LAMONARRACHA: JAPO CALIDAD SIN LÍMITE
Si buscas sitios bonitos, de calidad y con precio razonable, aquí tenemos una marca. Alonso Cano, Príncipe de Vergara, Pozuelo de Alarcón y el más nuevo, en Ponzano, son las direcciones donde triunfa el delicioso sushi de Lamonarracha. Decoración bonita, ambiente agradable y una cocina moderna que podría servir igual para llevar a la suegra o para alegrar a un buen amigo después de un desengaño amoroso. Calidad y buen ambiente, cocinado a ritmo de los 80 y 90. Si a esto le unimos un buen precio, la elección es perfecta.
Estamos ante un concepto de cocina nipona, serio en el fondo, pero divertido en la forma, que surge de la mano de una pareja de jóvenes emprendedores. La idea era -y sigue siendo- fabulosa; el momento de abrir quizás no lo fue tanto, pero en la dificultad encontraron la oportunidad, y su profesional servicio de delivery hizo posible que hoy sean ya un fructífero grupo.
La base de este proyecto es la comida. Gran producto – artesano y seleccionado con mimo-, buena presentación, estupendo servicio, atención en los detalles y una genial idea en torno a la cocina japonesa fusión que se puso en marcha el 14 de febrero de 2020, justo un mes antes de que todo cambiara. Formalmente se trata del proyecto del Grupo Lamonarracha, que promueve un matrimonio de dos jovencísimos emprendedores: Carlos Rojo (29), licenciado en ADE, que con una corta carrera en KPMG y 2 másteres se encarga de la gestión; y Alejandra Santos (24), que como interiorista y graduada en marketing, aporta además su visión y buen gusto a la esmerada estética de los locales, diseñados por su estudio Live Home Author.
Esa mezcla de creatividad y contabilidad parece que funciona también en la hostelería. Lo de respetar la materia prima aquí no es un tópico, es un compromiso real de calidad en cada ingrediente, que buscan que sea natural y lo más artesano posible. El pescado fresco, como el atún rojo salvaje, procede de pesca sostenible y el salmón es de aguas del Atlántico, caracterizado por su intenso color y sabor; la verdura llega directa desde pequeños proveedores de la huerta navarra; ¡y hasta la salsa de soja la elaboran a diario en cocina! De ahí que se definan como un ‘japonés de confianza’…
Con todo esto, y con preparaciones bien desarrolladas por manos expertas, surgen recetas niponas con toques fusión que no hay que perderse, como el Bao artesanal de atún rojo salvaje con huevo de codorniz, la Tempura de langostino tigre «Lamonarracha», el original Carpaccio de dorada a dos temperaturas, el Roll crunch de langostino con salsa spicy mayo o el apellidado ‘Pantera rosa’.
Opciones y pasiones sin ideas preconcebidas. Si saltamos de sección nos encontramos un chispeante Niguiri crujiente con tartar de atún rojo y cecina de León, una mezcla que hace explotar las papilas gustativas, o el llamativo sushi de Dorada con pesto de aceituna negra y mermelada de melocotón.
Por supuesto, apartado específico de postres, con una Tarta cremosa de queso artesanal, Tarta Lotus de limón pensada para compartir, o su Torrija casera de pan brioche, reposada durante 24 h en chocolate blanco. Y para acompañar, refrescos, cervezas nacionales o japonesas; una corta pero bien escogida carta de vinos nacionales; combinados de ginebra, ron, vermut, sake … -muchos de ellos con opción de ‘medias copas’- y una interesante propuesta de cócteles clásicos con toque japonés, como el Tinto de verano, que aquí lleva sorbete de yuzu, el Japanese Spritz o su versión del Sex at Mona´s.
La apuesta estética también merece su reconocimiento. Encontramos una estética impecable en cada restaurante, que no entiende de modas, sino que es fiel a su diseño, empleando materiales como el papel pintado de la casa Missoni que además sirve de hilo conductor en todos sus espacios, madera, iluminación tenue, y una icónica Mona presente en diferentes formatos así como su vajilla, completan una experiencia que siempre apetece repetir. Además de ser una firma rebosante de personalidad, tiene un rincón dedicado al arte en sus locales -todos muy acogedores, con puntos comunes, pero ninguno igual- Lamonarracha Art.
Cada dirección está decorada con cuadros o esculturas, piezas exclusivas de diferentes autores, que además de acompañar a los comensales, están a la venta; y amenizadas a ritmo de los 80 y 90, porque la música es otra de las señas de identidad de la firma. Playlist divertidas, con un aire nostálgico con una calidad que no pasa de moda.
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