, pero el viaje —el verdadero viaje— apenas comienza.

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