HYUNDAI TUCSON PARA UN FIN DE SEMANA EN SEGOVIA

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La vida está llena de imprevistos y momentos inesperados, pero con el nuevo TUCSON Híbrido Enchufable estás listo para enfrentarlos con estilo, confort y tecnología. Este vehículo combina un diseño vanguardista, un interior renovado y una tecnología inteligente que lo convierten en un compañero ideal para todo tipo de experiencias.

El Hyundai TUCSON Híbrido Enchufable destaca por un diseño exterior moderno y elegante. En el exterior, los nuevos parachoques y defensas se extienden de lado a lado para crear una imagen más dinámica. Por su parte, las llantas de aleación acentúan aún más el espíritu visionario del TUCSON Híbrido enchufable.

El interior del TUCSON Híbrido Enchufable ofrece un ambiente moderno, práctico y tecnológico. El nuevo y elegante interior incluye una amplia gama de tecnología inteligente que, combinada con un espacio amplio y práctico, hace de cada viaje una experiencia inolvidable. Y si quieres aquí te damos unos pueblos para recargar energías.

Boceguillas

Ubicada en la provincia de Segovia, Boceguillas es una localidad con un rico pasado que se remonta al siglo XI. En 1076, el rey Alfonso VI de León la incluyó dentro de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, marcando su importancia en la región. Su historia está profundamente ligada al Camino Real de Bayona, que atravesaba su casco urbano, convirtiéndola en un lugar estratégico para el comercio durante la Edad Media.

Durante el reinado de Felipe II, Boceguillas alcanzó un hito importante cuando se le concedió el título de villa en 1565, lo que impulsó su desarrollo. La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, construida en el siglo XVII, es un testimonio del legado arquitectónico del pueblo y un lugar de visita imprescindible.

Durante el siglo XX, aunque el pueblo contaba con 496 habitantes en 1900, llegando a 548 en 1910, se vio afectado en las siguientes décadas por diversos azotes demográficos como fueron la Guerra Civil y el éxodo rural de a partir de los años 50 que le hicieron alcanzar un valle de población en 1970 (429 hab.). Aun así, Boceguillas no se vio tan afectado como pudo ocurrir en otras regiones y pueblos de la misma área debido a su situación en la antigua Carretera de Bayona, ya convertida en la N-I.

 

Fuentidueña

Fuentidueña, una villa rodeada de murallas, ofrece un fascinante recorrido por la historia. En el casco urbano, destacan edificaciones como el Palacio de los Lara, construido en el siglo XV, y la Casa de la Comunidad de Villa y Tierra, que aún sirve como lugar de reunión para los representantes de los 21 pueblos que conforman esta comunidad histórica.

En la plaza de la villa se encuentra el Ayuntamiento. En la época de Doña Urraca y Alfonso El Batallador, fue un palacio habitado por miembros de la familia Lara posteriormente utilizado como sede por el Concejo de la Villa.

Otro de los monumentos más emblemáticos de Fuentidueña es el Hospital de la Magdalena, declarado Bien de Interés Cultural. Fu erigido en 1540 por orden de Doña Mencía de Mendoza, esposa de D. Álvaro de Luna Manrique y sobrina del Cardenal de Burgos Iñigo de Mendoza. Su propósito era acoger a los pobres y enfermos. Aunque actualmente se encuentra en ruinas, es un símbolo del carácter humanitario de la villa.

La Iglesia de San Miguel también está declarada Bien de Interés Cultural. Se trata de un templo románico del siglo XII con un pórtico de arcos bizantinos y capiteles decorados con motivos vegetales. Las Ruinas de San Martín, construidas entre los siglos X y XII, también son un lugar de interés histórico; su ábside fue trasladado al Museo de los Claustros de Nueva York en 1957. Además, Fuentidueña cuenta con un impresionante castillo medieval, que fue residencia de Alfonso VIII y escenario de importantes eventos históricos, como la firma de acuerdos entre reinos. Hoy en día también está declarado Bien de Interés Cultural.

En la década de los años 70, del siglo XX, el Ministerio de Hacienda subasta el castillo con un precio de salida de 25.000 pesetas, pasando así a manos privadas.

Otro principal atractivo de Fuentidueña son sus bodegas, excavadas en la roca. Se componen de un cañón, normalmente en descenso y varios nichos donde se fermenta y almacena el vino. La mayor parte de las bodegas datan de principios del siglo XIX y son escasas las que poseen lagar en su interior, debido a la existencia de lagares comunales que funcionaban por el sistema de cargas; cada vecino tenía derecho a prensar un número de cargas de uva. De carácter privado, siguen manteniendo su uso original, además de ser lugar de reuniones y meriendas.

También debemos hablar de otro hospital, el de San Lázaro, fundado en el siglo XII. Su función primitiva sería la de atender a leprosos, pasando a socorrer por una noche a pobres, salvo que estuvieran enfermos y necesitaran más días, siempre que acreditasen que no eran gentes de mal vivir.

 

Cuéllar

Conocida como la «Villa del Mudéjar«, Cuéllar es una localidad que combina riqueza histórica con arquitectura única. Situada entre colinas y rodeada por extensos pinares, esta villa ha sido hogar de cristianos, judíos y musulmanes, dejando un legado cultural diverso que se refleja en lugares como La Judería, La Morería y la Necrópolis musulmana de Santa Clara.

Si hay algo que define a Cuéllar, además de su conjunto de iglesias mudéjares, es que se trata de una gran ciudad amurallada. Así, desde cualquier punto de nuestro recorrido podremos contemplar amplios trazados de las distintas líneas defensivas. Dos recintos amurallados dominados por el castillo y reforzados por una contramuralla definen esta ciudad fortificada. Se conservan importantes puertas como la Puerta de San Basilio, San Martín y San Andrés. Y arcos como el de Santiago o el de la Judería.

El Castillo-Palacio de los Duques de Alburquerque, un imponente edificio renacentista con torreones y un amplio patio de armas, es el símbolo de Cuéllar. Además, su sistema defensivo incluye murallas bien conservadas, puertas históricas como las de San Basilio y San Martín, y arcos de gran belleza como el de Santiago.

 

Carbonero el Mayor

Carbonero el Mayor, situado en la región de Tierra de Pinares, tiene sus orígenes en el periodo post-paleolítico, cuando los primeros pobladores aprovecharon los recursos naturales de la zona. Durante la Edad Media, esta localidad formaba parte de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, y su economía se centraba en la agricultura y la fabricación de carbón vegetal, actividades que le dieron su nombre.

La Iglesia de San Juan Bautista, una joya del arte románico de ladrillo con influencias góticas y barrocas, alberga un retablo mayor declarado Bien de Interés Cultural. Esta obra renacentista, que combina estilos flamenco e italiano, es un ejemplo único de la pintura y escultura castellana del siglo XVI.

También deberás visitar el Palacio del Sello, actualmente utilizado con una residencia de la tercera edad. El edificio se trata de una gran casona del siglo XV con elementos propios del estilo isabelino, fábrica de mampostería con esquinas y huecos en sillería caliza, en la amplia fachada que da a la plaza se sitúa la portada, compuesta de un arco de grandes dovelas sobre el que se construyó un alfiz sostenido por ménsulas con bolas de tiempo de los Reyes Católicos, de franco estilo «Isabel». Además, en este santuario se guarda y venera la imagen de la patrona de Carbonero el Mayor.

Carbonero también es conocido por su artesanía, especialmente en la fabricación de dulzainas y bordados tradicionales, que siguen siendo un símbolo de la identidad local.

Sanchonuño

En Segovia, este pueblo es un ejemplo. El cargador de vehículos eléctricos que están junto al ayuntamiento es un referente y son varios los vehículos que paran a repostar mientras disfrutan del tapeo en el bar cercano. Los restos arqueológicos más antiguos que se han localizado en la zona datan de la Edad de Bronce, y fueron hallados en el Pago de las Cotarras, donde aparecieron fragmentos de cerámica, puntas de flecha y otras herramientas.

En las cercanías de este pago también se han localizado restos de un asentamiento visigodo. El actual municipio aparece documentado por primera vez en 1247, y su nombre procede del de su repoblador, Sancho Nuño. Su historia aparece vinculada a la villa de Cuéllar, pues el municipio ha pertenecido siempre a su Comunidad de Villa y Tierra, encuadrado en el sexmo de Navalmanzano. A finales del siglo XVI, su población era de 49 vecinos, entre los que había un hidalgo y un clérigo, y en el siglo XIX Pascual Madoz comenta sobre el municipio en su diccionario que tenía 100 casas, ayuntamiento, en el que estaba la cárcel, un pósito y escuela de instrucción primaria. Se cultivaba trigo, cebada, centeno, patatas, sandías, melones, cáñamo, titos, muelas, garbanzos y yedras. Además cazaban liebres y perdices y tenían ganado lanar y vacuno, y su población era de 101 vecinos y 363
almas.

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