FIRA SANT ERMENGOL, ME COMO LA SEU
El destino quiso que La Seu creciese entre montañas ríos y bosques… Agitas la naturaleza, pones un poco de trabajo y muchas ganas de crear y tienes una de las poblaciones más “gastro” del Pirineo. Por eso, cada año hay una fecha marcada a leche y fuego en el calendario.
La Fira de Sant Ermengol (https://www.firasantermengol.cat/) en La Seu d’Urgell, cuya 31ª edición abre sus puertas el próximo viernes 17 de octubre de 2025, es mucho más que un festejo popular: es el compendio vivo de mil años de tradición, historia y cultura pirenaica. Desde sus orígenes como feria ganadera medieval, la cita ha evolucionado hasta convertirse en el encuentro de referencia para los quesos artesanos del Pirineo, los productos de proximidad y la mejor gastronomía de montaña, posicionando a La Seu d’Urgell como capital culinaria de la cordillera y epicentro anual de la cultura alimentaria del norte peninsular.
Un Origen Milenario: La Feria, el Santo y la Ciudad
La historia de la Fira de Sant Ermengol es el relato de una pequeña ciudad transformada por el comercio y el cruce de caminos entre Cataluña, Aragón, Navarra, País Vasco, Andorra y la Occitania francesa. Documentada por primera vez en el año 1.048, la feria nació conectada a las celebraciones religiosas y a la necesidad de mercadear ganado y excedentes agrícolas en un enclave estratégico, a las puertas del Pirineo Central. Con el paso de los siglos, pasó de ser simplemente la Feria de Santa María, con sabor agrícola y ganadero, a convertirse en el gran evento de octubre, bajo la advocación de Sant Ermengol, obispo y patrón de la ciudad, cuya figura sigue marcando el pulso popular y ceremonial de las fiestas actuales.
El espíritu hospitalario y abierto de La Seu ha sobrevivido al paso del tiempo, y la villa ha sabido convertir cada edición de la feria en pantalla de su dinamismo social y en motor de desarrollo agroalimentario. Así, la saga histórica de la Fira dialoga siempre con el futuro: es pasado vivo y es, a la vez, plataforma de innovación, encuentro generacional y escaparate pirenaico.
La Fira de Quesos Artesanos del Pirineo: Un Universo Lácteo
El auténtico epicentro moderno de la feria es la Fira de Quesos Artesanos del Pirineo, que celebra treinta y un años en 2025 con más fuerza y diversidad que nunca. Desde su formato inaugural en 1995, cuando apenas participaban una treintena de queserías, la cita ha crecido hasta reunir a cerca de cincuenta productoras de toda la cordillera y presentar en La Seu más de 150 variedades de quesos. Aquí convergen quesos catalanes, aragoneses, vascos, navarros, franceses y andorranos, en una muestra que resume la biodiversidad láctea y la riqueza cultural de los Pirineos.
El queso marca el compás de la feria, pero es también símbolo de algo más profundo: una filosofía de vida basada en la relación directa con la tierra, el respeto por el ciclo natural, la pasión por el trabajo bien hecho y el orgullo de pertenencia a un paisaje de media montaña. La cultura quesera – de la trashumancia ancestral a la vanguardia de la afinación artesanal – es, en la Fira de Sant Ermengol, un espejo de la vitalidad de las comunidades pirenaicas, de su capacidad para reinventarse, resistir y dialogar con el mundo. Aquellos hippies de los años 80 son ahora tranquilos productores que elaboran productos únicos.
El corazón de la feria late con el concurso de quesos, las degustaciones abiertas al público, los talleres de cata, las jornadas formativas para profesionales y la ceremonia del Premio Amiga del Queso, que este año rinde homenaje a la Escuela Agraria del Pirineo por su apuesta por la formación y el relevo generacional en el sector agroalimentario. La feria ha convertido el queso en símbolo identitario, herramienta de proyección económica y nexo entre productores y consumidores, artesanía e innovación, sabor y territorio.
Productos Estrella: Mucho Más que Quesos
Aunque el queso es el gran protagonista, la Fira de Sant Ermengol amplía su oferta para erigirse en el escaparate supremo de los productos del Pirineo. El recinto acoge este año una Gastrofira con puestos de foodtrucks – auténticos laboratorios ambulantes de cocina de montaña – y una zona de degustaciones de platos elaborados con productos de proximidad impecablemente seleccionados. Embutidos tradicionales, carnes selectas, frutas y hortalizas de temporada, dulces ancestrales, panes de obrador y aceites autóctonos confirman que La Seu es la despensa privilegiada del Alto Urgell y, por extensión, de los valles pirenaicos. Y tampoco faltan las visitas a los comercios locales como la tienda de Quesos de Eugeni (https://www.instagram.com/formatgeria_eugene/) o las carnes de Urgell, de Cal Andreu (https://ramaderiacalandreu.com/es/).
La feria es, también, punto de encuentro para la venta ambulante con cientos de paradas, el mercado de artesanía, la presencia de ganaderías locales y exhibiciones de maquinaria agrícola y del motor. Una de las novedades de 2025 es la recuperación de la Feria de Entidades, en la plaza de les Monges, donde asociaciones de la comarca presentan sus proyectos y actividades a la ciudadanía y visitantes, consolidando la visión de la feria como gran ágora social, cultural y económica del Pirineo.
Realmente, la dimensión gastronómica de la feria es inseparable de la identidad de La Seu d’Urgell, capital del Alto Urgell y, cada año más, capital culinaria del Pirineo catalán. La ciudad – clásica en patrimonio y vibrante en propuestas contemporáneas – ha hecho de la feria su mejor carta de presentación, posicionándose como destino obligado para amantes del buen comer, chefs en busca de claves de autor y turistas gastro-curiosos que desean descubrir los verdes paisajes queseros, la ruta de los embutidos, la excelencia de los dulces tradicionales y la nueva ola de restauración montañesa.
Los días 17, 18 y 19 de octubre de 2025, la ciudad entera se reinventa. El bullicio musical preside el Passeig Joan Brudieu y el centro histórico; el casco antiguo alberga la Feria Xica, con actividades, talleres y espectáculos familiares que convierten La Seu en lugar de referencia para las escapadas otoñales con niños. Por las calles transitan los aromas de los hornos de panadería y las parrillas de carnes; la cultura popular toma fuerza con conciertos, exposiciones, danza, teatro de calle y presentaciones inspiradoras. Todo el municipio se convierte, durante tres días, en escaparate de hospitalidad, creatividad y alegría colectiva.
En el recinto ferial, los visitantes pueden recorrer los puestos temáticos: queserías, carniceros, fruteros, agricultores, artesanos… Cada esquina de la feria es una invitación a descubrir la variedad y la excelencia de la despensa pirenaica, reviviendo un ritual secular donde cada generación pone en valor la herencia y la innovación. La música en directo, las demostraciones de oficios, la feria de automoción con vehículos clásicos y modernos, y las degustaciones forman un mosaico que celebra la vida rural, la creatividad y el espíritu comunitario.
La dimensión internacional de la feria refuerza esa identidad abierta: aquí se cruzan recetas antiguas y técnicas innovadoras, se intercambian secretas historias de pastores y se forjan alianzas entre jóvenes queseros y grandes maestros del sector, siempre bajo el signo de la excelencia y el respeto a la autenticidad.
Por eso La Fira de Sant Ermengol no es una simple feria: es un ritual milenario, reinventado para el siglo XXI, en el que cada visitante es protagonista y testigo de la vitalidad y la riqueza de todo un territorio. La Seu d’Urgell, con su hospitalidad intacta y su profundo apego a la cultura gastronómica, abre sus puertas y sus mesas en este arranque del otoño, y convida a vivir una experiencia sin igual en la capital viva del Pirineo.

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