Jamaica, naturaleza y ritmo en la tierra del reggae
La música ha sido el principal motor publicitario de este enclave caribeño. Sin embargo, las huellas de Bob Marley o Peter Tosh parecen ajenas a la colección de resorts que ocupan los mejores emplazamientos de una isla que se esfuerza por guardar la esencia de su cultura afrocaribeña
Todo lo que has leído no sirve para nada. Las guías, los folletos y los consejos de los amigos caen en el olvido en el primer cruce. Mi conductor esquiva un camión, deja pasar otro taxi y clava su coche con un frenazo delante de una camioneta que lleva una docena de altavoces en su caja posterior. La música lo inunda todo y la conducción es tan alocada que no da tiempo a tener miedo.
“Jamdung is music”. “Jamaica es música”, con esa máxima mi conductor parece solucionarlo todo. JA, Jah-mek-ya o Jamaica parece un caos continuo pero donde curiosamente todo funciona. 11.000 kilómetros cuadrados, con más de 1.000 kilómetros de costa, con un gran nivel de calidad en los servicios turísticos. Caribe natural abierto a los visitantes. No es extraño que cuando Cristóbal Colón llegó a estas tierras en 1494 comentase que era la “la isla más encantadora que hayan visto ojos humanos.”
NEGRIL Y SUS ATARDECERES
Negril es el prototipo de desarrollo turístico. En poco más de treinta años, un pueblo de pescadores famoso por sus mujeres piratas se ha convertido en uno de los lugares más atractivos. Su luz es mágica y aquí los atardeceres son otra historia…. El cielo se tiñe de una fantástica gama de colores ocres y ardientes mientras el sol se pone, al tiempo que se refleja en las aguas del Caribe.
Las tardes en el famoso Rick’s Café son una cita obligada. Sus cervezas cuestan cuatro dólares y las camareras dicen que en el precio van incluidas las puestas de sol. También hay un espectáculo de saltadores desde los acantilados.
Negril vive únicamente del turismo, habiendo vivido un espectacular crecimiento en los últimos años. Y no es para menos, ya que luce maravillosamente su condición de sensual y remoto paraíso, donde se puede dormir en una cabaña Rastafari en plena playa, bailar danzas secretas e intentar alcanzar el nirvana. La oferta de “Ginja” (Marihuana) se repite en cualquier esquina, pero también es ilegal y nos puede traer problemas. Su mercadillo es uno de los mejores lugares para comprar cuadros y tallas de madera.
OCHO RIOS: TURISMO EN MASA
Al norte de la isla está Ocho Ríos, una parada obligatoria para el turismo. Ocho Ríos es famosa por sus fantásticas plantaciones de la época colonial, junto al mar. El sofocante calor que azota esta zona de Jamaica se combate mejor que en ningún lugar más popular de este masificado centro de turismo, en las impresionantes cascadas de Dunn’s River.
Prospect Plantation es otra de las visitas obligatorias. Una ruta a caballo te muestra las vastas plantaciones de banana, azúcar, piña, café y coco existentes. Las cuevas de Green Grotto son un fantástico mundo de estalactitas y estalagmitas, antigua residencia de los indios Arawak, que cada día reciben muchos visitantes.
Por último, un paseo en canoa de hora y media por el Martha Brae River y una visita al Parque Columbus es otra de las ‘visitas obligatorias’ desde Ocho Ríos. Tampoco podemos dejar de realizar una parada en Falmouth, un pueblo que mantiene sus edificios históricos y que todo el mundo recuerda por ser el lugar donde James Bond 007 se jugó la vida una vez más…..
SAFARI EN BLACK RIVER
Black River, que es la capital de la parroquia de St. Elizabeth, está situada en la desembocadura del Black River, el único río navegable de la isla con sus aguas coloreadas de un excitante color azul. Entre los atractivos de la ciudad figura High Street, que está repleta de multitud de casas de estilo georgiano, Hendriki Building, el porticado Tribunal, El Ayuntamiento y su árbol bananero y la iglesia de San Juan Evangelista son reclamos arquitectónicos, aunque lo más destacado son Invercauld Great House y Waterloo Guest House, dos buenos ejemplos de la arquitectura colonial.
Sin embargo, lo más significante de Black River son sus safaris fluviales. Montado en una lancha a motor se recorre el Gran Pantano. Incontables aves y manatíes saludan nuestro paso, aunque lo más destacado son los cocodrilos que nos miran desafiantes desde las orillas. Aquí los llaman ‘alligator’, no son tan peligrosos como los del Nilo y están protegidos desde 1971.
MIS COMPRAS
En Jamaica se pueden comprar muchas cosas, aunque tienes que elegir bien porque todas son curiosas y ‘entran por los ojos’, sabiendo, además, que muchos ‘souvenirs’ son ilegales ya que están realizados con plantas y animales que están protegidos.
Trabajos de madera y de paja realizados a mano, abalorios, bordados y otros trabajos de destreza manual se pueden encontrar junto a objetos de oro, plata, china y aparatos electrónicos. Ropas, ron, licores, perfumes, cigarrillos y café de Blue Mountain son fáciles de encontrar en cualquier resort y en el distrito comercial de Kingston.
Pero de Jamaica no te puedes volver sin una reproducción en madera de Bob Marley: sus tallas oscilan entre los 10 y los 50 euros y se venden en cualquiera de los Crafts Markets.
MUSICA Y MARCHA
La ‘Isla del Sol’, como se conoce a Jamaica, nos regala por las noches maravillosas danzas de reggae en la playa. Y es que cuando cae la noche, la animación se centra entorno a la música de sus ‘riddims’, con las gentes bailando sensualmente con la combinación de ritmos que hizo famoso en el mundo entero a Robert Nesta ‘Bob’ Marley, que aquí le veneran como si fuera un profeta.
Cuando cae el sol, la isla empieza a vibrar. Son los ‘Sound Systems’, un invento jamaicano que consiste en colocar unos 30 o 40 altavoces apilados que forman una discoteca móvil. Aquí, los ‘dj’s’ improvisan sobre unos ritmos ya marcados, algo parecido a un rap, lo que ellos llaman ‘toasting’ o ‘chatting’. Alrededor, la multitud baila enloquecidamente.